Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

El indulto y la solución

Quim Torra (al fondo) saluda a los procesados por el 'procés' durante el juicio
'El indulto y la solución'
EP

Se hallan algunos políticos encerrados en sus pensamientos sobre la idoneidad de asistir o no, hoy, a la manifestación contra los indultos a los presos del ‘procés’. 

Sobre si compartir foto con Vox es una cuestión de ultramontanos neofascistas en un contexto en el que lo importante es la imagen, el tuit, o si hay que protestar en silencio y en casa, a ser posible sin alzar la voz, porque uno siempre tendrá que pescar en todos los caladeros del voto cuando llegue la hora señalada. Arrastra España ese maniqueísmo asfixiante, casi telúrico, que impide a un señor analizar con independencia lo que le dé la gana y expresarlo de la forma que le convenga. Lo que, en otras palabras, se llama libertad. Hasta la fecha, los únicos actos antidemocráticos e intolerantes los han protagonizado quienes ahora balbucean el indulto como solución, ante un problema creado exclusivamente por una élites que se enriquecieron mientras arruinaban a su Comunidad durante décadas. 

Si Junqueras pretende recoger las nueces después de haber sacudido también el árbol, se equivoca. De la misma manera que la independencia del País Vasco no es imposible pero es tan improbable como la anexión de Navarra, la ensoñación tan real que condujo a miles de catalanes a la frustración solo tiene el camino de la reconstrucción desde el proyecto común de un país, de una nación. Y, todo lo demás, supone seguir engordando una quimera que solo está fracturando la unidad de España desde el empecinamiento de unos pocos. Nada debe objetarse a la invocación del presidente del Gobierno para encontrar una solución desde el diálogo. Y ojalá se consiga por el bien de todos los españoles. Pero la estrategia del recorrido corto a través de la creación de una mesa de negociación al margen de las Cortes españolas solo logrará estirar el imposible. Si los indultos sirvieran o ayudaran a reconstruir puentes, se debería reflexionar sobre su idoneidad, pero los condenados por sedición no pueden decir más alto y más claro que volverán a desobedecer las leyes y a aplicar, de nuevo, la vía unilateral. La ley sustenta el Estado de derecho y los indultos forman parte del ordenamiento. Pero concederlos a quienes quieren seguir rompiendo España es, sencillamente, irresponsable y peligroso.

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