Gianrico Carofiglio: "La imbatibilidad de la mafia es un mito"

'Rencor' es la nueva novela del escritor y exfiscal antimafia, que cambió la toga por la literatura y ha vendido seis millones de libros.

Gianrico Carofiglio
Gianrico Carofiglio
GIUSEPPE BIANCOFIORE

No se arrepiente de haber cambiado la toga por la literatura. Tras una larga carrera como fiscal y senador, implicado en la lucha contra la mafia, Gianrico Carofiglio (Bari, 1961) dio con la tecla del éxito literario. Ha vendo más de seis millones de sus ensayos y sobre todo de sus novelas de intriga policial, en especial de la serie negra protagonizada por el detective Guido Guerrieri. Presenta ahora 'Rencor' (Duomo), el segundo caso de Penelope Spada, detective sin licencia que, como él, dejó los tribunales y que investiga el asesinato de un rico y poderoso profesor universitario.

¿Qué le llevó a colgar la toga y dedicarse en exclusiva a la escritura?Empecé a escribir cuando aún era fiscal y seguí en los tribunales seis años más. Luego fui parlamentario y tras cinco años en la política debía volver a la fiscalía. Pero la escritura era ya mi primer trabajo. Tener la fiscalía como segundo trabajo era, además de antiestético, éticamente discutible. La decisión fue dolorosa, desde luego, porque amaba mi trabajo. Pero por eso mismo debía respetarlo.

Es obvio que no se ha arrepentido.En absoluto.

Su nueva investigadora, Penelope Spada, es exfiscal como usted. Pero dejó la toga tras cometer un error que se aclara en esta novela. ¿Cuánto hay de Carofiglio en ella?Es el primer personaje femenino que creo, pero el más autobiográfico. Tiene que ver conmigo en muchos aspectos, como la nostalgia de la fiscalía.

¿Son más sagaces las investigadoras que los investigadores?No creo que haya diferencias.

El rencor es una fuerza muy potente. ¿Todos somos rencorosos?Todos. Es indispensable reconocer nuestras zonas oscuras. El rencor que engendran y que no reconocemos. Paradójicamente, se convierte en una fuerza que condiciona nuestras acciones. El rencor está en las relaciones individuales y en la política. El gran éxito de la extrema derecha en Europa nace de la enorme cantidad de rencor que hay en nuestras sociedades. Un rencor que las fuerzas progresistas son incapaces de reconocer y transformar en las fuerzas de cambio.

¿La extrema derecha tiene entonces la habilidad de explotar ese rencor?Sí. Es su principal habilidad. Y tiene la capacidad de incrementarlo. Los populistas no quieren que la gente se libere del rencor ni del miedo. Nos quieren encadenados al miedo, que es la gasolina que alimenta su terrible política.

Un rencor está en el origen de conflictos tan inhumanos como el que vemos ahora entre Israel y Palestina. ¿Cómo curarlo?Escribí un ensayo titulado 'La gentileza del coraje' en el que hablo de la capacidad de relacionarnos con quienes son distintos a nosotros. Es una manera de gestionar los conflictos, incluso los más violentos, sin que se vuelvan catastróficos. La clave para resolver los conflictos individuales y colectivos estriba en la capacidad de escuchar al otro. Que no significa darle la razón. Es buscar un punto de comunicación.

Asegura que la justicia no es tan satisfactoria como la verdad para las víctimas.El castigo es necesario, naturalmente. Sobre todo para determinados delitos muy graves. Pero si recurrimos a una metáfora médica, diríamos que el castigo es el analgésico, aplaca el síntoma, pero lo que cura la enfermedad, la lesión profunda, es la verdad.

El perdón es tan balsámico como la verdad.Sin duda. Pero no significa olvido, ni negar el propio sufrimiento y el rencor. Significa reconocerlos, sacarlos a la luz y entender que hay que superarlos. El perdón más difícil de conceder es a uno mismo.

Tan humano como el rencor es la venganza.Es también un sentimiento poderoso, pero a menudo se vuelve en contra del propio vengador. Nelson Mandela dijo que el odio es como beber un veneno esperando que muera tu enemigo por ello.

Ha conocido muchos criminales inteligentes, pero ninguno genial, dice.Es que no los hay. El criminal genial es un mito. Al realmente inteligente a menudo no lo conoceremos. Si de veras lo es, no lo pillaremos. Pero muchísimos de los criminales que se consideran inteligentes tienen una mentalidad infantil. Funcionan como el niño que hace algo para que los padres lo descubran. Hay un elemento de exhibición en sus acciones criminales. Por eso caen. Casi todos los criminales son 'niños'. Los criminales adultos, los menos, son racionales. Actúan para obtener un resultado económico. No se quieren exhibir y es muy difícil capturarlos. Los demás siempre dejan huellas ligadas a su necesidad de exhibición. Puede creerme. He tratado cientos de casos de grandes criminales, con cientos de asesinatos sobre sus conciencias. Al final de todo, si eliminamos los aspectos trágicos, son niños.

2.000 asesinatos al año

Se ha enfrentado a muchos casos de la mafia. ¿Veremos su final?Sin duda. Ya vimos el final de la 'Cosa Nostra' siciliana tal como la conocíamos. La situación hoy no es comparable con la del pasado. Me ocupé de la mafia en la región de Apulia en los años 90, los más difíciles en la lucha en su contra. Entonces había en Italia 2.000 asesinatos al año. En 2021 se contabilizaron 293. Es un dato esclarecedor. Existe el falso mito de la invencibilidad de la mafia. Pero es vencible con la ley. Lo vimos cuando se llevó a cabo un trabajo muy serio de investigación, procedimiento y respeto a las normas tras el que se impusieron penas serias. Italia es hoy un país seguro en la zona más segura del mundo.

Sostiene que personas con opiniones rígidas e inamovibles son más inmaduras.La duda es un síntoma de inteligencia. Bertrand Russell decía que uno de los problemas de este mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas y los imbéciles llenos de certezas. Pensad, agregó, en cómo sería mejor el mundo si todos tuviéramos la costumbre de poner una interrogación al final de una afirmación. Si lo hacemos, todo cambia de repente. Vemos cosas que no hubiéramos visto.

¿De qué está seguro al cien por cien?De nada. Si acaso del respeto a la humanidad del que habló primero Kant, de tratar a los demás seres humanos como fines y no como medios. Es un deber moral.

Plantea que los jueces deciden muchas veces por instinto y luego buscan la razón jurídica para justificar su decisión.Le ocurre a todo el mundo. Decidimos algo y por las razones más diversas que surgen desde lo más profundo de nosotros y que a veces desconocemos. Luego debemos justificar nuestras acciones racionalmente, que a menudo no son la verdadera razón de una decisión. Les pasa a veces a los jueces. Hay casos que intuyes que la decisión es justa, pero a menudo los motivos difieren. Es una manera para reducir el condicionamiento de las razones ocultas. Respecto a las relaciones importantes que atañen a otros, debemos preguntarnos por qué quiero hacer esto. Eso ya ayuda.

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