Juan Villalba: "Por lo menos, por placer, hay que ir una vez en la vida a Albarracín"

Año tras año, la localidad turolense es elegida una de las más bellas de España. El escritor nacido en Sarrión le dedica un libro espectacular, todo ‘un viaje en el tiempo’ (Pregunta).

Juan Villalba
Juan Villalba
H. A.

Si hay un enamorado absoluto de Teruel, Juan Villalba Sebastián (Sarrión, 1962) se lleva la palma. Ha escrito de cine, literatura, arte, música, etc. Ha publicado libros sobre Elvira de Hidalgo, Clemente Pamplona, el tenor Juan García (de Sarrión como él) o de Teruel. Ahora sale ‘Albarracín. Un viaje en el tiempo’. Todo ello a la par de sus variadas y selectas ficciones. Es colaborador asiduo y entusiasta de HERALDO. 

¿Por qué Albarracín?¿Qué le llamaba?

Albarracín es una joya monumental y paisajística, ejemplo de conservación del patrimonio a nivel mundial y pensé que merecía un libro de viajes un tanto especial, como tienen otras grandes ciudades.

La han definido y retratado muchos, pero ¿qué diría usted, cómo la retrata, qué palabras propias le pondría un narrador y un historiador como Juan Villalba?

Es un no lugar, un limbo espacial, una irrealidad en la que uno se suspende y no desea abandonar.

Así, de entrada, ¿cómo definiría su viaje en el tiempo? ¿Qué tiene, qué buscaba y qué ha encontrado?

Es un juego de cajas chinas, mi viaje en el tiempo son a la vez muchos viajes: sentimental -el del viajero actor- en busca de un amor infantil; físico por las calles y los paisajes de Albarracín; cultural por su historia, literatura, música, pintura, fotografía, cine, etc. Buscaba describir algo real y me encontré con ‘Brigadoom’, un «sueño de geología y urbanismo dormido a la espera de la misma resurrección», Vázquez Montalbán ‘dixit’.

Una de las sorpresas del libro. Si uno mira en su historia, ¿qué tres o cuatro hitos le han subyugado en su investigación?

Albarracín tiene mucho de irreductible aldea gala: los hostigamientos celtas a los romanos; el lujo, refinamiento y crueldad de la taifa de los Banu Razin; el momento de la herida en el cuello del Cid «e todos creían que fenecía»; el frustrado intento de anexión por Jaime I; la lucha contra la Corona de España por mantener sus fueros; la defensa contra los franceses… Cada tema daría para un libro, y alguno lo tiene.

Le ha interesado todo. Por ejemplo: Abarracín es un territorio de cine que vio en sus calles, entre otros, a Fernando Fernán Gómez, a Anthony Quinn y a Ana Belén, de jovencita y luego ya más veterana, a Jorge Sanz… ¿Cuál considera que es la impregnación cinéfila de la villa?

La fuerza visual de Albarracín es tal que va más allá de ser un mero decorado y la convierte en protagonista de las películas que se han rodado en ella, empezando por ese hilo conductor en mi libro que es ‘Valentina’, pasando por las folclóricas, ‘La Dolorosa’ o ‘Alma aragonesa’, como las que tienen la Guerra Civil o el maquis como tema, ‘¡Jo, papá!’ y ‘Torrepartida’. Sin olvidar series de televisión como ‘El mayorazgo de Labraz’ o superproducciones internacionales como ‘La promesa’.

También aborda la pintura y ha encontrado pequeñas maravillas… ¿no? Pintores viajeros, sobre todo extranjeros.

Los españoles también son legión: Benlliure, Zuloaga, Solana… También son numerosos los extranjeros, caso del estadounidense Vernon H. Bailey: en sus estancias en España en 1921 y 1925 dedicó varios cuadros a las ciudades de Teruel, Albarracín y Alcañiz. Por cierto, su cuadro de la plaza de esta última es el que enfoca la cámara de James Stewart en el apartamento de Thorwald, el viajante asesino de ‘La ventana indiscreta’. Pero de entre todos, me quedo con el pintor irlandés José Sttanford Gibson, que huye del tópico de las calles de Albarracín y solo quiere pintar un modesto pino que crece más deprisa que avanza su pintura.

La literatura lo invade todo: los Baroja, Vázquez Montalbán… Díganos.

Además de su presencia en el ‘Cantar del Mío Cid’ y en la obra del Pereda de esta sierra, Manuel Polo y Peyrolón, la han descrito escritores viajeros como Richard Ford, han encontrado inspiración poetas como Abenamar o Francisco Brines y han ambientado en ella sus novelas grandes narradores como el popularísimo en su época Rafael Pérez y Pérez o la norteamericana Edith Scott Saavedra, y le han dedicado páginas de gran belleza escritores como Azorín, Ortega, Carandell, Llamazares o Cees Nooteboom.

"Es un limbo espacial, una irrealidad en la que uno se suspende y no desea abandonar"

También la música es importante: con la jota, con Julio Mengod, con García Abril, ¿no? ¿Cuál y cómo sería la nota musical de la localidad?

Como decía Beethoven, «la arquitectura es una música de piedras». En las calles de Albarracín se puede escuchar la llamada a la oración del muecín, el fragor de las batallas, el sermón del predicador, la sentencia del tribunal, el sonsonete de una subasta, el esquileo del ganado, los repiques de campana, el canto de los mayos, las palabras de reyes, monjas y rameras... Pero también es silencio y soledad, toneladas de silencio y soledad.

Ha sido y es un escenario de fotógrafos… Son muchos los que andan por aquí, desde Jean Dieuzaide o Wunderlich a López Segura. ¿Qué nos puede contar de ellos?

Como los pintores, los fotógrafos también son legión: Ricardo Calero, Bernard Plossu, Kim Castells, Joan Fontcuberta, Patricio Julve… El mundialmente conocido fotógrafo surrealista en blanco y negro, el René Magritte de la fotografía, el estadounidense Rodney Smith, en su visita a la ciudad y ante tanta belleza, no tiró ni una sola foto, sólo quiso disfrutar del embeleso de la luz, de tantas y tantas piedras que hablan y hablan sin pronunciar ni una palabra.

Insisto en un nombre. ¿Por qué es tan importante para Albarracín López Segura?

Es un fotógrafo local de mediados del siglo pasado de extraordinaria calidad que dejó una colección de 2.754 fotografías, la mayoría de Albarracín y su sierra.

¿Qué figuras aragonesas le han atraído: cita con cariño a Domingo Gascón, Antonio Cano o Pepe Melero, entre otros?

Es numerosa su presencia, porque la ciudad ha sido objeto de inspiración para escritores -Benjamín Jarnés, Rosendo Tello, Labordeta, Jiménez Losantos, Jon Lauko, Luis Zueco, Alonso Crespo, etc.- o pintores: los hermanos Fermín y Agustín Alegre, Gonzalo Tena, etc., que vivió un tiempo en la casa de la Julianeta.

¿Cómo es el Museo del Juguete?

Un mundo de ensueño para volver a la infancia y adolescencia unas horas.

A modo de síntesis: ¿por qué debemos leer su libro y visitar Albarracín?

Visitar Albarracín es una obligación hedonista, por placer, que se debería cumplir por lo menos una vez en la vida. Leer mi libro es una opción para aquellos que quieran prolongar el goce del viaje, bien en su preparación, bien al regresar.

¿Por qué ha creado un personaje que se dirige al lector y usa varias bromas?

Un libro de viajes al uso puede resultar denso y pesado por el exceso de erudición y datos, por eso pensé en aligerar el texto con leyendas, anécdotas, encuentros inesperados con personajes reales e inventados y, sobre todo, humor, por eso creé un marco narrativo protagonizado por un viajero-actor que le gasta bromas al lector. La vida es un viaje en el tiempo y en la medida de lo posible debemos reírnos todo lo posible y disfrutarla al máximo.  

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