Una vivienda unifamiliar de Montecanal gana el Premio García Mercadal de Arquitectura

Es obra de las arquitectas Cristina Balet y Esther Roselló con estudio en Barcelona desde 2008

La vivienda unifamiliar destaca por la pureza de líneas de su diseño.
La vivienda unifamiliar destaca por la pureza de líneas de su diseño.
Heraldo.es

"Hacemos espacios y edificios para las personas, para la vida". Con esta frase, casi un eslogan, definen su trabajo Cristina Balet y Esther Roselló, arquitectas que ganaron ayer la 38ª edición del Premio García Mercadal de Arquitectura, galardón impulsado desde el Colegio de Arquitectos de Aragón para distinguir las mejores obras del año anterior. Y ganaron el premio por el diseño de una vivienda unifamiliar en Montecanal, Zaragoza. "Mediante una honesta materialización de sus elementos constructivos y la precisión de su escala, el proyecto adquiere la categoría de hogar que toda vivienda debería tener", aseguraba el fallo del jurado. Ese hogar tiene una piel básicamente de hormigón, pero Balet y Roselló han sabido conjugar el ladrillo, como material, y un uso inteligente de la luz, para dar calidez a los distintos espacios.

"Los propietarios son una pareja joven, que disponía de una parcela de 655 metros cuadrados con una edificabilidad de 222 -relata Cristina Balet-. La pareja, que tiene toda la vida por delante para disfrutar de la casa, quería que la vivienda fuera de bajo mantenimiento. Habían visto algunas construidas completamente en hormigón, cuya estética les gustaba, y por eso ese material es el protagonista del edificio. Quizá no sea muy sostenible, pero ello se compensa con que requiere un bajo mantenimiento".

La aragonesa Cristina Balet y la catalana Esther Roselló se conocieron en un máster universitario. Compartieron un proyecto juntas, luego llegó un segundo y, finalmente, en 2008, abrieron despacho profesional en Barcelona, que se ha mantenido en funcionamiento hasta el invierno pasado, cuando ambas decidieron emprender caminos propios. Juntas, entre otros trabajos, han diseñado tres viviendas en Montecanal, a las que hay que añadir otras dos en solitario de Cristina Balet.

Cristina Balet y Ester Roselló, ante la vivienda unifamiliar premiada, que diseñaron juntas
Cristina Balet y Ester Roselló, ante la vivienda unifamiliar premiada, que diseñaron juntas
Oliver Duch

La celosía de ladrillo

"En nuestro trabajo siempre hay dedicación y esfuerzo en todos los detalles -apunta Esther Roselló-. El concepto general de un edificio es lo más importante, obviamente, pero luego no puedes descuidarte, hay que estar encima de todos los detalles hasta el final. La constancia es también una virtud arquitectónica. Un arquitecto quiere hacer bien las cosas simplemente porque se tienen que hacer bien".

Pero no todo es hormigón en el edificio. Una enorme celosía de ladrillo en la primera planta da color y dinamismo a la fachada. "El hormigón, en este edificio, es fachada y estructura a un tiempo -apunta Cristina Balet-, y la cerámica, el ladrillo, que es un material muy zaragozano, es quien da intimidad al dormitorio principal, en la planta superior, al tiempo que tamiza la entrada de la luz. La celosía nos permite terminar de configurar el volumen del edificio. Creemos que la combinación entre hormigón y ladrillo es muy adecuada, y nos interesaba también crear distintos espacios interiores y exteriores, a los que la luz llegara de diferentes maneras".

El edificio tiene dos almas. Si al exterior presenta un aspecto en parte opaco, cerrado, geométrico, en el interior la protagonista es la luz y por eso presenta un aspecto mucho más abierto y transparente. La planta baja se organiza alrededor de un patio central, donde se plantó un ginkgo biloba, ese árbol considerado un fósil, un superviviente de la Edad del Hielo sin parientes vivos en el reino vegetal.

"Además del hormigón y el ladrillo, usamos otros materiales nobles, que envejecen bien, como es el ladrillo y la madera, con la que conseguimos darle secuencia y ritmo al espacio interior -añade la arquitecta zaragozana-. Pero también la luz, que llega incluso a iluminar el sótano. Cada una de las plantas del edificio tiene una iluminación diferente. Usar la luz como material arquitectónico más permite que el edificio vaya cambiando a lo largo del día. Todo está pensado, además, para que desde el interior de la casa sus habitantes puedan ver el paso del tiempo y de las estaciones".

A todo ello ayuda también la vegetación exterior, que introduce sombras sobre las paredes, movimiento, texturas...

El jurado de los premios, cuyo ganador se anuncia coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Arquitectura el primer lunes del mes de octubre (este año el lema era ‘Arquitectura para comunidades resilientes’), estaba presidido por Carlos Turégano, decano del Colegio de Arquitectos de Aragón, e integrado por Óscar Pérez, Ana María Torres, María Felipe Caparrós y Sergio Sebastián, con Roberto Gascón como secretario.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión