Pilares y un pato

Una pareja de baturros, el Día del Pilar de 2020.
'Pilares y un pato'
José Miguel Marco

Dicen que los abogados norteamericanos utilizan una frase en los juicios para despejar dudas: “Si tiene pico de pato, patas de pato y plumaje de pato, probablemente sea un pato”

En Aragón, no sé si como un homenaje al surrealismo de Buñuel, nos hemos puesto místicos con las Fiestas del Pilar. Ya el día que se anunció que se suspendían pero manteniendo los actos descubrí un ejercicio de retórica como pocos en los últimos años. Pero si a ello le sumamos la relajación de las restricciones en aforos y hostelería en las semanas previas a las fiestas (como la cosa siga así, igual vivimos otra desescalada hostelera antes de Pilares), parece cada vez más claro que habrá Fiestas del Pilar en lo social aunque se nieguen en lo político. De hecho, las declaraciones de Javier Lambán: “Si no ha habido fiestas en ningún municipio no podía haberlas en Zaragoza”, me sonaron a negar la evidencia (habrá Pilares) para evitarse las previsibles críticas de favorecer a los capitalinos zaragozanos respecto al resto de Aragón.

Lo grave de la situación que estamos viviendo con estas Fiestas del Pilar es la infantilización que se ejerce una vez más desde la política sobre la población. Con unos elevadísimos índices de vacunados contra la Covid-19 ya en esta segunda quincena de septiembre, y entendiendo que el camino hacia la normalidad se basa en las vacunas y medidas no farmacológicas de prevención, la política vuelve a marearnos con la salida de la pandemia. La población necesita certezas después de cumplir con sus obligaciones y los Pilares, en lugar de una amenaza, se debieron entender como una oportunidad de ir mostrando que se puede regresar a la vida social con cuidado y que con casi un 80% de aragoneses vacunados, unas fiestas patronales pueden celebrarse con alegría y precaución.

Sin embargo, este “cariño no es lo que parece” que vamos a vivir solo genera incertidumbre sobre las herramientas y la estrategia que las autoridades sanitarias diseñaron para finiquitar la pandemia; y sobre los datos de, por ejemplo, tanto por ciento de vacunados necesario, que los políticos se esforzaron en anunciar para dar seguridad a la economía y esperanza a la gente. Porque sí, es lo que parece: unas fiestas patronales que la política niega pero celebra. Una desfachatez. Un pato (mareado).

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