Sonja Graf, la ajedrecista bisexual que escandalizó a la Zaragoza de 1936

David Torres recrea en su novela 'La mujer que no entendía el mundo' un episodio desconocido que ocurrió durante una fiesta en el Casino Mercantil

La ajedrecista Sonja Graf en 1936
La ajedrecista Sonja Graf en 1936
Heraldo.es

En las fotografías que se le hicieron en 1936, la alemana Sonja Graf le da un aire al escritor John Fante: pómulos y barbilla angulosos, nariz afilada, pelo rapado a navaja en la nuca y traje masculino de buen corte. Los 'happy twenties' habían cambiado muchas cosas, pero a la altura de ese 1936 ya empezaban a pintar bastos en Europa. Por eso una mujer que no se maquillaba y vestía como un hombre, que destacaba jugando al ajedrez pero era abiertamente bisexual, que fumaba y bebía vodka como si no hubiera un mañana y que había hecho de la libertad su particular bandera, era un personaje particularmente incómodo. La Gestapo puso muy pronto su punto de mira en ella. 

A esta figura fascinante, devorada como otras muchas por el torbellino de la historia, le ha dedicado una novela el escritor David Torres. 'La mujer que no entendía el mundo' (Reino de Cordelia) recorre con pasión su biografía y revela un hecho desconocido en Aragón: en 1936 Graf visitó Zaragoza para disputar unas partidas simultáneas y, aunque solo estuvo un par de días en la capital aragonesa, provocó un escándalo mayúsculo durante una fiesta en el Casino Mercantil. De aquello no quedó constancia en la prensa.

"Descubrí la figura de Sonja Graf gracias al libro 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas', de Leontxo García -relata David Torres-. Me pareció una figura muy atractiva en sí misma, y más por el momento de la historia que le tocó vivir. Empecé a investigar sobre ella y me encontré muchas sombras, pese a que publicó un par de libros en Argentina en los que dio algunas pistas sobre su vida. Esos dos libros son prácticamente inencontrables. Tuve la suerte de hallar un ejemplar de uno de ellos, 'Yo soy Susann', en una biblioteca australiana, y del otro, 'Así juega una mujer', logré fotocopias del ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. Pero apenas existen testimonios gráficos de ella, películas o fotografías". 

Todo en la biografía de Sonja Graf es desmedido. Nacida en Múnich en 1908, tuvo una infancia torturada, eligió una profesión de hombres y su condición sexual era incomprendida en la época. 

"Hay muchos casos de genios maltratados en la infancia y Sonja Graf es uno de ellos. Su madre la odió desde el primer momento y su padre le propinaba palizas con asiduidad. Así que acabó escapándose de casa y tuvo la suerte de encontrar una forma de ganarse la vida, el ajedrez, insólita entonces porque se veía a las mujeres ajedrecistas casi como un fenómeno de circo. Jugaba contra varones, disputaba partidas simultáneas con ellos en los cafés, era bisexual, fumaba, bebía... Fue una especie de arquetipo feminista de la época, la antítesis de las matronas que preconizaban los nazis". 

La ajedrecista Sonja Graf, en su madurez.
La ajedrecista Sonja Graf, en su madurez.
Heraldo.es

La situación en su país y la guerra la llevaron a refugiarse en Argentina, donde vivió durante una década, contrajo matrimonio con un marino  estadounidense y tuvo un hijo. 

Pero antes de llegar a eso realizó una gira ajedrecística por la España de 1936. "Estuvo en Barcelona, Zaragoza, San Sebastián, Burgos, Palencia y Mollet, donde concertaron un encuentro con un campeón de España y le ganó 4 partidas a 0", añade Torres. El 'episodio zaragozano' lo cuenta en uno de sus libros, 'Así juega una mujer'.Tras las partidas que disputó en la capital aragonesa, asistió por la noche a una fiesta en un casino, que tuvo que ser el Mercantil. Acudió vestida con un traje masculino y bigote pintado sobre el labio superior. Sacó a bailar a todas las mujeres antes de echarse a descansar en un sofá, y un joven apuesto, que debió reconocerla, pareció encapricharse de ella y la invitó a salir de nuevo a la pista. Se apretaba a su cuerpo, le susurraba cosas al oído y la situación, que no la incomodaba, rápidamente se enrareció. Comenzaron los murmullos, las miradas horrorizadas... Hasta que un caballero se acercó a recriminarles: allí no estaba permitido que dos hombres bailaran juntos. Graf mantuvo la farsa el resto de la noche, y el apuesto joven la esperó al acabar la fiesta en la puerta del casino.

Sonja Graf, concentrada, disputando una partida en los años 30 del siglo pasado.
Sonja Graf, concentrada, disputando una partida en los años 30 del siglo pasado.
Herlado.es

Como ajedrecista, Sonja Graf fue una gran jugadora pero, en realidad, una segundona. Al igual que le ocurriera a Salieri con Mozart, ella siempre estuvo a la sombra otro genio, en su caso, la rusa Vera Menchik. Pero algunas de sus partidas se siguen estudiando hoy y protagonizó momentos mágicos. En 1939  viajó a Buenos Aires para jugar el campeonato mundial femenino. Los nazis, que la despreciaban, la retiraron de la lista de participantes por Alemania y entonces ella tuvo una ocurrencia genial. Logró participar con una bandera que no se ha vuelto a repetir nunca en un campeonato de ajedrez, una bandera con una única palabra, 'Libre'. "Estuvo a punto de derrotar a Vera Menchik en Buenos Aires pero cometió tres pifias tremendas -relata David Torres-. Si la hubiera ganado se hubiera convertido en campeona mundial. Después de la muerte de Menchik sí fue durante unos años la ajedrecista más fuerte del mundo".

El estallido de la guerra mundial la sorprendió en Argentina y ya no volvió a su país. Una década después se trasladó a Estados Unidos con su marido y se asentó en Hollywood. La novela de Torres sigue fielmente su biografía pero se permite alguna pequeña licencia. La dibuja allí, por ejemplo, jugando al ajedrez con Humphrey Bogart, Marlene Dietrich, José Ferrer, John Wayne o Lauren Bacall.

"No hay pruebas históricas de que lo hiciera, y tampoco lo cuenta en sus libros porque los publicó antes de instalarse en Estados Unidos -apunta el escritor-. Pero es más que posible que jugara al ajedrez con todas estas estrellas porque el conocido ajedrecista Herman Steiner creó un club en el corazón de Los Ángeles, en Sunset Boulevar, y sabemos que allí acudían habitualmente tanto Sonja Graf como todas estas estrellas. En la novela juego con la idea de que se relacionara con Marlene Dietrich porque, en cierta medida, eran figuras paralelas".

¿Fue en algún momento feliz Sonja Graf? "Creo que, de algún modo, al final sí que encontró la paz -concluye David Torres-. Sobre todo cuando dejó la vida errante, pero en las escasas entrevistas que concedió al final de su vida es evidente que guardaba aún mucho dolor dentro de sí desde la infancia, en la que le trataron como a un perro. Por eso he titulado la novela empleando una frase que ella pronunció después de sufrir una paliza sin motivo a manos de su padre: "No entiendo el mundo".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión