LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

En el adiós de Ánchel Conte, la voz lírica del aragonés, memoria del Sobrarbe y del cuerpo

El autor de 'No deixéz morir a mía voz' y 'Aguardando lo zierzo', el poeta de la belleza, del erotismo y el mar y todo un maestro, muere a los 81 años

Ánchel Conte era un gran enamorado del mar. Vivió durante años en Barcelona y más tarde en Vera, Almería. El mar era uno de sus grandes estímulos poéticos.
Ánchel Conte era un gran enamorado del mar. Vivió durante años en Barcelona y más tarde en Vera, Almería. El mar era uno de sus grandes estímulos poéticos.
Archivo Conte/Cortesía Chusé Raúl Usón.

ZARAGOZA. «Se nos ha ido un luchador infatigable que con su voz, con su literatura comprometida, devolvió la dignidad a la gente que hablaba y todavía habla el aragonés. Una figura crucial en el proceso de recuperación de nuestra lengua. Y un hombre sencillo, culto e irrepetible», decía ayer el editor y escritor Chusé Raúl Usón ante la muerte, a los 81 años, de Ánchel Conte Cazcarro (Alcolea de Cinca, Huesca, 1942-Vera, Almería, 2023), una de las figuras mayores de las letras aragonesas y de la escritura en aragonés que llegó a Aínsa en 1966 y asimiló sus tradiciones, su historias y las variedades lingüísticas en las que hablaban sus alumnos, que lo recordarían y lo recuerdan con inmenso cariño. Poco después, a los siete meses, ya escribía en aragonés, y firmaría pocos años después un libro capital: ‘No deixéz morir a mía voz’, que le publicó José Batlló en El Bardo.

José Luis Melero, bibliófilo y divulgador literario, dice: «La publicación de ‘No deixéz morir a mía voz’ en 1972 fue un fuerte aldabonazo en la historia del aragonés y un salto cualitativo muy importante, pues la colección en la que aparecía, ‘El Bardo’, era una de las más prestigiosas del panorama editorial español donde publicaban poetas como Aleixandre, Max Aub, Valente, Espriu, Celaya o Gimferrer. La inclusión en ella de un libro en la vieja lengua aragonesa fue esencial para dotar a ésta de prestigio literario, por lo que el libro de Ánchel Conte se convirtió pronto en un libro de culto entre quienes defendían la cultura aragonesa en todas sus manifestaciones».

La trascendencia de aquel libro, y de poemas como ‘Mai’, cantado por Labordeta, Gabriel Sopeña, Olga Orús o Manolo García, entre otros, redunda en su importancia y en la calidad de su lírica. «Ese poemario fue uno de los precursores, uno de los incunables del aragonés moderno, y abrió el camino, junto con el libro de Francho Nagore, ‘Sospiros de l’aire’, a la recuperación literaria del aragonés», añade Melero.

«Ese poemario, 'No deixéz morir a mía voz', fue uno de los precursores, uno de los incunables del aragonés moderno, y abrió el camino, junto con el libro de Francho Nagore, ‘Sospiros de l’aire’, a la recuperación literaria del aragonés», dice José Luis Melero

Editor de varios libros suyos (empezó a hacerlo en 1997), auténtico admirador suyo y amigo entrañable, Chusé Raúl Usón recuerda, como solían hacerlo el historiador Eloy Fernández Clemente o el propio Labordeta, lo importante que fue para Ánchel Conte su estancia en el Sobrarbe, como profesor en Aínsa. «Se integró con la gente y con la lengua. Llevaba a los jóvenes de excursión, por Aragón, España y el extranjero; salía con ellos al monte o de excavaciones. Fue determinante en la recuperación de tradiciones, del folclore, de formas de vida, y el motor de dos programas de TVE como ‘Raíces’».

2009. Ánchel Conte, en el antiguo Náutico de Zaragoza, a orillas del Ebro, con Ana Laguna, Mariví Broto y José Luis González Uriol.
2009. Ánchel Conte, en el antiguo Náutico de Zaragoza, a orillas del Ebro, con Ana Laguna, Mariví Broto y José Luis González Uriol.
Esther Casas.

Severino Pallaruelo insiste un poco en esa idea, pero además de primera mano: “Fue profesor y director en el instituto de Aínsa (en realidad un Colegio Libre Adoptado) a finales de la década de 1960 y comienzos de la de 1970, tiempos de cambio, cuando la vieja sociedad montañesa se acababa de hundir sin que se viera todavía el mundo que iba a emerger. Supo rescatar lo mejor de lo que estaba en trance de desaparecer y prepararnos para lo que llegaba. Nos hizo amar todo aquello que desde algunas instancias oficiales habían querido que despreciáramos: nuestra vieja lengua, nuestra vieja cultura y las ideas republicanas que habían defendido nuestros padres. Puso en valor una comarca que agonizaba envuelta en el olvido. No es que nos hiciera amar nuestra tierra -Sobrarbe- porque ya la amábamos, pero logró que nos atreviéramos a decirlo”, señala.

Chusé Raúl Usón: «Se integró con la gente y con la lengua. Llevaba a los jóvenes de excursión, por Aragón, España y el extranjero; salía con ellos al monte o de excavaciones. Fue determinante en la recuperación de tradiciones, del folclore, de formas de vida, y el motor de dos programas de TVE como ‘Raíces’»

El propio Ánchel Conte, que fue cofundador de ‘Andalán’ y participó en otras muchas instituciones aragonesas, recordaba aquellos días como la experiencia del paraíso –otro paraíso, más fugaz, lo había encontrado en Alloza con Eloy Fernández y su hermana Pilar; como lo encontraría también en Perugia, en Siria y en Guatemala, donde nació uno de sus poemarios más carnales: ‘E zaga o mar o desierto’–, quizá por ello una de las frases que repetía siempre era: «El aragonés es mi lengua literaria. La adopté cuando viví y trabajé en Aínsa». También firmó libros de versos como ‘O tiempo y os días’ (1996) o dos ediciones de ‘Luna que no ye luna’ (2014). Además, publicó libros de relatos como ‘O rafe d’o espiello’ (Xordica, 1997) y novelas como ‘O bolito d’as sisellas’ (Xordica, 2000) y ‘Aguardanzo lo zierzo’ (Xordica, 2002. Premio Ciudad de Barbastro, traducida al ruso y al castellano y al francés). «Es su obra maestra. Una novela histórica muy sólida que nace de su amor a los moriscos. Era doctor y la historia era una de sus pasiones».

Antonio Pérez Lasheras y Marina Heredia fueron sus editores en Los Libros del Gato Negro. «La poesía de Ánchel destaca por su capacidad para la creación de imágenes, por su plasticidad, que dota a las palabras de un sinfín de connotaciones. A pesar de los tintes políticos que le han atribuido desde su primer libro, su poesía es esencialmente amorosa: amor humano y carnal, a la tierra, a la lengua, al paisaje. De ahí también la sensualidad, la carnalidad, sobre todo de los poemas escritos en democracia», dice el editor de ‘Luna que no ye luna’.

«La poesía de Ánchel es esencialmente amorosa: amor humano y carnal, a la tierra, a la lengua, al paisaje. De ahí también la sensualidad, la carnalidad, sobre todo de los poemas escritos en democracia», afirma Antonio Pérez Lasheras

Añade el profesor jacetano: «Su objetivo estético era la belleza, extraer de una vida triste y vulgar, como todas, los instantes bellos, intensos, como ráfagas de felicidad. La memoria y su recreación es otro aspecto importante de su obra. En la memoria revive e intensifica el placer de la belleza».

Ánchel Conte en 2005 en Huesca, cuando contrajo matrimonio -la primera boda homosexual de Huesca- con José Ignacio Barroso.
Ánchel Conte en 2005 en Huesca, cuando contrajo matrimonio -la primera boda homosexual de Huesca- con José Ignacio Barroso.
Javier Blasco.

Ánchel Conte ha estado en muchos lugares. Ha sido un trabajador incansable: en el Sobrarbe, en Huesca, en Barbastro, en su defensa de un aragonés que todo el mundo podía asimilar, según explica Chusé Raúl Usón, o en el Centro Aragonés de  Barcelona, donde colaboró durante muchos años con la directiva y con la bibliotecaria Cruz Barrio. Recibió la Medalla del Gobierno de Aragón al Mérito Cultural, la Medalla del Centro Aragonés de Barcelona y, entre otras distinciones, el premio Aeditar de los editores aragoneses. Y todo ello lo hizo, con dinamismo, con entereza y sin renunciar jamás a la exaltación del amor, del deseo, de la naturaleza y de la condición humana.

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