Caspe revive hoy su Fuente Ovejuna

Se cumplen 50 años de que toda la población uniera esfuerzos para trasladar piedra a piedra la ermita de Nuestra Señora de la Horta

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Nuestra Señora de la Horta: la ermita que se reconstruyó piedra a piedra
Heraldo.es

La ermita de Nuestra Señora de la Horta es hoy un lugar elegido por los caspolinos para casarse en ceremonia civil. Pero muy pocos recuerdan que hubo un día en que fue corral y otro en que estuvo sumergida en el Mar de Aragón. Pero hace ahora 50 años renació bajo las aguas gracias a una especie de Fuente Ovejuna: en 1973 todo Caspe se conjuró para salvarla. La ermita fue desmontada piedra a piedra para, años más tarde y después de diversos avatares, reconstruirse en su emplazamiento actual. Este sábado, la localidad bajoaragonesa rememora aquella gesta popular con un humilde pero emotivo acto.

"La ermita se salvó por el compromiso social de todos los caspolinos –recuerda Amadeo Barceló, presidente del Centro de Estudios de la Comarca del Bajo Aragón-Caspe (Cecbac)–. Fue la sociedad civil la que lo consiguió, ayudada por los medios de comunicación y, muy especialmente, por Radio Caspe. Todo el mundo aportaba algo, su tractor, su excavadora, sus manos... y, para costear los gastos, los vecinos ‘apadrinaban’ piedras, a 50 pesetas cada una. A esa corriente ya en marcha se sumó nuestro Ayuntamiento".

La ermita, de origen románico tardío, se ubicaba en un lugar algo alejado del casco urbano y se abandonó a finales del siglo XIX. Poco después empezó a funcionar como aprisco de ganado. En 1960 el Grupo Cultural Caspolino, antecesor del Cecbac, alertó de que el embalse de Mequinenza, el Mar de Aragón, iba a sepultarla bajo las aguas. Se impulsó una campaña ante las instituciones, en buena parte impulsada por el maestro Francisco Alloza, para que se desmontara piedra a piedra y se trasladara a otro lugar. Se habló con muchas instituciones, se llegó incluso hasta el director general de Bellas Artes del Gobierno de Franco, pero nadie mostró el menor interés por ella. La ermita, así pues, fue oficialmente condenada y las aguas la sepultaron en 1965.

Ocho años más tarde, Enher, la responsable del embalse de Mequinenza, anunció que durante un par de semanas el nivel del agua se iba a reducir prácticamente al que llevaba antiguamente el Ebro, y destacados caspolinos, como Antonio Barceló o Miguel Caballú, entonces al frente del Centro de Iniciativas y Turismo local, retomaron la idea de recuperar la ermita piedra a piedra. El arquitecto Ángel Peropadre se ofreció a asumir la dirección técnica del proceso y todo el pueblo se puso a la tarea. En apenas dos días, el 7 de octubre de 1973, los hermanos Clavería ya habían conseguido abrir un camino hasta la ermita: los agricultores, los vecinos, los estudiantes del instituto... todo el mundo arrimó el hombro. Y el 20 de octubre de 1973, cuando volvieron a subir las aguas, las 5.000 piedras de la ermita ya estaban, numeradas y clasificadas, a salvo.

"Pese a las prisas, todo se hizo con mucho cuidado –subraya Amadeo Barceló–. Para los estudiantes fue incluso la mejor clase de historia del arte que podrían tener. Luego se tardó unos años en reconstruirla, principalmente porque había diferencias sobre el lugar en que se debía levantar. Pero hoy es un símbolo de Caspe. No hay nadie mayor de 65 años que no recuerde aquellos días de trabajo todos unidos".

Este sábado Caspe recordará su Fuente Ovejuna particular.

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