El patio de mi recreo

Ana Bendicho: “Descubrí el sentido del pecado la primera vez que besé a un chico”

Ana Bendicho, directora creativa de Estudio Novo, recuerda sus años de infancia y adolescencia.

Ana Bendicho, con 13 años, con las chicas de su colegio, en Villamayor.
Ana Bendicho, con 13 años, con las chicas de su colegio, en Villamayor.
A. B.

Teruel, 1963. Diseñadora industrial y de interiores. Directora creativa de Estudio Novo. Acumula 30 años de experiencia en diseño de productos, entornos y espacios colectivos, buscando el lado humano y colaborativo de las personas. Amante de la fotografía, los amigos y el arte.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?
La felicidad para mí consistía en vivir el día a día con intensidad.

¿Qué le hizo reír por primera vez?
La secuencia del camarote con los hermanos Marx en ‘Una noche en la ópera’.

¿Y llorar?
El payaso Charlie Rivel.

¿Qué era en el patio del colegio?
Distraída, imaginativa, entregada.

¿Se sentía especial, diferente?
Siempre he querido no destacar, aunque con el tiempo me he dado cuenta de que era imposible.

Ana Bendicho, a los 9 años
Ana Bendicho, a los 9 años
A. B.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?
Mi padre me encerró en la habitación de un hotel, en Benidorm, cuando vio cómo me miraban los chicos.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?
Diseñar y coser mi ropa. Y hacer fotos. Tenía un laboratorio dónde revelaba en blanco y negro.

¿Tenía algún complejo que le amargara?
Me hubiera gustado ser más valiente. Era y sigo siendo muy exigente.

¿Cuáles fueron las calles de su infancia?
En Teruel, la plaza del Torico. En Zaragoza, La Romareda.

¿Qué es lo que más le gustaba de Zaragoza?
Hasta que La Romareda se pobló, vivíamos rodeados de grúas, barro y cierzo. Me encantaba ver desde mi casa cómo se construía el Palacio de Deportes, ‘El huevo’.

¿Cuál es el episodio que con más frecuencia vuelve a su memoria?
Los bailes de las fiestas de los pueblos de mis padres: Burbáguena y Villafeliche.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?
Mi padre trabajaba en la Renfe y teníamos un billete kilométrico. Podíamos viajar gratis por toda Europa. Me hubiera gustado usarlo más, conocer mundo.

¿Tenía mucha conciencia política?
Al empezar el instituto llegó la Transición. Debías tener una opinión y unos ideales políticos, posicionarte.

¿Qué imagen tenía de Francisco Franco?
Alguien que tenía banda sonora y se veía en blanco y negro.

¿Era religiosa?
Era partidaria de las tradiciones y reuniones familiares. En la iglesia empezamos a salir con chicos.

¿Cuándo descubrió el sentido del pecado?
La primera vez que besé a un chico.

¿Cuál era su gran miedo?
Cruzarme con un loco que me perseguía.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?
Nada, pero sí influía en mi madre, a la que le preocupaba quedar bien con las vecinas. Aunque ese camino lo allanó mi hermana tiñéndose el pelo de todos los colores.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte?, ¿pensaba a menudo en ella?
La religión me hizo tener conciencia de la muerte: "Si mañana no despierto, que esté en gracia de Dios". El primer muerto que vi fue mi abuela. Descuidada de la supervisión de mis padres, llegué a su cama y la besé. Estaba fría. Mis padres nos contaban historias de la guerra de Teruel y mis pesadillas eran batallas que se libraban en el molino de mis abuelos.

¿Cómo ganó su primer dinero?
Cosiendo vestidos en el taller de corte y confección de mi tía, que también me daba propinas si iba a recoger el material para las alumnas al lugar donde las hermanas Bueno, de La Parisién, me invitaban a té.

¿Hizo alguna locura o disparate que le guste recordar?
Aburrida en el patio del colegio, metí la cabeza entre los barrotes de la valla y allí estuve, cartera en mano, hasta que vino mi padre a buscarme.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?
Jack Nicholson y Lauren Bacall.

¿Y la primera persona que, en la vida real, le provocó una emoción inolvidable?
Un admirador anónimo que, en Villafeliche, ponía flores en mi ventana.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?
‘La Chatunga’ de Luis Aguilé. La cantaba para hacer reír a mi padre mientras me ponía sus corbatas.

¿Qué libros o películas le deslumbraron?
‘El retrato de Dorian Gray’ de Oscar Wilde, ‘La sonrisa etrusca’ de José Luis Sampedro, ‘El extranjero’ de Albert Camus. Me gustaban las películas francesas que ponían en la Filmoteca. Allí vi ‘Belle de jour’, de Luis Buñuel.

¿Había alguna persona que conociera a la que admirara de un modo especial?
A José Manuel Broto. Me gustaba su pintura.

¿Qué personalidad nacional o internacional fue para usted una referencia poderosa?
José Antonio Labordeta. Fue mi profesor y el primer famoso que conocía.

¿Quiénes fueron sus grandes amistades?
Los camareros del bar donde trabajaba los fines de semana y que también eran estudiantes. Aún mantenemos la amistad. Ahora son médicos y abogados. Para ellos sigo siendo la chica del Diecisiete.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué caló en usted con más fuerza?
Principalmente, a ser buena persona. Mi padre me dijo una vez que tenía mucha imaginación. Siempre recuerdo su frase: "Miénteme porque la verdad no hay quien se la crea".

¿Qué o quién le desató la vocación que le ha marcado?
Un pequeño capítulo del libro de Historia del Arte de COU que hablaba de diseño y un libro robado en la casa de mi primer novio sobre cómo se hacen las cosas.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?
Quería hacer Filología Griega, pero me atropelló un autobús y tuve tiempo para cambiar de opinión. Me gustaba pintar y era hábil con el patronaje. Eso me hizo aprender a hacer planos y acabé en el diseño.

¿Hay algún defecto que detectara en su infancia y que aún no ha logrado superar?
La timidez.

¿Cuál fue su gran alegría? ¿Y la gran tristeza?
La alegría, cuando me dieron una beca para estudiar en París. Creía que eso era inaccesible para mí: en aquellas pruebas de acceso eran todos ingenieros y hombres. La tristeza, cuando volví del sueño parisino a montar sola un estudio de diseño en la Zaragoza de las empresas distantes y escépticas. Fue muy duro empezar.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a cuál volvería?
Al día en el que, en una tienda de materiales de pintura, me presentaron a Pepe Cerdá.

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