Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

Samuel

Samuel
Samuel
Pixabay

Samuel era un chico que no llegó a tener tiempo para soñar. 

Lo impidieron seis letras, dos sílabas: cáncer. Su diagnóstico molecular indicaba que era uno de esos tumores con un diagnóstico fatal que se resume en cinco palabras: no hay nada que hacer. Se intentó todo, pero, pese a todos los esfuerzos, la Ciencia no pudo encontrar a tiempo una respuesta para su problema de salud y el joven asturiano falleció a mediados de febrero.

El investigador Carlos López Otín se involucró personalmente, como hace tantísimas veces, a su extraordinaria manera y pese a padecer un eclipse del alma.

Mónica pidió a Carlos que le dedicase unas palabras con motivo de la despedida de su hijo celebrada a los días de fallecer. El encuentro, que se adivinaba triste y doloroso, terminó convirtiéndose en una celebración del amor, de la amistad y, por encima de todo, de la vida de Samuel.

Hoy, las notas del gran sabio aragonés se recogen junto a textos de familiares y amigos del joven en un libro titulado ‘Palabras para Samuel’ de Ediciones Nobel. Los beneficios del libro se repartirán entre dos asociaciones asturianas dedicadas al cáncer infantil y juvenil. Este pequeño libro nos enseña el primer acto del largo y doloroso adiós que constituye el proceso del duelo. Estas palabras dan vida al recuerdo de Samuel, pero estoy convencido de que van a ser un bálsamo para todas las personas que se ven obligadas a atravesar un intenso dolor que significa perder un ser querido a destiempo. Vivamos con emoción.

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