artes escénicas

Pepa Plana: "En muchos grandes circos nunca ha actuado una payasa"

La Premio Nacional de Circo en 2022 representa este jueves (20.00) la obra 'Si tú te vas' en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza. 

La payasa Pepa Plana regresa a Zaragoza.
La payasa Pepa Plana (Valls, 1965) regresa a Zaragoza.
Aránzazu Navarro/Heraldo

Este jueves regresa a Aragón tras actuar el pasado verano en el festival Manhattan de Murillo de Gállego.

Fue un regalo de la vida actuar en un festival así, como a la antigua, con un marco incomparable detrás, los Mallos de Riglos. Además, me invitaron a dar un curso y pude disfrutar de estar allí unos cuantos días. La mayoría de veces actúas en un sitio y te vas. Estos festivales son imprescindibles, están alejados de las grandes ciudades, y aportan mucho.

En cursos como el que dio allí comparte su pasión y su experiencia. ¡Cuán importante es esa transmisión intergeneracional!

Es fundamental. Yo quería hacer teatro desde muy pequeña. Pero en aquella época, ¿cómo hacerlo desde un pueblo de Tarragona? Cuando supe que se podía estudiar en una escuela de teatro, fue un acontecimiento. Fue el primer escalón ya que nunca he dejado de aprender y estudiar, esto es una carrera de fondo.

¿Cómo era de niña?

Tuve la suerte de ir a una escuela libre pensadora, muy hippy. No teníamos libros. Nos incitaba a pensar y a reflexionar. Nos inculcaron la importancia del grupo. Allí ya hacíamos teatro y me nació la vocación a lo bestia. A los 8 años ya lo tenía muy claro y sabía que no tenía plan B en la vida. Quería hacer teatro, solo teatro.

Un salto sin red en el que, además, apostó por ser payasa.

Lo de payasa era todavía más complicado. Hoy en día existe una efervescencia payasil. Hay certámenes de clown, cursos de iniciación a la profesión... Pero a principio de los 80, cuando comencé a estudiar en el Instituto del Teatro de Barcelona, no se hablaba de los payasos… y de las payasas, menos, no existían.

¿Tuvo que sortear muchos obstáculos?

Cuando vi que no había marcha atrás y que quería montar espectáculos propios, me dijeron que estaba loca, que no existían circuitos, que me iba a morir de hambre. Pero lejos de hundirme, yo pensaba que si algo no existía, habría que inventarlo. No me auguraban ningún éxito porque prácticamente no había payasas y no se entendía este oficio. No tuve referentes anteriores, mujeres, que me inspiraran. Por suerte, han cambiado muchas cosas y cada vez hay más espectáculos preciosos con payasas con mucho carisma.

¿Siente que, más allá de premios y reconocimientos, su gran legado es ser un referente para las jóvenes?

Fui pionera porque me tocó serlo, no es un mérito mío. Hubiera preferido no serlo porque eso hubiera significado que tenía referentes. Fue una necesidad vital mía de tirar adelante, nada fue premeditado. A posteriori, me he dado cuenta de que realmente abrí un camino que otras mujeres han seguido. Pero nunca lo busqué.

Rezuma humildad.

No es que sea humilde. En realidad, la lucha continúa. Ahí estoy remando todavía y consiguiendo oportunidades. Las cosas no están fáciles. Estoy orgullosa de formar parte de la historia. Yo no quiero ser famosa por la televisión. La popularidad no me interesa, yo quiero salir en los libros de historia como pionera.

También fue pionera en formar su propia compañía.

Es el resultado del mismo proceso que he contado antes. ¿Quién me iba a contratar? Por eso monté mi compañía, por pura necesidad de trabajar. En 2024, todavía en muchos de los circos tradicionales la presencia de las payasas es nula. Cuesta mucho introducirse. Eso no sucede solo en España, también en Europa. Por ejemplo, en el gran circo Roncalli de Alemania nunca ha actuado una payasa.

¿Cuándo y cómo se va a romper ese techo de cristal?

Ese techo de cristal está ahí. Hemos conquistado algunas batallas pero todavía no hemos ganado la guerra. Existen mucho prejuicios y muchos techos de cristal que hay que destruir.

¿Se pasa mal siendo empresaria de una compañía?

Es que no lo vivo como una empresaria. Lo mío es más como una cooperativa, es como manejar tu barquito libremente. No conduzco un Titanic. Bajo velas o las subo según convenga. Me rijo por lo que tengo ganas de hacer en cada momento. Mi barco es pequeño, pero va lejos.

¿Qué siente cuando se pone la nariz roja?

Es una máscara mágica que te transforma, la máscara más pequeña del mundo. Te multiplica por 10.000 sin dejar de ser tú. Te quita la vergüenza, el pudor y la tontería. Eres terriblemente frágil y al mismo tiempo tremendamente ‘punky’, no existen límites. Eso sí, hay muchos payasos y payasas que no usan nariz y son grandes payasas. A mí me encanta llevar nariz, me siento muy protegido por ella.

La siguiente escala en este viaje llega este jueves en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza con la obra ‘Si tú te vas’, que aborda las consecuencias de las guerras a través de tres vecinas muy diferentes a las que les bombardean sus casas.

Hay asuntos recurrentes que me angustian ya que siempre hay un drama profundo en el humor. Tiene que haber una tragedia para ser cómica. Cuando comenzamos a ensayar esta obra teníamos ganas de reírnos de lo absurdo de las guerras y de las absurdas micropeleas entre vecinas que se transforman en la macropelea que es la guerra, la incapacidad humana de razonar y hablar. Todavía nos peleamos y matamos. En ese momento no se habían iniciado las guerras de Ucrania y de Palestina. Y ahora mismo en el mundo hay 76 guerras. Nos acercamos con respeto y con rabia para denunciarlo.

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