libros

Insobornable, infiel y enemigo de Trump: así aparece Le Carré en sus cartas

Los herederos del escritor publican sus misivas, en las que el novelista abomina de la "incurable criminalidad" de su padre.

John Le Carré, junto al actor Gary Oldman y el director Tomas Alfredson en la presentación en Londres de la película 'El topo', en 2011.
John Le Carré, junto al actor Gary Oldman y el director Tomas Alfredson en la presentación en Londres de la película 'El topo', en 2011.
Suzanne Plunkett/Reuters

John le Carré, aparte de un fecundo creador de 25 novelas, fue un prolífico escritor de cartas, "brillantes y descuidadas" misivas que sabía iban a ser una mina para sus futuros biógrafos. Los destinatarios de su correspondencia son personajes de la política, la literatura, el mundo editorial, las artes y hasta de su antigua profesión de espía. Descontento con la biografía que escribió de él Alan Sisman, el novelista quiso dejar constancia de sus pensamientos e inquietudes a través de las cartas que escribía a sus amigos. Ahora todo ese abundante material ha sido recogido en el libro 'Un espía privado' (Planeta), editado con esmero por su hijo Tim Cornwell, quien murió de forma repentina en junio.

Padre del legendario personaje George Smiley y creador de mundos turbios y esquinados, John le Carré fue testigo privilegiado de la Guerra Fría cuando trabajó como agente del MI5 y el MI6, los servicios de Inteligencia británicos. Ese oficio le permitió alumbrar con conocimiento de causa ficciones bien documentadas sobre el enfrentamiento entre el mundo capitalista y los países del bloque comunista. Esta suerte de memorias epistolares hablan de su infancia en los años cuarenta, su paso por las universidades de élite de Eton, Oxford y Cambridge, su reclutamiento como espía, y el arranque de su carrera como novelista a la vez que se levantaba el Muro de Berlín.

Hijo de un estafador y redomado mentiroso que le maltrataba, sus primeros años bascularon entre un selecto internado y los tugurios londinenses. Ilustrador talentoso, llegó a plantearse probar fortuna en el mundo del arte. Reflejo de esta vocación, el libro incluye dibujos, caricaturas e ilustraciones para libros y revistas.

La vergüenza que le causaba la "incurable criminalidad" de su padre Ronnie se agudizó cuando su madre, Olive Hill, se fugó con un agente de seguros. El futuro novelista tenía entonces cinco años y el abandonó materno le dejó una honda impresión en su carácter. No la volvió a ver hasta cumplidos los 21 años y pese al tono solícito de sus cartas, la frialdad no desaparece. Le dirigió varias en 1988 y 1989, pero según su hijo Tim son «anodinas emocionalmente», aunque da ánimos a Olive cuando, por ejemplo, se somete a una operación de espalda.

Carré se despacha a gusto contra Trump, "un egocéntrico de piel muy fina, falsario, vengativo y despiadado", y alerta del modo en que llegó al poder, "tan reminiscente del de Nuestro Querido Führer en tantos aspectos que se le seca a uno la boca". De las diatribas no se libra el ex primer ministro Tony Blair, al que tilda de "mendaz fanfarrón", ni Boris Johnson, un "'oik' [paleto] de Eton" que se vale de 2la cobardía y la intimidación2. En algunos casos se muestra visionario: "Los demócratas en Estados Unidos están haciendo el ridículo, Putin se está autodesignando gobernante vitalicio, así que parece que vamos a tener una década espantosa".

"Odio el Brexit"

Enemigo acérrimo del Brexit, una decisión que le indujo a pedir la ciudadanía irlandesa, Le Carré lanza una invectiva contra el momento involutivo que vive el mundo. "Mi reacción ante el panorama político es vehemente: odio el Brexit, odio a Trump, temo que se produzca en todas partes un auge del fascismo blanco y me tomo la amenaza verdaderamente muy en serio; el ansia de conflicto es omnipresente entre nuestros pseudodictadores".

Cuando Le Carré publicó 'El jardinero fiel', una obra en la que denunció los abusos y la inmoralidad de la industria farmacéutica, sublevó a la compañía Novartis, que en una misiva le coaccionó y acusó de intentar incrementar la venta de sus libros. La respuesta del novelista, durísima, demuestra que el escritor no se mordía la lengua. "No soy empleado de una industria acusada, por los críticos más templados, de amasar una riqueza excesiva a expensas de los desdichados de la tierra. Nadie compra mis opiniones. En su mundo eso es insólito y quizás inquietante".

Pese a que todavía estaba lejos de morir, el escritor se adelanta a los malos augurios y aprovecha para entonar un mea culpa en 2001 y reconocer sus aventuras amorosas. "La lealtad y el amor de Jane [su segunda esposa], y su amor por todos vosotros, han sido mi columna. El hecho de que se haya impuesto a mis infidelidades y mi mal humor, de que haya preservado su integridad, de que haya hecho que nuestro matrimonio funcionara en la dicha y la adversidad, ha sido el origen de nuestra felicidad".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión