PILAR. OCIO Y CULTURA

Pilar Gonzalo: "No me pierdo nunca ir a ver el manto de la Virgen recién colocado"

Educadora e integradora social, su verdadera pasión es investigación y el rescate fotográficos. Enamorada de Zaragoza, explica cómo vive las fiestas

Pilar Gonzalo rememora sus días de modelo en vísperas de las fiestas del Pilar.
Pilar Gonzalo rememora sus días de modelo en vísperas de las fiestas del Pilar.
A. C. /Heraldo.

Si algo define a María Pilar Gonzalo Vidao (Zaragoza, 1972) es su pasión por Zaragoza y por su iconografía, como se ve a diario en la asociación Anteayer Fotográfico Zaragozano, de la que es una integrante muy activa. Es meticulosa y bucea en la exactitud de los datos y los defiende en la red y en sus publicaciones. Colaboradora de ‘Vuelta atrás’, de Aragón TV, ha coordinado exposiciones e investiga con sus compañeros la historia de la imagen zaragozana y aragonesa. Fue modelo de joven, y siempre tiene una sorpresa en la manga. Colabora en varios medios, entre ellos HERALDO.

¿Qué le dice el Pilar, qué le sugieren estas fiestas que ya toman las calles?

Las fiestas tienen algo único que nos unen a todos:el amor por la jota y la Virgen. Da igual si eres creyente o no, las disfrutas porque el ambiente que se respira en todas partes es siempre acogedor e invita a salir y a recorrer sus calles, a comer en los puestos ambulantes longaniza, churros o a beber vino de la tierra. Para estas fiestas siempre regresa la muestra de artesanía aragonesa; los peruanos con su música hipnótica nunca faltan a la cita, como tampoco el circo, los títeres en los parques y las ferias o los conciertos con Alaska y nuestra inmortal Corita Viamonte. Lo que sea con tal de darle un empujón al recién estrenado otoño, unos días de manga corta y otros con paraguas antes de la ofrenda.

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene, y algo reciente que recuerde con mucho gusto o con cariño?

Las prisas por tener todo a punto: el traje de baturra que desde niña lo confeccionaban a mano mi abuela, mis tías y otras parientes cercanas. Siempre ajustando medias y enaguas porque no dejábamos de crecer. Claro que en aquella época las ropas eran más uniformadas y poco tenían que ver con el rigor en la indumentaria que se busca en la actualidad. Aun así, disfrutábamos saliendo a la calle con nuestras mejores galas. Dos días antes de la Ofrenda venían a casa y se instalaban con todo lo necesario para vestirnos y peinarnos con todo el mimo del mundo. Mi madre, Alicia, colocaba todas las prendas sobre la cama con verdadero primor y cuidado para que no hubiera ningún olvido de última hora y estuviera todo listo para vestirnos.

¡Qué bonito y evocador!

Mi recuerdo más entrañable es ver con ella el Rosario de Cristal, apretar su mano cuando el frío hacía que se me durmieran las extremidades, pero no protestaba porque sabía que le gustaba mucho ver pasar todas las carrozas. Recuerdo además el olor a hogar durante la comida del día del Pilar, con menú especial por ser mi santo y con el repique de las castañuelas mientras esperábamos a la mesa: «¡Que le den, que le den café!», una y otra vez hasta que mi padre, Luis, pedía que me las quitaran de la mano y dejara de destrozarles los oídos.

¿Y algo más reciente?

Le diría que es sentir de nuevo la libertad de disfrutar de las fiestas sin restricciones ni aforos, no tener miedo de que algo intangible como la pandemia nos aceche a todos y nos impida acercarnos riendo, tocándonos y sintiendo que volvemos a ser seres sociales.

Retrato de niña de Pilar Gonzalo, vestida de baturra.
Retrato de niña de Pilar Gonzalo, vestida de baturra.
Archivo Pilar Gonzalo.

¿Dónde suele ir, qué le apetece hacer?

Me gusta ver el pregón, ahora ya desde un lugar más discreto, sin estar en todo el meollo de la plaza; el espectáculo de luz y sonido en las fuentes del parque José Antonio Labordeta, comer lo que sea en cualquiera de los puestos de Echegaray y Caballero… Algo que no me pierdo nunca es bajar a ver el manto de la Virgen recién colocado. Me fascina el olor de las flores frescas y esa alegría contagiosa de querer hacerse fotos desde todos los ángulos posibles. Disfrutar de los conciertos en la plaza del Pilar, los de la Máxima FM no me los perdía ningún año, como tampoco los fuegos artificiales de fin de fiestas, con esa sensación de haber dejado escapar otro año pero con la satisfacción de haberlo vivido y gozado.

¿Qué recomienda?

Como recomendación salir a pasarlo bien según los gustos de cada una respetando a las personas y también a los lugares a los que acudimos, no deteriorar el patrimonio, siendo conscientes de que lo público es de todos. Cualquier opción es buena aunque yo recomiendo el concierto de Joaquín Sabina, el homenaje a las heroínas de los Sitios y la zona Hip-hop Zaragoza. ¡Qué tiempos cuando intentábamos aprender a bailar de crías en la calle del Tiro imitando a los chavales del barrio!

Vaya imágenes. Una de las películas del ayer. Su pasión son las fotografías. ¿Qué destacaría de ellas, qué le gusta, qué le perturba?

En realidad, es una de mis pasiones, otra de ellas es el chocolate y si es con churros en esta época del año, mejor. Desde hace unos cuantos, en Lalmolda, aunque reconozco que he sido infiel en alguna ocasión en otras churrerías igual de buenas. De la fotografía antigua de Zaragoza y provincia que es lo que nosotros estudiamos y difundimos desde nuestra asociación cultural Anteayer Fotográfico Zaragozano, quisiera destacar la belleza de los rincones retratados, la calidad de muchas de las imágenes a pesar de tener más de cien años gran cantidad de ellas, dadas las técnicas empleadas, y la cronología manifiesta que reflejan sin necesidad de abrir un libro de historia. Por sí mismas son crónicas con relatos en tiempo real de sucesos incontestables. Lo que sale es lo que sucedió, luego la narrativa la ponen aquellos que interpretan, aunque nosotros preferimos ceñirnos estrictamente a hechos demostrables con rigor y seriedad.

¿Qué le gusta tanto de esa pasión?

Lo que más me gusta es encontrar en las fotos lugares desaparecidos de nuestra ciudad, sobre todo de aquellos edificios que se encontraban fuera de los lugares turísticos o más significativos, en los barrios, también de comercios ya desaparecidos de los que no sabíamos de su existencia, esos que de repente te llevan a una nueva línea de investigación y te quitan cientos de horas de sueño o hacen que te duermas pensando en todo lo que te falta por saber. Eso sí que me perturba de verdad. Aun así es una inquietud que sigue llenándome de satisfacción personal y profesional.

¿Cómo son las fotos que van encontrando del Pilar y su universo mestizo?

Siempre nos sorprende encontrar una nueva foto o toma en la que se aprecia la evolución del templo. Desde la más antigua que conocemos tomada por Júdez hacia 1861 donde no estaba ni la cúpula central ni las cúpulas de la parte del coro, hasta las que muestran el proceso de construcción de la segunda torre llamada popularmente de los granujas porque anticlericales apedrearon el 17 y 18 de julio de 1901 la catedral, obligando al primer cierre del templo.

¿Qué se puede deducir?

Que es cierto el dicho en esta ciudad de que algo es tan largo como las obras del Pilar. Nuestros seguidores se sorprenden mucho y agradecen todo nuestro trabajo y los aportes al patrimonio fotográfico.

Pilar Gonzalo sale a las fiestas a disfrutar de la algarabía de las calles.
Pilar Gonzalo sale a las fiestas a disfrutar de la algarabía de las calles.
A. C./Heraldo.
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión