Sofía Vergara: "Quería que Griselda fuera un poco como Tony Soprano"

"Tenía muchas inseguridades por pasar al drama", afirma la actriz, que estrenará su miniserie sobre la narcotraficante Griselda Blanco en Netflix el 25 de enero

Sofía Vergara, durante la presentación de 'Griselda', que se estrenará en Netflix el 25 de enero.
Sofía Vergara, durante la presentación de 'Griselda', que se estrenará en Netflix el 25 de enero.
Rodrigo Jiménez/EFE

«¡Qué voy a saber yo, si no soy actriz de verdad!». Fue lo que la divertida Sofía Vergara (Barranquilla, Colombia, 51 años) contestó al doctor al que acudió cuando una mañana se despertó con la espalda rígida, sin apenas poder caminar. Llevaba meses en la piel de Griselda Blanco, la colombiana responsable de uno de los cárteles más rentables y letales de la historia, un papel para el que se había propuesto transformar su imagen. Quería evitar que cuando los espectadores la vieran en escena recordaran a la explosiva Gloria de 'Modern Family', a la que estuvo ligada durante once temporadas. Además de colocarse una espantosa peluca -asegura, con desparpajo y muecas varias, que es la razón por la que esta miniserie solo consta de seis episodios-, una prótesis de nariz, unas cejas y unos dientes sucios por el tabaco, Vergara decidió llevar una prenda interior que le obligaba a ir algo «jorobada». Todo eso, durante 160 días de rodaje. Cuando el doctor la vio le dijo: «Si vas a caminar así, durante tanto tiempo, necesitas un masajista y fisioterapia».

La anécdota la contó la simpatiquísima actriz durante la multitudinaria rueda de prensa en el hotel Four Seasons de Madrid en la que, acompañada de Eric Newman, creador, guionista y productor ejecutivo de la serie, y Andrés Baiz, director de todos los capítulos que la componen, presentó 'Griselda', la ficción que Netflix estrenará el 25 de enero.

Ambientada en el Miami de finales de los setenta y principios de los ochenta, aunque rodada en Los Ángeles, la producción arranca cuando, debido a una crisis, Griselda debe salir corriendo de Colombia, llevándose a sus tres hijos con ella. Al llegar a Estados Unidos, sin blanca, esta madre de familia, inteligentísima y ambiciosa, logra levantar un imperio de la droga, a costa, eso sí, de convertirse en un monstruo. Una historia real de la que Newman, artífice de la franquicia 'Narcos', ya conocía buena parte de los pormenores. «Tenía una gran conexión con el cártel de Medellín y con Pablo Escobar, pero era un personaje demasiado grande e importante como para meterlo dentro de aquella historia», resume.

Duras y guerreras

El momento es ahora, aunque títulos como 'Los Soprano' o 'Breaking Bad' ya hayan tocado dinámicas similares. De hecho, señala Vergara, «desde el principio quería que Griselda fuera un poquito como Tony Soprano, que no la odiaran y que se enamoraran un poquito de ella, explicando sus razones y sus ilusiones. Ella quería sobrevivir, tenía tres hijos y no tenía un peso. No digo que todas tengamos que volvernos monstruos en una situación así, pero sí ser un poco más duras y guerreras. A ella se le fue la mano en todo», matiza.

Esa dualidad, entre el «amor y la protección de los seres queridos» y la fiereza y la ambición, fueron las características del personaje que llevaron a Vergara a apostar por un proyecto del que también es productora ejecutiva. Curiosamente, la actriz, que creció en la Colombia de los setenta y los ochenta, jamás había oído el nombre de Griselda Blanco, «a pesar de que me conocía los nombres de todos los narcotraficantes varones y sé cómo funciona el negocio». Para Baiz, ese era uno de los aspectos más interesantes. «Por ser mujer, tenía que trabajar diez veces más fuerte que los hombres que la rodeaban para lograr sus objetivos. Ella quiere ambiciona poder y quiere el respeto que nunca ha tenido. Es una antiheroína, compleja y contradictoria, que son personajes que me fascinan porque nos permiten entendernos a nosotros mismos».

Y aunque la serie comienza con una célebre frase de Pablo Escobar -«a unica persona a la que he tenido miedo era una mujer llamada Griselda Blanco»-, Baiz afirma que la ficción buscaba ser «muy diferente a 'Narcos' a propósito». En este sentido, «la tratamos más como una película larga que como una serie. Quería impregnarla de una identidad y una visión muy propias», señala este compatriota de la actriz. «'Narcos' es mucho más política y más compleja, aborda la guerra general contra las drogas, esto es una historia más íntima y más de personajes, más enfocada en Griselda. Aquí no hay voz en off, no hay material de archivo, ni secuencia de créditos. Y Sofía era la estrella y el enfoque estuvo en trabajar con ella para que saliera de su zona de confort».

Tres horas de maquillaje y peinado

En efecto, todo el peso de la narración recae sobre los hombros de una actriz que cambia, por vez primera, de registro, aparca la comedia y salta al drama y al thriller. «Estaban acostumbrados a verme bonita, ¿verdad?», dice con picardía. «Esa fue una de las cosas más difíciles para mí, transformarme. Eran tres horas de maquillaje y peinado y comenzaba la jornada ya cansada», relata entre risas esta mujer que inició su andadura delante de las cámaras primero como modelo y después como presentadora, antes de alcanzar fama mundial como actriz. Reconoce que «fue difícil» girar hacia el drama, aunque se fue acostumbrando. «No es lo mismo pasarse el día entero en el set, riéndose con los chistes, que hacerlo gritando, matando, metiéndose coca, fumando... Te vas a casa agotada porque el cuerpo no sabe que no estás sintiendo estas cosas de verdad. Yo creo que por eso se vuelven locos todos los actores. Cada vez que llegaba a casa tenía que tomar algo para poder dormir», desvela.

No en vano fue ella la que exigió al creador de la ficción que, a diferencia de lo que ocurre en el grueso de las producciones televisivas, fuera un solo director, en este caso su compatriota Baiz, quien firmara todos los capítulos. «Para mí era algo muy nuevo y como actriz dramática tenía muchas inseguridades. Estaba aprendiendo según iba haciendo escenas y él me iba guiando y enseñando. No lo hubiese podido hacer si cada semana me hubieran ido cambiando de director, porque el sabía lo que hacía mal y lo que no».

Por no saber, confiesa, no sabía ni fumar, algo que su personaje hace con fruición durante todo el arco argumental. «Es que no sabía ni coger un cigarrillo y en los setenta todo el mundo fumaba, así que el cigarro era casi una extensión de la mano». Para pulir esos «pequeños detallitos», actriz y director se reunieron en la casa de ella y fueron dando forma y vida al personaje. «Él me enseñó a fumar y también a meterme coca», dice señalando a Baiz y provocando la carcajada de todos los periodistas. «Es lo que hace un buen director», apostilla con sorna. «Lo más importante es que si cuando vean la serie les parece que yo no estoy bien, que sepan que fue culpa de él», bromea.

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