MÚSICA. OCIO Y CULTURA

Víctor García Casas: "La música es un sueño hecho realidad por el que doy gracias a la vida"

Este compositor y cantante, que trabaja en Comercio Exterior y vivió en Londres, estrena dos temas en Youtube: a orillas del Ebro y en el Principal

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Víctor García Casas, quinto por la izquierda, con la banda con la que grabó en e l Teatro Principal la canción 'Esa cierta soledad'.
Archivo Víctor García Casas.

Víctor García Casas (Zaragoza, 1964) es licenciado en Derecho, se dedica al Comercio Exterior, y lleva ya varios años, como mínimo desde la pandemia de la covid-19, con mayor hondura, si puede decirse, dedicándose a la música. Trabaja en un disco y acaba de ofrecer dos temas recientes (en realidad son algunos más), que circulan y suenan en YouTube. Son ‘Esa cierta soledad’ y ‘Eres cierzo, eres nuestra cruz’. Explica así su trayectoria, que lo emparenta, a través de su padre, con José Antonio Labordeta.

¿Desde cuándo canta y por qué? ¿De dónde le viene esa pasión?

Igual fue premonitorio el que naciera un 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Desde pequeño me veo siempre cantando y creando melodías; todo el día con una melodía en la cabeza, y así sigo. Mi juego favorito de crío era ponerme discos de mis padres, por ejemplo de la orquesta de Pérez Prado y jugar a que yo era el director de esa orquesta mientras, a la vez, tocaba un supuesto piano, que en realidad era un mueble con una máquina de coser de mi madre. Y siempre lo hacía a escondidas. Mis padres comprendieron mi pasión por la música y me llevaron a un profesor de guitarra en una bocacalle del Paseo Cuéllar.

¿Qué aprendió con él?

Me enseñó cuatro notas para acompañamiento. La primera canción que aprendí a acompañar allí fue ‘Adiós con el corazón’. Imagínese. Mi padre era amigo de juventud de José Antonio Labordeta (José Antonio nombra a mi padre en su, desgraciadamente, último libro), y vivíamos muy cerca. Se oía su música en casa, aparte de otros tipos de sonidos, y eso también me influyó mucho. Así, en mi adolescencia comencé a escribir canciones y tuve un ‘simulacro’ de grupo de rock (se llamaba Kiosco, pero había quien nos llamaba ‘Kiasco’).

Bueno, ya sabe que el humor y la mala baba a veces van juntos. ¿Cómo ha ido evolucionando?

Ja ja ja. Después, ya cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Zaragoza, comencé a tocar en bares y locales de Aragón mis propias canciones. Cuando acabé Derecho me especialicé en Comercio Exterior y obtuve dos becas, una en Glasgow y otra en Londres. Aquí conocí a una señora española que con su marido inglés habían abierto tres restaurantes españoles, y en dos de ellos tocaba tres días a la semana; me pagaban 30 libras por noche, la cena y dos bebidas. Y yo era más feliz que una perdiz. Allí me sentí algo músico cuando volvía a mi casa en el metro con mi guitarra en su baúl. Versionaba temas como 'Cielito Lindo', 'Guantanamera', 'Reloj no marques las horas'... aunque de vez en cuando colaba alguna de mis canciones. Sin embargo, cuando la vida se puso seria opté por ser pragmático.

¿Y eso qué quiere decir?

Quizá fui cobarde, pero yo veía que vivir de la música era muy difícil y decidí centrarme en mi profesión, en el comercio exterior. He viajado por casi un centenar de países, He tratado con multitud de personas y empresas. Y siempre he tenido varias guitarras en casa y he continuado componiendo.

¿En qué momento dio un paso adelante?

Fue durante la pandemia de coronavirus cuando me planteé grabar. Primero en casa, con un multipistas muy básico empecé a mezclar sonidos para algunas de las más de 80 canciones que tenía escritas. Dio la casualidad de que a través de mi lugar de trabajo conocí a Chechu Martínez, del estudio de grabación Séptimo Cielo, y no me lo pensé más. Ahí empezaron mis grabaciones… y mis videoclips. Esto fue hace tres años. Y ahí sigo. He querido probar con diferentes profesionales y estudios y he podido colaborar con algunos de los mejores músicos de esta tierra: guitarristas como José Luis Arrazola, Yeins Pianetta, Víctor Hugo Chiche. El bajista inglés afincado en Zaragoza, Gaz Rackham. Y dos baterías, los ‘Adrianes’, que así les llamo: Adrián Berna Arguedas y Adrián Garcés Lizama. Así como el citado Chechu Martínez Herranz y Richi Martínez, de Séptimo Cielo y de Estudios Kikos, respectivamente. Todos ellos excelentes músicos y, más importante, excelentes personas. Para mí es un lujo y un privilegio poder compartir mi experiencia con todos estos monstruos. Es un sueño hecho realidad por el que doy gracias a la vida. La mayoría de mis videoclips han sido realizados por otro amigo de la infancia en mis vacaciones de Belchite: el realizador Simón Aranda. Otro figura como mi gran amigo Félix Teira.

¿Qué busca con sus letras? ¿Las cuida mucho?

La verdad es que con mis letras no busco nada. Me salen. Muchas veces son un desahogo psicológico, un sustituto de un terapeuta. La letra de la última canción, ‘Esa cierta soledad’, que grabamos en el Teatro Principal, me salió al entrar en el piso de mi madre unos días después de su entierro (murió el año pasado). De pronto supe lo que es la ausencia y la presencia; la presencia ausente o la ausencia presente; mi madre ya no estaba ahí, pero seguía su cama con las sábanas como ella las dejó cuando se la llevaron, sus jerséis con sus olores, su sillón junto a la ventana… Y surgió la canción; fue una necesidad.

Vayamos con el tema ‘Eres cierzo, eres nuestra cruz’. Parece que quiere ser un himno, un viaje o una exaltación del cierzo tan ambivalente. ¿Es así?

La verdad es que no me había planteado qué pudiera ser algo. Fue como un divertimento; pero sí, podemos decir que es un viaje acompañando al cierzo por nuestro Aragón. Al final el cierzo es como un amigo borde que, siendo tu amigo, le quieres, pero ello no significa que no siga siendo borde, sobre todo cuando se pone borde y te complica la vida.

¿Cómo se plantea la música?

La música es mi vida. Es un sueño hecho realidad por el que doy gracias a la vida. La mayoría de mis videoclips han sido realizados por otro amigo de la infancia en mis vacaciones de Belchite: el realizador Simón Aranda. Otro figura. Me gusta todo tipo de música. Todo. Para mí el YouTube fue un descubrimiento. Estoy continuamente viendo vídeos de varios tipos de músicos porque me gusta casi todo; flamenco, jazz, blues, country, clásica, pop, folclore… Hay muy pocas cosas que me disgusten. Todo tipo de música viene de una creación, y eso siempre merece un respeto, aunque no te guste.

¿Podría decirnos tres discos que le hayan gustado mucho y que sean importantes para usted?

Es muy difícil elegir entre tantas y tantas obras de arte y tantos estilos. Pero entre los que más me han influido personalmente, cito ‘Transformer’ y ‘New York’, de Lou Reed, ‘Troubadour’, de JJ Cale, y cualquiera de Javier Krahe o Labordeta. Pero, claro, es que hay tantos y en tantos estilos. He flipado viendo al bajista Stanley Clark y también a José Mercé con Tomatito. Es imposible elegir entre tanta belleza.

¿Cómo sueña su carrera? ¿A dónde le gustaría llegar?

La verdad es que no me planteo una carrera. Simplemente estoy haciendo lo que me apetece hacer, que es grabar mis canciones, las que pueda, con sus correspondientes videoclips. No me he planteado el volver a tocar en público, y mira que me lo han propuesto. Igual algún día me da y me monto un recital en algún bar o centro cívico por probar. Por cierto, grabar en el Principal fue muy chulo, pero ya tenía experiencia: a los cuatro años canté alguna canción de Los Chipiritifláuticos allí con el colegio el día de la madre.

Víctor García Casas con su banda a orillas del Ébro, donde grabaron la canción del cierzo.
Víctor García Casas con su banda a orillas del Ebro, donde grabaron la canción 'Eres cierzo, eres nuestra cruz'.
Archivo Víctor García Casas.
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