Asalto se despide del barrio de La Jota celebrando el arte urbano

Termina la programación del transformador festival zaragozano, que ha alcanzado la mayoría de edad, con mucha actividad en el parque Royo del Rabal.

Mural participativo en el parque Royo del Rabal, dentro del festival Asalto
Mural participativo en el parque Royo del Rabal, dentro del festival Asalto
Guillermo Mestre

Terminan hoy diez días de intervenciones en La Jota por parte del festival de arte urbano internacional Asalto. Algunas de forma sutil, como con la integración en el espacio público de objetos creados con impresoras 3D que invitan a una ‘búsqueda del tesoro’ (el proyecto 3Dfiti). Y otras tan rotundas como los seis murales pintados en otros tantos edificios del barrio zaragozano, la mayoría en su corazón, en esas calles con nombres de jotero y casas de una planta tan características.

La Jota, en tiempos de uniformización en las ciudades, mantiene su personalidad. Y es además desde finales del siglo pasado terreno abonado para el arte urbano, por haber sido uno de los epicentros de la eclosión del movimiento hip hop en Zaragoza, del que aquel es una de sus primeras expresiones. Este fin de semana, en el barrio hay fiesta de la mano de Asalto.

La acción se concentra en el parque Royo del Rabal, con talleres, sesiones musicales, proyecciones de documentales, propuestas participativas como la de pintar en un mural abierto a todos, y hasta un torneo ‘underground’ de petanca con jóvenes jugadores. El tiempo acompaña y ayer había mucha animación ya desde la mañana. Con gente de todas las edades, con familias enteras encantadas de ver alterada su cotidianidad por una programación artística.

Dieciocho años itinerando por barrios de Zaragoza

La oferta del festival, que cumple 18 años itinerando por los barrios de la ciudad, y tras haber tenido que lidiar últimamente con la covid, se acerca otra vez a la de sus mejores ediciones. Se ha recuperado este 2023, además, la feria donde se venden obra gráfica e ilustraciones en distintos soportes, principalmente de artistas locales, además de materiales para la creación.

Esta feria seguirá abierta hoy por la mañana, de la misma forma que el mural participativo y que un taller que invita a estampar carteles (muy exitoso ayer, con filas de espera), que otro exclusivo para niños, y que dos más de pegatinas artesanales y de ilustración sobre cerámica.

Este domingo se da también la última oportunidad de disfrutar de una de las visitas guiadas que organiza el festival para conocer las nuevas obras de arte que quedarán en el barrio. Sus autores seguían ayer en acción, rematando la faena.

El vascofrancés Taroe deja un monumental mural en la calle María Virto, 14, bajo el cual se ejercitarán ahora los mayores en los aparatos gimnásticos que allí hay dispuestos. Muy cerca se estaba terminando el trabajo de Giulio Vesprini, de Italia, en una de las casas bajas situadas en la calle del Maestro Orós. Al lado, por cierto, se encontraba ‘estacionada’ la apisonadora que utilizaron la zaragozana Carla Nicolás y alumnos del instituto Pilar Lorengar en un taller experimental de grabados de gran tamaño.

Y también en las casitas en torno al parque seguían pintando la uruguaya Ceciro (calle Felisa Galé) y la finesa Anetta Lujkanova (Juanito Pardo). Los otros dos murales promovidos por el festival en 2023, algo más alejados, son los del ateniense Stelios Pupet, en la calle Santa Quiteria, y del zaragozano instalado en Londres Miguel Hcuar, que ya participó en 2005 en el primer Asalto, en el andador José Alustiza Aguirre.

El festival de arte urbano de Zaragoza se ha hecho notar también, por noveno año, en las marquesinas de varias paradas del tranvía, con obras de los aragoneses Juan Rubio, Alicia Blasco, Islena Neira, Jesana Motilva, Hugo Puente y Andrea Espier.

Estas intervenciones artísticas son efímeras (se anuncia su presencia hasta que pasen las fiestas del Pilar), pero sí quedarán, cuando hoy termine Asalto, los murales de La Jota y la invitación a recorrer sus calles para conocerlos y apreciar la transformación urbana que propician. Y la oportunidad de perseguir las obras supervivientes de anteriores ediciones dispersas por otros barrios de la capital aragonesa. En la web del festival hay un mapa que puede servir de guía.

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