Grassa Toro: "El ‘art brut’ pertenece a la historia del arte"

Nacido en Zaragoza en 1963, ha coordinado ‘Impar’, un libro de arte sobre el proyecto Andar de Nones, integrado por personas con diversidad funcional, que se presenta el 6 de abril en Harinera ZGZ a partir de las 17.30.

Grassa Toro, recientemente en la capital aragonesa.
Grassa Toro, recientemente en la capital aragonesa.
Guillermo Mestre

Se acaba de publicar ‘Impar’, libro que ha coordinado y que recoge obras de arte expuestas en el marco de Andar de Nones, un proyecto cultural integrado por 14 personas con diversidad funcional. ¿Cómo surgió esta idea?

Yo veía que lo que tiene que ver con el ‘art brut’, que es el arte que crean personas sin formación artística, tiene una presencia notable en buena parte de Europa, que se manifiesta en exposiciones, museos y publicaciones, pero aquí no lo tenemos. Andar de Nones ha expuesto en sitios muy importantes y sus miembros han colaborado con otros artistas, por lo que el paso siguiente era el libro. Además, el arte todavía se comunica a nivel internacional a través de los libros, sobre todo este. Pero hay que destacar que se ha podido hacer porque la calidad de las obras de los ‘nones’ es altísima. Presentamos creaciones que podrían integrar colecciones de museos en cualquier parte del mundo.

La iniciativa, que impulsa Teadir Aragón, nació en 2016 en Harinera ZGZ, lugar por el que han pasado más de 70.000 personas a ver unas muestras que han llegado a Bruselas o Venecia. ¿Qué le ha aportado a sus protagonistas?

Si algo define su relación con los proyectos es la alegría. Es el gozo que sienten todos los días en el taller porque se reconozca su obra y se les reconozca a ellos. Es también una creación de identidad: este soy yo, hago esto y lo que hago merece la pena porque le hace bien a otra persona.

¿En qué medida puede ser el arte una herramienta para la transformación social?

Todo lo que esté del lado de la bondad y la belleza va a transformar la sociedad a mejor. Y lo digo en un momento en el que abunda la maldad y la fealdad. Debemos creer que las expresiones artísticas nos hacen bien, igual que a los artistas les hace bien crear y por eso lo hacen.

¿Cuáles son las particularidades del ‘art brut’?

Al estar protagonizado por personas ajenas al mundo artístico, no está condicionado por modas, movimientos, modos de expresión o por las reglas del mercado. Y las expresiones son diversas. En el caso de los ‘nones’, hay abstracción geométrica, retratos, cosas que se acercan a la ilustración más actual e incluso expresionismo abstracto propio de los años setenta en Estados Unidos; pero lo que atraviesa todo es la explosión de color y la libertad de creación, que se transmite perfectamente en cada obra. Yo animo a la gente a coleccionar este tipo de arte, y a las instituciones públicas a que den un paso adelante y empiecen a comprar obras. El ‘art brut’ pertenece a la historia del arte, y de esto hay que hacerse cargo.

En 2005 fundó La Cala de Chodes, centro de estudio, investigación y creación artística. ¿Qué balance hace de su andadura?

El balance se hace solo diciendo que hemos aguantado 19 años, atravesando episodios como la pandemia, sin ayuda institucional y en un pueblo de 80 habitantes. Las cosas van muy bien, y con unos recursos limitados no hemos dejado de crecer en actividad ni participantes. Tenemos una biblioteca con 12.000 volúmenes, un servicio de publicaciones de contenidos que tienen que ver con la casa, ofrecemos cursos y talleres, seguimos con las residencias artísticas y lanzamos un podcast que se llama ‘Estación La Cala’, en el que entrevistamos a artistas y pensadores, y a veteranos con biografías apasionantes. Además, desde hace dos años colaboramos con Andar de Nones, organizando exposiciones y acompañándoles en sus acciones de cara al público.

"Si algo define su relación con los proyectos es la alegría. Es el gozo que sienten todos los días en el taller porque se reconozca su obra y se les reconozca a ellos"

También dirige ‘La compañía ilustrada’, programa de la Diputación de Huesca donde se hacen exposiciones en los espacios públicos.

Sí, es muy interesante. Nació como una necesidad de pandemia, pero se ha convertido en un programa muy apreciado que va a iniciar su cuarta edición. Llegamos a 40 pueblos cada año con exposiciones de 20 obras de ilustradores de ámbito internacional que se ven en las calles, las bibliotecas o los comercios. Cada mes estamos en cuatro pueblos, alcanzando los diez meses, y cuando se acaba el año la exposición la han visto 200.000 personas.

¿Qué le falta a la Comunidad para crecer en materia cultural?

Uno de los factores es la difusión, porque se hacen muchas cosas, sobre todo en el medio rural. Nos vendría bien salir del enfoque sobre la ciudad y meternos en los pueblos, y nos sorprenderíamos al ver las redes de bibliotecas o los numerosos proyectos de teatro, literatura o fotografía que tienen. La situación no es boyante, pero antes de lamentarnos podríamos valorar bien lo que hay, ver lo que pasa y aprovechar las oportunidades de los territorios. La focalización en Zaragoza nunca sale a cuenta, y Aragón ahora mismo está siendo mucho más que Zaragoza.

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