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  • Gonzalo de la Figuera

Jim Jones All Stars: aquelarre en miércoles de pasión

Jim Jones All Stars: aquelarre en miércoles de pasión
Jim Jones All Stars: aquelarre en miércoles de pasión
Javier Mcallan

Llegado el tiempo de procesiones, las músicas populares y profanas prácticamente desaparecen de la agenda de actividades ciudadanas. Bueno, casi: porque en la noche del miércoles, mientras por las calles aledañas circulaban tambores y capirotes, en La Casa del Loco se celebraba una ceremonia pagana con olor a azufre, oficiada por el británico Jim Jones y sus acólitos, por la gloria del rock’n’roll asalvajado e incendiario, de esa clase que condena a sus adeptos al fuego eterno.

Jim Jones All Stars ****
Componentes:Jim Jones, voz y guitarra; Carlton Mounsher, guitarra y coros; Gavin Jay, bajo y coros; Elliot Mortimer, teclados; Chris Ellul, batería y coros; Stuart Dace, saxo tenor; Tom Hodges, saxo barítono.

Como bien me apuntó un amigo a los pocos minutos de concierto, esta Jim Jones All Stars parece pertenecer a la categoría de bandas en extinción: siete músicos que salen al escenario dispuestos a devorar a sus parroquianos a dentelladas, sin dar tregua ni cuartel, empleándose con un ardor y una fiereza poco comunes, al tiempo que exhiben todos ellos notable destreza instrumental.

La música de Jones es un explosivo compendio de rock, garaje, rhythm’n’blues, soul, punk, funk y otras hierbas, mayormente venenosas; un cóctel abrasador en el que caben tanto temas propios de los diversos proyectos que ha encabezado el músico inglés (Jim Jones Revue, Thee Hypnotics) como versiones de piezas ajenas, entre las que destacaron un ‘Run, run, run’ (Velvet Underground) altamente ponzoñoso o ‘Everybody’s got something to hide except me and my monkey’, un oscuro tema de los Beatles: ambas cobran nueva vida en manos de estos tipos.

Guitarras, bajo, batería, teclados y saxos (tenor y barítono) enzarzados en un fragor que alcanza niveles cataclísmicos, todo ello envuelto en un sonido afilado y brutal. Quizá demasiado brutal, pues la táctica que emplean consiste en poner a tope de volumen los amplis en el escenario, y ello a menudo produce una bola de sonido en la que la potencia se impone al detalle. Cuestión de gustos; de cualquier modo, fue un aquelarre en miércoles de pasión.

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