María Oruña: "En la sociedad actual quedan ya muy pocos inocentes"

Nacida en Vigo en 1976, acaba de publicar ‘Los inocentes’ (Editorial Destino), sexta y última novela de intriga de la serie de Puerto Escondido

María Oruña presentó este jueves su novela 'Los inocentes' en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés.
María Oruña presentó este jueves su novela 'Los inocentes' en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés.
Oliver Duch

No se le nota acento gallego. 
Espere y verá; tengo un acento cantarín. 

Dicen que es la reina del género policiaco en España. ¿Lo cree? Hay más candidatas al trono. 
Ni se me ha pasado por la mente creerme reina de nada. Lo que sí me siento ahora es un poco Willy Fog, por los viajes y las tareas de promoción de mi última novela. Tengo ganas de quitarme las botas de viaje, metafóricamente, y meterme en los archivos a investigar o sentarme a la mesa a escribir.

El éxito tiene sus peajes.
No creo haber alcanzado el éxito. ¿Qué es triunfar? No lo es estar en la lista de los más vendidos sino, dentro de 10 o 20 años, ver que tus novelas se consideran aún buenas historias.

¿Qué es ‘Los inocentes’, el libro que acaba de publicar?
Una novela de acción y misterio que reflexiona sobre quiénes son en realidad inocentes.

En la sociedad de hoy, no hay inocentes. 
Quedan ya muy pocos porque, incluso los que no son culpables de nada, pueden dejar de ser inocentes por omisión de socorro. Todos somos inocentes y culpables. 

La novela arranca con Valentina y Oliver, su pareja protagonista de la serie de novelas de Puerto Escondido, a punto de casarse. ¿Boda con final feliz?
No sé, no sé... En las primeras páginas de la novela parece que se van a casar. Pero hay que leerse el libro para saber qué ocurre.

Y arranca también con un impactante crimen masivo en un escenario idílico.
Me interesaba ese contraste entre la pureza y la maldad, que se da en la vida misma. Pensamos que dominamos la vida y no somos más que salvajes domesticados. En un crimen masivo caen las máscaras y todos acaban actuando con la verdad.

¿Qué tiene Valentina de usted?
Me imagino que tendrá cosas, como el personaje del villano, el tonto o el erudito. La gracia está en que esas cosas estén ahí y no se noten. Estoy en todos mis personajes y en ninguno.

¿Por qué ambienta sus novelas en Cantabria?
¿Y por qué no hacerlo? Mi padre es cántabro y yo me considero hija del Norte. Nadie, en realidad, pertenece a ningún sitio. 

Durante años fue abogada. ¿Qué enseña el derecho?
A mí me ha dado cierta dureza y me ha enseñado a escribir y hablar con propiedad. Me ha enseñado a ser metódica y organizada trabajando. Aunque eso quizá lo tenía ya antes.

¿Y la literatura?
La generosidad de las personas. Es increíble viajar a Italia, o a Suramérica, y ver a la gente esperando, o incluso viajando, para que les dedique un libro. Gente que no sabe que la magia de la literatura no está en quien la escribe, sino en quien la lee. 

¿Es cierto que una vez un lector se quitó la camiseta en un acto para demostrarle que el corazón le palpitaba con sus libros? 
Sucedió en Comillas y no sabía dónde meterme. Cosas que pasan. 

Con esta novela da por cerrada la serie. Su próximo libro...
No tiene nada que ver con todo lo anterior. Pero no diré más. Para mí una novela empieza con un chispazo, y según voy investigando sobre el tema o la ambientación, la historia va apareciendo. Encontrar buenas historias es dificilísimo; contarlas es más fácil.

Una buena novela de intriga es...
Trabajo, honestidad y un buen mapa de intenciones. Al ponerte a escribirla hay que tener muy claro qué quieres conseguir y no meter nada de relleno.

¿Ha probado la inteligencia artificial?
No y la detesto. Es un problema gravísimo que no se está afrontando con la celeridad y la energía necesarias. No solo es un problema para los escritores, también para los traductores, los ilustradores o los periodistas. Tienes que ser muy tonto para creer que una máquina te va a contar una buena historia original.

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