Aventuras de Verano/8

"Paseo por los Pirineos con la imaginación y escucho el 'Somos' de Labordeta"

Pablo José Rico Lacasa (Zaragoza, 1955) es comisario de arte. Ha dirigido, entre otros centros, el Museo Pablo Gargallo y la Fundación Miró de Mallorca. Ha coordinado alrededor de 300 exposiciones en diversos lugares del mundo. Reside en México.

Pablo Rico, junto a Jessica Lange.
"Paseo por los Pirineos con la imaginación y escucho el 'Somos' de Labordeta"

-¿Qué hace un ‘curator’, comisario de arte, en México en verano? 

-En mi caso, y concretamente este verano, preparar nuevos proyectos y escribir… Actualmente tengo dos exposiciones en Oaxaca, México, casi recién inauguradas; seguramente iré próximamente unas cuantas veces a Oaxaca para algunas de las actividades complementarias, como conferencias, entrevistas, etc…


- ¿Dónde suele veranear?

Aquí en México no suelo veranear ya que el clima en los valles centrales es bastante inclemente en verano para mí: estamos en plena temporada de lluvias, llueve todos los días, el tiempo es fresco… Por otra parte, las costas del Pacífico y del Golfo están amenazadas por tormentas tropicales y huracanes. No es una temporada que me guste o que me relaje… Prefiero disfrutar el hermoso y dulce “verano” del invierno, la temporada seca de noviembre a abril, entonces suelo ir a la costa del Pacífico o Yucatán, al mar; echo en falta el mar… He vivido más de veinte años en Mallorca, una isla…


- ¿Qué hace diferente en verano al resto del año?

Personalmente, no he sentido esa diferencia, sobre todo a causa de mi trabajo internacional… Me he pasado años viajando permanente y de seguido del hemisferio norte al sur, de oriente a occidente… Era normal que pasara una semana en Beijing, por ejemplo, en invierno, con nieve y grandes heladas y luego de inmediato fuera a Sudamérica a preparar otro proyecto o inaugurar una exposición en pleno verano tropical. Durante años viajé con dos maletas, una de invierno y otra de verano.


- ¿Cuál ha sido el viaje y la ciudad de su vida?

Seguramente mi viaje iniciático más decisivo en mi vida personal y profesional fue mi primer viaje a Italia en 1978, nada más acabar la carrera. Fue el gran viaje, el de los descubrimientos sutiles y la belleza por doquier… Mi llegada a Venecia en aquel “ferragosto”, los días que allí pasé, marcaron toda mi vida hasta hoy, sin exagerar. Debo a Venecia gran parte de lo que he sido en la vida…


- El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Lo persigue algún recuerdo especial?

En aquellos veranos me inicié en los regalos de la vida: la amistad, el amor, la aventura, lo prohibido… Recuerdo que veraneaba con mi familia tres semanas de julio en Alicante y las cuatro semanas restantes en Bronchales, en la Sierra de Albarracín turolense. Eran tan distintas las sensaciones en el mar que en la montaña, pero absolutamente sucesivas e inseparables en mi memoria.


- ¿Cuál son la exposición y el artista de su vida?

Complicado… Si son de las mías, 'The Bridge', la antológica de Marina Abramovic simultáneamente en Valencia y Alicante, en 1998, y 'Settecento Veneciano', en 1990. Como artistas de mi vida, Goya, Miró. Yoko Ono, Marina Abramovic, Xu Bing, Hidetoshi Nagasawa… Con todos ellos he creado hermosos proyectos memorables.


- ¿Qué es lo que le retiene en México?

El amor… Mi pareja es mexicana. Y también mis ilusiones y esperanzas renovadas, personal y profesionalmente hablando. Aquí todo lo que tiene que ver con la cultura y el arte no está en crisis, se respeta y se apoya. Espero, deseo, tener mi hogar en México en esta última etapa de mi vida.


- ¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

Cosas sencillas, he aprendido a vivir sencillamente: caminar al menos dos horas, pasar buenos ratos con mis perros Pollock y Taro y aprender de ellos, regalarme con su cariño, preparar la cena (cocino casi todos los días) y compartirla con mi pareja cuando regresa de la oficina (es mi modo particular de regalarle algo especial cada día), escribir y leer, editar mi página de Facebook (que es como mi diario) y poco más…


- Cuando mira hacia España y hacia Zaragoza. ¿Cómo las ve?

España es para mí, sobre todo, Zaragoza y Mallorca. Añoro algunas cosas fundamentales de mi vida allí, en Zaragoza, sobre todo mis amigos y cómplices con los que compartí tantas experiencias y anhelos: Paco Rallo, “mis chicas” compañeras de trabajo, artistas como Santiago Arranz o Sergio Abraín, por ejemplo, a José Luis Corral, a mi hermano Luis… tantos… No soy de nostalgias pero sí de lágrima fácil y vello erizado. De vez en cuando paseo por los Pirineos con mi imaginación y escucho a lágrima viva el 'Somos' de José Antonio Labordeta… Y alguna vez pienso en volver y hacer la “penúltima” exposición de mi vida allí, como fue la que hice con Yoko Ono en el Palacio de Sástago…


- ¿Cuál ha sido el gran personaje, real o de ficción, de sus vacaciones?

Marco Polo, el de Venecia, el de Asia, el de 'Ciudades invisibles' de Italo Calvino… Creo que Marco Polo es mi álter ego…


- ¿Cómo fue su primera vez?

En Venezia, por supuesto: mi primera revelación mágica, el presentimiento de lo que iba a ser mi vida, el amor apasionado, la aventura, mi primera exposición grande, la antológica de Goya en 1989…


- De tantas y tantas mujeres que ha tenido cerca: Yoko, Marina, Jessica Lange, Rebecca Horn, Valerie Campos. ¿Con cuál se iría de viaje? ¿Con cuál ha hecho un viaje inolvidable?

Con Yoko he viajado muchas veces, con Rebecca Horn hice un viaje inolvidable a Cuba, con Marina he estado en muchas ciudades… Mi viaje inolvidable con un artista te diría que con Hidetoshi Nagasawa, con él he pasado literalmente meses de viajes juntos; el más especial fue por Japón en 2009, luego de inaugurar su triple antológica… Con quien me iría de viaje iniciático, por el desierto y a ciegas, sería de nuevo con Marina Abramovic.


- ¿Cuál es la mejor anécdota veraniega vinculada a su profesión?

Recuerdo una exposición antológica de Eusebio Sempere que debía inaugurar el Príncipe Felipe en Moscú. Mi maleta no apareció durante los tres días del montaje y llegamos al día de la inauguración en la que debía actuar como comisario de la exposición, pero también dar entrevistas, participar en la comida de honor, estar en una gala en el Bolshoi, etc. Así que a media mañana les dije a los organizadores españoles y rusos que así no podía ir… y por supuesto me llevaron a una boutique de lujo y allí me proveyeron de todo, desde un traje impecable hasta ropa interior.