Música de ausencias

Opinión
'Música de ausencias'
Pixabay

En esta época de encierros y distancias, muchos niños están al cuidado exclusivo de sus atareados padres, mientras deben vivir alejados de sus abuelos y otros familiares. En la angustia de la pandemia, los mayores sufren la ausencia de los pequeños, añoran su edad de la inocencia, sus menudos avances. Extrañamente, se ha invertido el antiguo precepto evangélico: no dejéis que los niños se acerquen. Unos cambian, semana a semana, mes a mes, en la acelerada galopada del tiempo infantil, mientras para otros solo crece la nostalgia.

Los hermanos Grimm recogieron la historia de los niños ausentes de Hamelín. Una ciudad es invadida por las ratas, hasta que un misterioso flautista las hechiza al son de su música. Cuando los lugareños se niegan a pagar la recompensa prometida, el forastero se lleva a sus hijos. Esta fábula evoca hechos reales: un manuscrito medieval alude a la traumática pérdida de un centenar de niños de Hamelín en 1284. El flautista no era sino una alegoría de la peste negra que causó estragos en aquella Europa; las ratas, un símbolo de la epidemia. En el trágico final, la ciudad sufre el castigo por su egoísmo y falta de gratitud. Ante una desgracia colectiva, solo la colaboración y la generosidad sanarán la cicatriz de las separaciones. Hoy vuelve a resonar la antigua melodía: un cuento sin hadas para cuando vienen mal dadas.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión