Los últimos proyeccionistas

La era digital acaba con un icono de la cultura cinematográfica del siglo XX, el celuloide, y con ello la figura del operador de cámara se desvanece. Las pequeñas poblaciones se debaten entre asumir el coste de las nuevas máquinas o eliminar esta actividad cultural

Todavía quedan sitios donde se corta el celuloide, pero cada vez son menos las películas que se distribuyen en formato 35 milímetros. Esta película perforada, patentada por Thomas Edison y William Dickinson en 1892, sobrevivirá, como ha ocurrido con el vinilo en la música, pero la entrañable figura del proyeccionista, ese centinela que era capaz de adueñarse del alma de una máquina sin perder el hilo de la historia, pierde identidad y puede que acabe por desaparecer. Para las distribuidoras 2014 es el año del apagón analógico cinematográfico.


Los viejos proyectores siguen con la luz encendida en espacios como la Filmoteca de Zaragoza, donde se perpetuará; en un buen puñado de localidades que se plantean cómo afrontar la reconversión y en cineclubes como el Cerbuna.

Para continuar con el negocio de la exhibición hay que digitalizarse. Aún así, la empresa Zaragoza Urbana, que gestiona en la capital aragonesa los cines Cervantes, Palafox, Aragonia y Elíseos (cerrado desde principios de agosto para estudiar su digitalización), conserva algunos de sus proyectores de 35 mm en doble formato. "No nos desprendemos de ellos ante posibles escenarios futuros y hoy tampoco les podemos dar ningún tipo de salida en el mercado. Se acabarán convirtiendo en reliquias, señalan responsables de la compañía.


Ahora, todos los títulos llegan en discos duros. Hay contadas excepciones, como la del director Christopher Nolan, responsable de la última saga de Batman, que ya ha anunciado que su nuevo filme, ‘Interstellar’, será estrenado en noviembre en el sistema tradicional. Los Palafox echan mano del celuloide en sus ciclos clásicos. En el que hay en marcha en estos momentos seis de ocho cintas son en 35 mm. "Para nosotros es un marchamo de calidad y algo que nos diferencia. El siguiente paso, para el que ya se están preparando, es la retransmisión de las películas vía satélite.Un gasto de 40.000 euros

Los alrededor de 40.000 euros que cuesta el exhibidor digital más sencillo frenan su implantación en pequeñas salas que funcionan en distintas localidades aragonesas. Lo sabe bien Óscar Hernández, propietario de la empresa Servoeléctrico cinematógrafo, que programa cine e instala equipos por todo Aragón. En su opinión, esta transición digital "necesita de una voluntad política, ya que en la mayoría de los sitios el cine funciona en espacios municipales. Tiene claro que "para poblaciones de 3.000 habitantes es un gasto importante.