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  • Heraldo de Aragón

Cartas al Director: "Odón, sin sus fiestas tradicionales"

Una calle de Odón.
Una calle de Odón.
Laura Uranga

Para el mundo, hoy es un día normal, pero para los odonenses y veraneantes de tierras odoneras, hoy es un día especial. Les pondré en situación. Odón, mi pueblo, está ubicado en la España vaciada, en Teruel. A fecha de hoy no es un pueblo turístico. No les voy a engañar, si deciden visitar Odón, verán que estamos los de siempre. Nos mueve su tranquilidad, su clima fresco y su gente (creo que no me olvido de nada, si no, perdónenme). Como ven, es simple, pero con una calidad muy alta, dado que su gente vale millones. Año tras año te encuentras con viejas amistades a las que tienes un gran cariño, que forman parte de tu vida y con las que compartes multitud de historias. Los veraneantes vivimos en lugares diferentes (incluso fuera de España), con un mismo punto de encuentro: Odón. Allí, nuestros lazos de la amistad se estrechan. La confianza, familiaridad y naturalidad no se desvanecen con el paso del tiempo, créanme que es como si nos viéramos todos los días. Cada 23 de agosto los odonenses y los peñistas, con el blusón característico de cada peña, nos reunimos en la plaza, a escuchar voltear las campanas. Aquí dan comienzo cinco días de actividades dirigidas a todas las edades, desde el niño jovenzano hasta el anciano: gymkana, concurso de carrozas, disfraces o guiñote; jotas, cuentacuentos y charanga. No puedes aburrirte, la alegría recorre las calles las 24 horas del día. Por desgracia, estas fiestas no mostraré mi blusón con fervor, ni sentiré esa emoción al ver a todos los odonenses agrupados cenando ‘la vaca’, no me divertiré viendo las carrozas o los ‘playback’. Esta maldita pandemia nos ha robado la ilusión de vivir nuevas experiencias con la cuadrilla, y, aunque podemos sentirnos orgullosos porque nos hemos adaptado, no quita para sentirme triste. Esperemos que acabe la pesadilla del coronavirus.

Mercedes Villa Asensio ZARAGOZA

El atuendo de los presentadores

Hace días que vengo observando que todo en esta vida sube y baja. En este caso concreto me refiero a las presentadoras y los presentadores de televisión, como en otras tantas profesiones; sin aludir a nadie en particular, nada más lejos de mi intención. Voy viendo cómo suben y bajan las modas, las formas de vestir, el atuendo. Y a veces pienso que quién les aconsejará. Empezando por las tallas, que generalmente no coinciden con esos cuerpazos: dos tallas menos. Y siguiendo por las zapatillas y los pantalones cortos, que más parece que se vayan al campo, dicho sea también con todos los respetos a los trabajadores del campo. Ya sé que en otros países sucede lo mismo, pero es que yo estoy aquí. Agradezco que tengan tiempo para leer tantas opiniones de todo tipo y color. Y mi opinión es que a los telespectadores les gusta ser tratado como ellos tratan a los demás. Igual en esta sociedad de los ‘like’ y los ‘love’ nos serviría hacer una encuesta. Sencillamente, me gustan el ‘I like’ y el ‘I love’, pero mucho más, que me traten como yo trato a los demás.

Carmen Aubá

Zaragoza

Una obsesión de Pablo Iglesias

Iglesias, el ya exlíder de Podemos, poco antes de su retirada, llegó a anunciar la inminente llegada de la nueva república. No conozco ni deduzco la obsesión de Pablo Iglesias por abolir la ya consolidada monarquía. Ya en su día sugirió una plataforma para una consulta popular sobre la monarquía. La actual líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, está en la misma línea. Y afirma que Podemos va a seguir trabajando para que la democracia llegue a la Jefatura del Estado y por un horizonte republicano para España. Por otra parte, el CIS de Tezanos ha difundido que nada menos que el 0,3% de sus encuestados está preocupado por la situación de la monarquía. Esto significa que así no podemos seguir; urge esa consulta popular sobre monarquía o república, que le quita el sueño a tantos millones de españoles. Los precedentes no son halagüeños, precisamente. La Primera República Española tuvo como características principales la inestabilidad y la violencia. Fue un periodo confuso, complicado, marcado por la sucesión de hasta cuatro presidentes distintos -en tan solo once meses- y la existencia de tres guerras civiles: la Tercera Guerra Carlista, la sublevación cantonal en la península Ibérica y la Guerra de los Diez Años en Cuba. La Segunda República Española vino a sustituir a la monarquía de Alfonso XIII y, aunque también fue un periodo convulso, sirvió para aplicar algunas reformas importantes y modernizar la sociedad de la época. Con estos precedentes no veo una necesidad imperiosa de la tercera república, y si la propuesta procede de Podemos, ¡huyamos!

José Ignacio del Diego Lajusticia Zaragoza

Llamada al centro de salud

Cuando llamas a tu centro médico salta una frase que indica que están en hora punta y una serie de opciones; y si no, espere. Y las esperas acaban, salvo en alguna ocasión, en minutos y minutos y sin solucionar tu problema. Si pides cita te la dan a muchos días vista, te puedes ir unos días de vacaciones y aún volver a tiempo. Quiero dejar muy claro que nuestros sanitarios no tienen culpa alguna, porque hay que apoyarlos en la tan delicada labor que cada día realizan. Nuestra sanidad pública cumple unas directrices de los gobiernos de turno, que año tras año no hacen nada por mejorar las muchas deficiencias que tenemos, como las aquí expuestas; o tardan meses en hacer pruebas, consultas con el especialista u operaciones. Los presidentes del Gobierno central y del aragonés deberían trabajar juntos en mejorar nuestra sanidad pública. Y que no olviden los tres pilares principales que sostienen España: sanidad, educación y justicia. Que los apoyen.

Enrique Gimeno Clerencia

ZARAGOZA

La despoblación

Estuve una semana en Ibdes (Zaragoza), prototipo de pueblo pequeño, de 400 habitantes. Viene perdiendo habitantes desde hace más de tres décadas por una población demasiado envejecida y el éxodo de los más jóvenes. Con la pandemia, parecía que a raíz del teletrabajo había posibilidades de una vuelta a los orígenes, pero mucho me temo que será un fenómeno pasajero. Para dar solución a este drama, cabrían estas propuestas: Incentivar la llegada de familias con hijos, facilitándoles vivienda y trabajo. Potenciar una red de residencia para mayores. La llegada de empresas que atraigan población y servicios públicos para facilitar su asentamiento. No es un problema fácil y sin inversión publico-privada muchos pueblos están condenados. Salvo en verano, que se llenan. Es una pena, porque tiene mucho mérito el trabajo que realizan esos alcaldes modestos por revitalizar sus pueblos.

Luis Solanas Cebolla

ZARAGOZA

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