Carmen Mola “En la novela histórica es necesario que la documentación no ahogue la trama"

El trío de escritores formado por Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez que firma bajo el seudónimo Carmen Mola presentó este martes en Zaragoza su nuevo ‘thriller’ histórico, ‘El infierno’

Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez, el trío de escritores que firma bajo el seudónimo Carmen Mola, este martes en Zaragoza.
Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez, el trío de escritores que firma bajo el seudónimo Carmen Mola, este martes en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Los siete círculos del infierno en la España de la caída isabelina y los años previos a la Primera República, con viaje a Cuba incluido. No está mal como planteamiento de una novela.

Nos lanzamos a ‘El infierno’ desde la experiencia de ‘La bestia’. Disfrutamos metiéndonos en esa época, porque nos permitía jugar con géneros y herramientas que no cuadran con la novela policíaca contemporánea. Nos apetecía volver a ese mundo, así que cuando pensamos por dónde arrancar partimos del enamoramiento por el Madrid de aquellos años, entre el levantamiento de San Gil y el inicio de La Gloriosa, muy distinto al de ‘La bestia’, que transcurría 30 años antes.

Sorprende el tono de las reflexiones de los personajes, muy liberales para la época, y la crudeza de la descripción en el capítulo del esclavismo.

El de esta novela es un Madrid más luminoso y divertido, sobre todo en las noches, con el teatro de los bufos centrado en la diversión por encima de todo. Disfrutamos contando una historia sobre ese tiempo, una vez cogidas sus claves con la anterior novela. La aparición de Cuba funciona como reflejo de lo que estaba pasando en España en cuanto al abismo entre las clases poderosas y el pueblo, algo que se extiende y se exacerba en Cuba al tema de la esclavitud. En el siglo XIX hay muchos momentos más que nos parecen perfectos para una novela.

Carmen Mola escribe a seis manos. ¿Cuál es el compás que siguen, va cambiando?

Todo está ordenadísimo, es muy armónico, casi musical. Todo se hace entre los tres. La clave son precisamente los tres meses iniciales, donde más que escribir tramamos. Ahí se dispara en todas las direcciones, y como nos llevamos muy bien sabemos reconocer las buenas ideas, que enseguida serán esquematizadas por los otros. Cuando tenemos una escaleta con la trama entera bien detallada, en un documento muy amplio, repartimos la tarea en tres tercios. No hay solistas, somos tres violines bien afinados que juntan esfuerzos y trata de sacar una buena melodía adelante.

¿Qué les atrajo de este momento histórico concreto? ¿Sigue siendo un gran desconocido para los propios españoles?

El siglo XIX es muy poco conocido. En el colegio saltas de Napoleón a la Gloriosa, pasando de puntillas por el carlismo, un alto en el 98 y de ahí se salta a la Guerra Civil. Lo escogimos porque al elegir el contexto histórico para ‘La bestia’ nos dimos cuenta de que había pocas cosas escritas sobre estos años, que nos parecen apasionantes. La guerra contra los franceses, tres guerras carlistas, la guerras de independencia de las colonias, el periodo republicano… vemos un país que quiere modernizarse y no acaba de conseguirlo por completo.

Baracoa es la primera ciudad fundada por los españoles en Cuba, allá en el oriente de la isla. También es la semilla del son, como cuenta Auserón en el documental de Juanma Betancort que acaba de estrenarse en San Sebastián.

En Baracoa está el ingenio azucarero que será escenario de los crímenes que refleja la novela. Efectivamente, es el primer asentamiento español allá; en la novela, además, se hace referencia a ‘La bayamesa’, considerada la primera canción de amor cubana y que luego se acabaría haciendo himno. Auserón sabe mejor que nadie la mezcla de ritmos e influencias que tiene el son entre España, África e incluso Nueva Orleans.

¿Sintieron la necesidad de visitar Cuba para documentarse?

Solo Antonio había ido a Cuba antes de esta novela. No era tan necesario, ya que retratamos una Cuba que ya no existe. Sí nos vino muy bien el libro de un viajero estadounidense de la época que recorrió justo en ese momento toda la isla y escribió una guía detallada del viajero del siglo XIX en Cuba, con consejos para comer y dormir. También los periódicos, como ‘La Gaceta de La Habana’: con eso se podía apreciar el día a día. Luego viajamos a Cuba y nos llamó la atención que no tiraron las estatuas antiguas, pero lo demás es un ejercicio de imaginación importante.

Rescatan ustedes términos muy llamativos, como suripantas para las coristas de varietés.

Suripantas viene de una canción hecha en griego inventado, era la primera palabra del primer verso. Luego se convirtió en un nombre definitorio para las bailarinas, y luego derivó en una especie de sinónimo de prostituta que aún se emplea en ciertos países. Fernanda Melchor la usa en su novela ‘Temporada de huracanes’, por cierto. Hay más palabras fascinantes, desde batey para describir el poblado de los trabajadores de la caña a palenque, rancheador, royuco o huerto, cochinatico o lechón...

¿Qué parte de la tarea creativa les ha supuesto un mayor reto?

Cuando haces una novela histórica hay un ejercicio de contención ineludible: es necesario que la documentación no ahogue la trama. En esta ocasión, el aliciente de las revoluciones que activó Prim y el éxito de La Gloriosa que hizo salir a la reina de España ya era grande, pero si encima te vas a Cuba y hablas de la esclavitud que España tardó en abolir más que nadie, la vida de los ingenios azucareros, el choque de clases, los crímenes de un asesino en serie, la historia de amor que no debe caer en el sentimentalismo excesivo… son muchos elementos, y todos deben respirar.

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