ARTES PLÁSTICAS. OCIO & CULTURA

Los espacios escénicos del color: José Manuel Broto apuesta en el Paraninfo por la alegría

El pintor zaragozano, residente en Mallorca desde hace unos años, ofrece una ambiciosa exposición comisariada por Dolores Durán

Explosión de luz, color, ritmos en el espacio y felicidad en una pieza de José Manuel Broto.
Explosión de luz, color, ritmos en el espacio y felicidad en una pieza de José Manuel Broto.
José Miguel Marco.

Color es la primera palabra que acude a la mente cuando se observa la obra de José Manuel Broto. Una tónica que describe su trabajo desde hace años a medida que fue abandonado el soporte superficie del Grupo Trama. Esa geometría fue desembocando en una pintura mucho más suelta, de trazos libres y compensados que atravesaban parte de la composición. Fueron apareciendo los colores sobre superficie oscuras, como jirones de una dramaturgia que enlazaba con el contexto histórico de unos años en los que siempre se aludía al consabido dramatismo de la pintura española. Todo un viaje que ha ido culminando con la explosión de la luz vertebrada en haces polícromos.

José Manuel Broto (Zaragoza, 1949) es un artista que ama la ciudad que le vio nacer, a la que vuelve recurrentemente y en la que muestra su trabajo con una cierta periodicidad. En esta ocasión, la comisaria de la muestra, Dolores Durán, ha seleccionado un periodo determinado que permite ver precisamente la contundencia en el tratamiento del color y que se delimita entre las fechas de 1994 y 2022. Una exposición, por tanto, con una específica visión retrospectiva que permite revisitar el pasado reciente y encontrarse con el presente más cercano.

El baile de los trazos y el color

La exposición está bien calibrada en cuanto a la distribución en salas y soportes, dando la importancia debida al papel. Las tintas pigmentadas que supusieron un nuevo avance en su experimentación plástica tienen una importante presencia. Broto las presentó en la ciudad en la muestra que tuvo lugar en La Lonja en 2006. Entonces el proceso artístico realizado por medio de un ordenador –algo que actualmente es una práctica normalizada dentro del proceso creativo– supuso una sorpresa y sobre todo el afianzamiento posterior de nuevas metodologías que aportaron otras calidades por medio de herramientas tecnológicas. Esta técnica junto con el acrílico sobre lienzo constituyen una parte indisoluble en la concepción de la pintura de José Manuel Broto.

José Manuel Broto persigue siempre la idea según la cual ninguna forma existe si no está creada por un movimiento.

El artista semeja trabajar bajo las reglas del pintor Paul Gauguin, al escoger el rojo más intenso y oponerle el verde para intensificar el contraste. Es tan solo un ejemplo en la confrontación de los colores que surgen en anuencia como una armoniosa piel. Los trazos bailan sobre fondos lisos, como una partitura comandada por un dilecto director que dirige un rasgueo abriéndolo al movimiento. José Manuel Broto persigue siempre la idea según la cual ninguna forma existe si no está creada por un movimiento. Lo que busca va más allá de la mirada, siempre guiado con el control preciso de su vista interior y de esta manera expresar, a través de un ritmo continuo y preciso. su realidad cognitiva. De esta manera va configurando las más sutiles significaciones.

Otra concepción del ritmo y de la musicalidad desde la superficie oscura.
Otra concepción del ritmo y de la musicalidad desde la superficie oscura.
José Miguel Marco.

La naturaleza y lo inasequible

En la pintura de Broto está la naturaleza, el agua, la música y la virtualidad de lo inasequible. Es como las palabras de la artista norteamericana Helen Frankenthaler (Nueva York, 1928, Darien, 2011) cuando decía que necesitaba algo más fluido, más acuoso, más diluido, aportando a sus composiciones una policromía clara y transparente que daba lugar a un sinfín de propiedades líricas. Algunas telas tienen la calma de los ríos, otras el fluido y la huella.

José Manuel Broto crea espacios escénicos. En ocasiones se convierten en formas que se articulan en haces de luz. Formas inmateriales que flotan en la superficie pictórica.

En una comparación musical, una fuga que primero es escuchada en un piano y después se traslada a una orquesta, en la obra de Broto no trascribiría el registro lineal del teclado, si no que los verdes sonarían como instrumentos de madera y los rojos como golpes de percusión, mientras que la cadencia de las pinceladas articularía el sonido de las cuerdas. Se podría decir que su pintura colorea el impulso sonoro. En cada gesto hay un hilo que secuencia la trama postulada por una determinada vibración.

José Manuel Broto crea espacios escénicos. En sus grandes formatos todo tiene una dirección, un empuje. Son composiciones vertebradas por cosechas de colores y de estímulos que se renuevan en continuidad. En ocasiones se convierten en formas que se articulan en haces de luz. Formas inmateriales que flotan en la superficie pictórica.

En ocasiones el espacio se arremolina con giros, bandas horizontales y masas concentradas de color. Como una versión de ‘El tratado de los objetos musicales’ del creador de la música concreta Pierre Schaeffer  (Nancy, 1910 –Aix–en–Provence, 1995) quien consideraba que si se observa el movimiento del arco filmado a cámara lenta, se advierte una nota más limpia que el arco más sostenido produce en realidad. Por tanto, es como si estuviera creando una vibración en la pincelada tramada que hay en el interior de la lisa. Broto da lugar a una polifonía de signos que generan poemas en nomenclatura abstracta.

LA FICHA. PINTURA

'Broto. El viaje 1994-2022'. José Manuel Broto. Comisariado: Dolores Durán. Edificio Paraninfo. Universidad de Zaragoza. Hasta el 17 de febrero.

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