Redactor de HERALDO DE ARAGÓN

Que se vayan con la música a otra parte

El Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza se ubica en un antiguo colegio de la calle de San Vicente de Paúl.
Que se vayan con la música a otra parte
Toni Galán

Profesores, alumnos y AMPA del Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza llevan varias semanas empeñados en reivindicar unas condiciones pedagógicas dignas. 

Es lo que cabe esperar. Pero en Zaragoza pasan cosas que no ocurren en otras ciudades. Aquí hemos aprendido a perpetuar lo provisional y luego, ya de paso, volverlo invisible. Pasamos por delante de antiguos problemas sin mirarles a los ojos pero, también, sin bajar la mirada. Como si no existieran. Ahí están el Fleta, la Mantería, el palacio de Fuenclara, la antigua Escuela de Artes o el Archivo Histórico Provincial, que lleva 42 años alojado "temporalmente" en el palacio de Huarte de Ibercaja.

El caso del Conservatorio Profesional es muy parecido al del archivo. El problema se remonta a hace ya 27 años, cuando se reordenaron las enseñanzas musicales en la ciudad y se dividió en dos el viejo conservatorio de la calle de San Miguel. Para el Conservatorio Superior se construyó un edificio moderno, bien dotado y de nueva planta: un lujo necesario; y a los alumnos del Profesional se les estabuló en un antiguo colegio de la calle de San Vicente de Paúl, que no reunía condiciones pero que era una solución "transitoria".

La situación de los 655 alumnos que estudian en el Conservatorio Profesional de Zaragoza es insostenible

El resto de la historia ya la conocen: al estar catalogado el edificio, no se pudieron hacer en él reformas necesarias. Luego ha envejecido mal, no se puede ventilar adecuadamente, la mayoría de las aulas carece de iluminación natural, este curso ha habido goteras en la última planta y no existe presupuesto para repararlas, la sala de espera para los padres se ha tenido que reconvertir en aula... Como el centro está desbordado, se les ofrecieron hace años un número de aulas, que ha ido creciendo, en el cercano instituto Pedro de Luna. Tampoco reúnen condiciones pero, ya saben, era otra solución "provisional". Y ahí estamos. Este año todos los alumnos, o casi todos, tienen que moverse de un edificio a otro. No llegan a tiempo a sus clases.

Los chavales han llegado a dar conciertos reivindicativos en la plaza de España o debajo del puente de Hierro, lo que les ha llevado a los telediarios nacionales. Pero ni la atención mediática, ni las palmaditas condescendientes, ni siquiera que el Justicia instara a la DGA hace tres años a corregir la situación, les ha servido para nada de momento. Lo que necesitan es un conservatorio en condiciones. Y pronto. Tienen que irse con la música a otra parte, a un edificio que reúna las condiciones necesarias para aprender, sentir y vivir la música como cualquier otro joven europeo. Nadie explica por qué son menos que sus ‘hermanos mayores’ del Superior; o qué les diferencia de los alumnos de la Escuela de Artes o de los que estudian en los conservatorios profesionales de Huesca o Monzón.

Necesitan con urgencia un edificio en el que puedan recibir adecuadamente su formación musical

Todo esto sucede, además, cuando el Departamento de Educación, Cultura y Deporte está preparando una orquesta sinfónica para Aragón. Un proyecto que costará varios millones de euros al año. Y aunque una orquesta y un conservatorio digno no sean excluyentes entre sí, uno se pregunta si poner en marcha la sinfónica sin haber arreglado la situación de los 655 alumnos no será empezar una casa por el tejado.

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