Por
  • Inocencio F. Arias

¿Por qué España sigue a la cola?

El gasto de España en defensa está muy por debajo de los parámetros de la OTAN:
El gasto de España en defensa está muy por debajo de los parámetros de la OTAN:
Guillermo Mestre

La revista ‘Time’ de la semana pasada trae una semblanza con foto de las cien personas más influyentes del mundo. 

La selección es bochornosamente chovinista: 53 de los 100 son estadounidenses o viven en Estados Unidos. Hay solo un español y no es Pedro Sánchez, ni la chulísima Yolanda Díaz, ni el rey don Felipe. Se trata de Rafael Nadal.

El tenista balear merece la mención aunque algún dirigente deportivo catalán se mese los cabellos y diga: «Rafael ‘Navidad’ me ha producido angustia desde el primer día. Lo tengo en el mismo saco que la Roja, el Real Madrid, Alonso y todo lo que represente al estado enemigo» (así está el patio). La ausencia, sin embargo, en la lista de ‘Time’ de nuestros políticos, grandes empresarios, artistas, etc., viene siendo una constante últimamente. España lamentablemente, sin embargo, es citada como el farolillo rojo en varios índices sociales y económicos. Si examinamos nuestra posición en la Unión Europea o en la OTAN dan casi ganas de llorar por la contumacia negativa, estamos en la cola de muchas de esas estadísticas. Lo que es sorprendente.

España acaba de conseguir tener menos de tres millones de parados, lo cual es una buena noticia aunque alguno encuentre el método de cálculo cuestionable. Pero dentro de la Unión Europea, a pesar del avance, estamos con Grecia en los dos puestos últimos de empleo. Uno no acaba de entender por qué estamos sistemáticamente detrás de Bulgaria, Portugal, Rumanía o Estonia. En paro juvenil nos salimos del cuadro. Diga lo que diga doña Yolanda, somos los ‘campeones’.

En otros índices también nuestra colocación es penosa. Somos de los peores en deuda, abandono escolar, economía sumergida, déficit, aumento del coste de la vida; se pronostica que seremos los últimos en salir de la crisis… Es difícil explicar por qué estamos tan rezagados en tantos sitios.

Ahora, nos sacan los colores también en gastos en defensa. Nuestro Gobierno ha alardeado recientemente de dos logros, va a ayudar significativamente a Ucrania y aumentará su inversión en defensa. Fuera no se lo creen, piensan que Sánchez está faroleando, como me comentó el otro día un amigo extranjero. De los 36 países que aportan algo a Ucrania aparecemos el sexto por la cola. El embajador ucraniano -los diplomáticos de ese país, agobiados por la ferocidad rusa, no tienen pelos en la lengua- ha dado a entender que lo nuestro es calderilla. Parece que hasta los camiones que fueron a Ucrania con armamento y munición y que parecía que eran parte de la ayuda han regresado a España una vez descargados.

Nuestro presidente ha presumido de que iba a aumentar sensiblemente los gastos en defensa. Nos hemos comprometido a llegar al 2% del PIB, estamos en un 1% y Sánchez da a entender que alcanzaremos el 1,2%. Ese aumento es escaso, aunque cristalice, lo que no todo el mundo cree.

En Alemania, que dedicaba un 1,5% del PIB a defensa, su Parlamento, al ver los colmillos de Putin, ha aprobado un fondo de cien mil millones de euros para la modernización de las Fuerzas Armadas. Repito, 100.000 millones de euros. La votación ha sido 567 a favor y 96 en contra. Y no hablamos de un país gobernado por la ultraderecha, sino por los correligionarios de Sánchez y por los verdes. Deben incluso reformar la Constitución alemana para dar ese paso. Lo van a hacer. Como ha manifestado su ministra de Defensa, Christine Lambrecht, «la seguridad tiene un precio y Alemania debe ser capaz de defender sus valores militarmente». El gobierno del canciller Scholz, que venía remoloneando a la hora de alcanzar el 2% del PIB en defensa, ha asegurado también que lo rebasará.

Cotejar la actitud de los dos gobiernos controlados por los socialistas trae recuerdos de hace cuatro décadas. Felipe González pronto captó que no podía porfiar para entrar en el Mercado Común y seguir con el lema de ‘OTAN, de entrada no’. Los alemanes, soy testigo, no lo entendían. Entonces, en la defensa frente a un potencial enemigo, la Unión Soviética, también había que ser solidarios. Ahora, la amenaza viene de un Putin imperialista y despiadado que ha repetido que una de las mayores catástrofes del siglo XX fue la desaparición de la URSS. Ahí se ve por dónde respira.

La ministra de Exteriores de Alemania, la verde Annalena Baerbock, a la que nuestros podemitas no pueden dar lecciones de sensibilidad social, ha declarado: «Vivimos momentos en que Alemania dice que estamos ahí cuando Europa nos necesita, y Europa nos necesita ahora». Una parte de nuestro Gobierno cree que España debe escabullirse, que no nos necesitan. No es cierto y nuestros aliados ven quién esquiva sus obligaciones y quién cumple. Muchos no gustan de los gorrones.

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