Juan Luis Arsuaga: “En ciencia, las preguntas elementales son las más difíciles de responder”

El paleoatropólogo (Madrid, 1954) protagonizó el pasado 14 de noviembre  los ‘Martes de Libros’, de Fundación Ibercaja con su obra ‘Nuestro cuerpo’, y dialogó con la periodista de HERALDO Pilar Perla

Juan Luis Arsuaga, el pasado martes 14 de noviembre, en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
Juan Luis Arsuaga, el pasado martes 14 de noviembre, en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
Oliver Duch

Su idea del culto al cuerpo no es tanto de gimnasio como de afán investigador.

El cuerpo humano ha sido siempre mi tema de trabajo, y mi vocación. También me interesa la anatomía artística, si se puede llamar así, y la historia del arte. Suelo frecuentar las salas de escultura clásica del Museo del Prado, que tienen mucho protagonismo en la obra que presento ahora. Espero -sonríe- que el libro no me estropee mi soledad en ese lugar, mi refugio rodeado de dioses.

El canon es un concepto que determina la percepción humana de forma global y/o personal. ¿Cómo lo aborda usted?

Hay un canon que viene de los genes, pero no solo para los humanos. También para los ciervos, o cualquier otro animal. ¿Cómo sabe un ciervo con quién se tiene que reproducir? Por su condicionamiento genético, que no le lleva a aparearse con una leona. En nuestro caso, el canon puede variar dentro de unos límites: tenemos caracteres sexuales que nos distinguen, y diferentes poblaciones con leves diferencias.

Ha escrito a cuatro manos con Juan José Millás. ¿Cómo es el reparto de tareas?

Ya van dos libros, sí. Lo que hacemos es hablar mucho: él lo graba, lo escribe, me lo pasa y se lo devuelvo corregido en las partes más científicas. Luego me lo vuelve a enviar: es algo de ida y vuelta. Sinceramente, Millás merece el Nobel, el Cervantes… tiene un punto de vista original, y todos los demás se parecen mucho. Creo que la originalidad merece los mayores premios. También te digo que voy descubriendo sus trucos, sus máscaras, aunque no te las voy a revelar. Además, tiene una actitud genial ante los temas científicos, porque no entiende nada y me deja explicarle todo. Es muy útil que no tenga problema en reconocer que no sabe de algo: demanda una explicación.

¿Por ejemplo?

El software. Es la última de las metáforas del alma, la gente piensa que es algo etéreo, que flota. El funcionamiento de un chip, que trabaja con transistores: otro ejemplo. La hormona del desarrollo humano, ¿cómo trabaja? ¿En qué parte del cerebro tienes a tu madre, cómo la ves? En ciencia, las preguntas elementales son las más difíciles de contestar.

Es usted paleoantropólogo. Lo de analizar todo lo que tiene ante sus ojos parece agotador. ¿Sufre esta deformación profesional?

En cierto modo, sí. No leo, estudio, especialmente con los ensayos. El ‘Quijote’ sí lo leo, pero también analizo ciertos detalles: por ejemplo, si menciona una planta y sé que es de procedencia americana, me distraigo con eso. También puedo estar viendo una película y cuando se muestra una escena de pasión entre dos amantes, quizá me fije en cómo se ve el abductor largo de un pulgar. ¿Debo preocuparme?

Ha sido usted muy gráfico. Hablando de pasiones, usted tiene una conocida: el Real Madrid. Teniendo en cuenta el antecedente paterno, ¿es algo genético?

Mi padre jugó profesionalmente allá, sirvió al equipo. Cuando eres profesional, no es lo mismo. El madridismo de Bellingham no es igual que el de la grada. Los futbolistas pasan por los clubes, lo que se queda es el club. Mi padre, de hecho, probó con el Barça y tuvo una oferta, pero se decantó por la del Real Madrid. Eso sí, podríamos haber vivido perfectamente en Barcelona y ser culés, pero soy del Madrid, sí. Hay que ser de algún equipo, ¿verdad?

Aunque se sufra. En Zaragoza estamos sufriendo hace tiempo.

Lo de sentir los colores es una expresión que me gusta, es muy fiel. Habrás oído la frase que dice que «el fútbol es la más importante de las cosas que no son importantes». Obviamente importan más la familia, la salud, el trabajo, el bienestar de los tuyos… pero una vez establecido lo realmente importante, aparece el fútbol liderando aquello que, en el fondo, no lo es.

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