De los libros a las urnas

Protesta de la España Vaciada frente el Congreso
De los libros a las urnas.
Enrique Cidoncha

Se comprende a Sergio del Molino cuando manifiesta su malestar por la variación a la que se ha sometido a su bien hallado sintagma ‘España vacía’. 

Ese recelo lo refrendan no pocos expertos, como el catedrático de Historia Económica Vicente Pinilla, que creen poco objetivo atribuir a terceros un fenómeno tan complejo como la despoblación de grandes áreas de nuestro país.

Lo que no parece discutible es la influencia que el movimiento inspirado en esa literatura está teniendo en la política española, convertido ya en una marca, España Vaciada, que siguiendo la estela de Teruel Existe se podrá votar el 13 de febrero en cinco de las nueve provincias de Castilla y León.

Ya es sabido que el mismo día que Soria ¡Ya! anunciaba estar preparada para concurrir en las próximas elecciones que se convocaran, el presidente de esa comunidad, Alfonso Fernández Mañueco, contraprogramaba la actualidad adelantando las autonómicas para dificultar la formación de candidaturas de esa nueva opción. Aunque se celebren en invierno y en plena ola pandémica.

De hecho, que solo concurran en cinco circunscripciones es la traducción de ese objetivo y la plasmación de que el PP está monitorizando el escenario al milímetro. Y es que los populares se juegan mucho. Hacia adentro, Pablo Casado necesita una victoria suficiente que atempere a Isabel Díaz Ayuso. Y hacia afuera, seguir gobernando y, además, superar al PSOE, que fue el partido más votado en las anteriores autonómicas castellano-leonesas, para apalancar el mensaje de que ya estamos en el cambio de ciclo político. En 2019, el PSOE obtuvo 35 diputados, frente a los 29 de los populares -que ha gobernado con los 13 de Ciudadanos, el nuevo gran caladero del que todos quieren pescar-, en unas Cortes de 81 escaños.

Es indiscutible la influencia que el movimiento inspirado en la literatura de la España Vacía está teniendo en la política española, convertido ya en una marca, que se
podrá votar el 13 de febrero en cinco de las nueve provincias de Castilla y León

Con este horizonte, las declaraciones de Alberto Garzón a ‘The Guardian’, sobre la ganadería española son una baza que el PP no iba a dejar escapar en una Comunidad donde el sector agroganadero es muy potente. Podemos solo tiene un diputado, por Burgos. Con tan exigua representación, esta formación se juega muy poco y sólo con mantener en general un discurso diferenciado ya le va bien. Pero a los socialistas les ha creado un buen conflicto, en un escenario y tiempos adversos. Solo así se entiende el volumen que ha adquirido en este momento el debate sobre las macrogranjas.

Habrá que ver cómo cuajan las cinco listas de España Vacía, opción que suma a plataformas que defienden distintas causas, generalmente de izquierdas; pero todo apunta a que el partido más perjudicado va a ser el PSOE. No deja de ser sorprendente que el presidente aragonés, Javier Lambán, defendiera en el último Comité federal de su partido incluir en su estrategia electoral hablar con las nuevas plataformas de la España Vaciada. El objetivo: unificar programas y energías y evitar la fragmentación parlamentaria, y convencerles de que la visión catastrofista que trasladan a la sociedad no es real.

Mucho pedalear necesitará el PSOE para establecer esas relaciones, en un momento en el que son movimientos en alza y se han sentido muy zaheridos por los mayoritarios, y cuando los temas por los que surgieron están en el centro de la conversación política. Comunicaciones, conectividad, bonificaciones fiscales,... y, por supuesto, el tipo de ganadería, debate que tanto nos ocupa estas semanas y que, valga recordar, se rige por las normas de la Unión Europea. Como se sabe, es especialmente relevante en la España interior, donde la economía de muchas familias depende de la combinación de explotaciones agrícolas y ganaderas, extensivas o intensivas.

Desde luego el ministro Alberto Garzón ese mundo lo conoce poco y cuando habla de sostenibilidad más de uno se pregunta por la suya propia, pues de donde había un ministerio, llevado con solvencia por una política sobria y fiable como María Luisa Carcedo, que lo era de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, se sacaron tres. Tan forzadamente que ahora vemos las consecuencias.

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