Guillermo Pérez Sarrión

Guillermo Pérez Sarrión (Valencia, 1947) es profesor de Historia Moderna de la Universidad de Zaragoza. Esta tarde (19.30, Ibercaja Patio de la Infanta), pronunciará la conferencia 'La economía como ciencia de gobierno en la Ilustración aragonesa'. Será la cuarta sesión del ciclo 'El patriotismo de la razón', organizado para reflexionar en torno a la historia y el legado de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, en el marco de la exposición que se le está dedicando en Zaragoza.

¿Qué le parece la exposición sobre la Económica Aragonesa?


Es una muestra excelente, como no podía ser de otra forma, porque Ibercaja, que es quien la ha organizado, habla en ella de sus padres históricos. Se nota que es una muestra preparada con mucho cariño y rigor, y que merece una visita reposada.

Hoy hablará de economía...


Del nacimiento de la economía civil. Me parecía un tema muy interesante porque se produjo en un contexto histórico como el actual, de crisis.


Y ¿qué es la economía ‘civil’?


La economía, que nació en el siglo XVIII y que recibió entonces muchos nombres: economía civil, economía política, ciencia del comercio... Llegó de la mano de la Ilustración y de la modernidad, y como consecuencia de una revolución científica que dio lugar a tres nuevas ciencias sociales, el Derecho Público, la Economía y la Historia.


Y antes de la economía, ¿qué existía?


Antes había ideas, pero no sistemas. Pero la Ilustración nació en un momento histórico de crisis, de cambios evidentes: el feudalismo llevaba tiempo retrocediendo, el Estado se iba haciendo cada vez más poderoso y necesitaba gente que le analizara la realidad. Ese análisis certero de la realidad se lo iban a proporcionar las nuevas ciencias sociales, los juristas, los economistas y los historiadores. Y en aquella época a todos ellos los llamaban filósofos.


¿Y por qué estas disciplinas no nacieron en el seno de la Universidad?

Porque en aquellos tiempos estaba dominada por la Iglesia, con muchísimos intereses en todos los ámbitos de la sociedad, y en la ruina. Dentro de las sociedades económicas se acabó creando lo que en otros países nació en las universidades.


En ese Siglo de las Luces la economía tenía facetas que hoy no tiene. Usted reivindica el aspecto moral y ético que poseía en aquellos tiempos.


Es que en la Ilustración, la economía se veía vinculada al progreso de las personas, a la reducción de las desigualdades. Los ilustrados querían entender el ser humano en su totalidad y, desde su punto de vista, la economía era solo parte de la realidad. Por eso analizaron el funcionamiento del hombre como individuo y su sistema de valores. Padres de la economía moderna, como David Hume o Adam Smith, escribieron obras como ‘Investigación sobre los principios de la moral’ o ‘Teoría de los sentimientos morales’. La economía, hoy, tiene otros matices.


Desgraciadamente, ¿no?


Cuando la economía surgió era una ciencia humana, que estaba al servicio de las personas. Debe tener una dimensión humana, en especial en tiempos como los actuales.


En su conferencia va a hablar de cinco personajes clave en la historia de la Económica Aragonesa.


Hablaré de los que considero más destacados en relación con una de las creaciones más importantes de la entidad, la Cátedra de Economía Civil y Comercio: Tomás Anzano, Antonio Arteta, Lorenzo Normante, Miguel Generés e Ignacio de Asso. La historia de laReal Sociedad Económica Aragonesa es, también, una historia de nombres propios.


¿Cuál cree que ha sido el principal legado de la institución?


En mi opinión, el entusiasmo reformista, el posibilismo y el uso de la razón y los argumentos como medio de analizar la sociedad... La creencia de que la razón, que es el mayor privilegio del ser humano, es capaz de resolver sus problemas.


¿En qué se equivocaron las sociedades económicas?


Quizá tenían que haber sido más radicales. Los ilustrados pensaban que la sociedad era un cuerpo armónico que podía ser reformado por la razón, y pronto se vio que no, que en realidad es un cuerpo conflictivo que no siempre se mueve por los criterios de la razón. Los ilustrados, además, también tenían sus contradicciones: se daban cuenta de que chocaban con la Iglesia pero no podían ni querían dejar de ser católicos. Y, también, el reformismo ilustrado se vio superado por la contundencia de los hechos. Se vio sorprendido por la Revolución.