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Szymborska y Filipowicz: la divertida pasión y las cartas de dos escritores polacos

La editorial Las Afueras publica su 'Correspondencia' entre 1967 y 1985 en un volumen lleno de detalles, dibujos, fotos y manuscritos

La premio Nobel de Literatura Wislawa Szymborska y el narrador Kornel Filipowicz.
La premio Nobel de Literatura Wislawa Szymborska y el narrador Kornel Filipowicz.
Archivo Szymborska/Las Afueras.

La correspondencia que aquí analizamos supone el primer acercamiento al ‘collage’ por parte de Wislawa Szymborska, un artefacto poético que le acompañará el resto de su vida y que complementa bien la parte más ‘tradicional’ de su propuesta literaria. Estas cartas son, pues, más que un mero intercambio con Kornel Filipowicz, un importante narrador amante de la pesca y la aventura. Hay también un juego de roles simpático que llega a convertir a la escritora en una condesa o una criada, y al narrador en el señor Tulczinski.

También hay una nueva visión del mundo cuando estos se transforman en gatos, algo que me lleva, inevitablemente, al texto recientemente publicado por Pablo Lópiz en Los libros del frío, ‘Urko. La otra filosofía’ (2023), donde afronta una mirada crítica del mundo desde la idiosincrasia perruna y donde, en palabras del siempre atinado Sergio Pons (2023), «ofrece un compendio reflexivo de textos de temática filosófica en los que se combinan hilemórficamente las conversaciones del autor con un trazado epistemológico del animal no-humano».

Las afueras, una pequeña editorial independiente ubicada en Barcelona, ya había publicado con anterioridad un texto de Filipowicz, ‘Memorias de un antihéroe’ (2019), con un prólogo de otro grande de las letras polacas, Adam Zagajewski. Magda Anglés y Francisco Llorca son los responsables de estas preciosas ediciones y de la nota de los editores que acompaña el texto epistolar donde se alude a la «discreta e inteligente» relación de ambos escritores y la correspondencia que tenemos ante nosotros, y en las palabras de Zagajewski «que sabían cómo combinar la intimidad de la vida en pareja con el aislamiento necesario en el trabajo intelectual» (2023: 11). 

Hay algo también del ‘taller’ desde el que la polaca construye sus poemas, de su mecánica entre silenciosa y lenta, como ella misma reconoce («y yo justo acabo de empezar otro poemilla y ya veo que no lo acabaré pronto. ¿Dónde está esa casita del bosque en la que podría vivir feliz contigo?»

La labor de esta editorial, junto a otras muchas que han apostado por la traducción de la literatura centroeuropea, resulta esencial para un mayor conocimiento de, acaso, una de las más ricas fuentes de las que beben muchos de los escritores del resto de las regiones de nuestro continente. La relación epistolar entre los dos autores de esta edición me ha llevado a recordar alguno de los epistolarios más emocionante que han caído en mis manos en los últimos años como el que mantuvieron Aurora Bernárdez y Julio Cortázar, Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós o Carmen Laforet y Ramón J. Sender.

Es Fishman (1970) quien señala que «todo acto comunicativo entre dos o más personas en cualquier situación de intercambio está regido por reglas de interacción social», y eso nos permite reflexionar en esta correspondencia que se despliega ante nosotros y desde la que se nos plantean dos cuestiones: ¿está pensada para ser leída fuera de ese ámbito privado y personal establecido entre ellos?, y ¿puede ser comprendida desde el ‘afuera’ en el que nos encontramos todos los lectores de la misma –ya sea a partir del texto original o de la traducción-?

Esta edición me ha llevado a recordar alguno de los epistolarios más emocionante que han caído en mis manos en los últimos años como el que mantuvieron Aurora Bernárdez y Julio Cortázar, Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós o Carmen Laforet y Ramón J. Sender

Bien, estos asuntos no son menores, y aunque ya sabemos que cualquier interpretación de un acto comunicativo será «siempre precario», como nos recuerda Antonio Méndez Rubio, y que la traducción «es imposible» –en las archiconocidas palabras de Derrida–, podemos tratar de comprender el nuevo espacio interpretativo que se nos despliega aquí y en el que el trabajo de traducción ejercerá de mediador y el de los editores de facilitadores absolutos de una nueva perspectiva en la literatura de los dos escritores polacos, que tanto hemos leído pero que no conocíamos en esta versión «privada» y sin tantas ataduras en ambos.

Afrontar el análisis del discurso de un texto epistolar real –no de ficción o no al menos compuesto como subterfugio para construir una ficción– plantea unas dificultades obvias y al mismo tiempo un escenario lleno de claves que deben ser desveladas para adentrarnos en un universo que permite observar entre bastidores cómo eran las vidas «comunes» de dos autores poco habituales y singulares siempre en sus propuestas. Hay algo también del ‘taller’ desde el que la polaca construye sus poemas, de su mecánica entre silenciosa y lenta, como ella misma reconoce («y yo justo acabo de empezar otro poemilla y ya veo que no lo acabaré pronto. ¿Dónde está esa casita del bosque en la que podría vivir feliz contigo?» –p. 216). Hay también una mezcla entre la realidad y el deseo, entre la vida que ambos tienen que vivir y la que querrían tener juntos, alejados del mundanal ruido y de las tediosas obligaciones familiares o domésticas de ambos. Y hay también, como no podía ser de otra manera, literatura escrita desde la cotidianidad («El perro está sentado a una distancia prudente de la higuera; desde la hierba alta, solo se le ven las orejas. Por aquí cerca vive una culebra y un solitario ratón marrón, se conoce que está soltero. Parece que nuestra presencia le genera, más que miedo, curiosidad» –p. 261).

Lo de Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia merece un capítulo aparte. Hace ya unas cuantas décadas que el desaparecido Félix Romeo decía que no sabía si le gustaba Szymborska o si en realidad le gustaban las traducciones que ellos hacían de la autora. Su trabajo es serio y muy contundente; continúan trabajando para que el catálogo de obras publicadas en español de esta autora sea así, del mismo modo que de un gran número de autores polacos que ya forman parte de todo un imaginario. Queda para otro trabajo, quizá más extenso, tratar el impacto de la obra y las traducciones de la poeta polaca en la (joven y no tanto) poesía española contemporánea.

LA FICHA

EPISTOLARIO

'Escribe si vendrás'. 

‘Correspondencia 1967-1985’. Wislawa Szymborska y Kornel Filipowicz. Traducción Teresa Benítez, Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia. Editorial Las Afueras. Barcelona, 2023, 447 páginas.

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