literatura

Raúl Quinto: "El Siglo de las Luces proyectó también algunas sombras"

El escritor (Cartagena, 1978) ha novelado la Gran Redada, un intento de exterminar a los gitanos españoles en 1749. El libro lo publica la editorial aragonesa Jekyll & Jill.

Raúl Quinto presentó su novela en la librería Cálamo.
Raúl Quinto presentó su novela en la librería Cálamo.
Guillermo Mestre

¿Por qué sabíamos tan poco hasta ahora de la Gran Redada, episodio que usted ha novelado en ‘Martinete del rey sombra’ (Jekyll & Jill)?

En parte porque se ha construido una idea de España poniendo una raya entre nosotros y los gitanos, como si estos fueran ajenos a la identidad española; en parte, también, porque el interés por revivirlo no era muy grande entre los victimarios;y, por último, porque hasta esta generación no habíamos tenido historiadores de etnia gitana.

Sorprende que ese intento de genocidio surgiera de la España más culta.

En la vida no todo es blanco o negro. El marqués de Ensenada fue el primer gran estadista de la España ilustrada, un convencido de que había que modernizar nuestro país. Pero el Siglo de las Luces proyectó también algunas sombras.

Usted pinta en su libro los dos mundos: el dulce de la Corte y el amargo de los gitanos.

Me parecía interesante el contraste entre ambos universos. Pero todos tienen su grandeza, sus debilidades, sus tragedias. Esta es una historia de soledad, enfermedad y muerte. Y la muerte lo equilibra todo.

¿Por qué fracasó la Gran Redada?

Era una acción que estaba planificada y que incluso se ejecutó bien. En la España de 1749 había unos 11.000-12.000 gitanos y se logró detener a unos 9.000. El problema fue que se sabía qué hacer con los hombres, enviarlos a realizar trabajos forzados, pero no muy bien qué hacer con las mujeres. Hasta que se decidió enviarlas a la Casa de Misericordia de Zaragoza, entre otros lugares.

Se tuvieron que cometer muchos errores. ¿Cómo identificaban a los gitanos?

Durante la primera parte de la redada sí se cometieron errores. El primer gitano atestiguado en España fue Juan de Egipto Menor, que solicitó en 1425 un salvoconducto a Alfonso el Magnánimo para viajar a Tierra Santa a través de la Corona de Aragón. Y llamó mucho la atención porque era muy diferente. Pero tres siglos más tarde las diferencias se habían diluido. Se les identificó por su forma de vestir, por su estilo de vida. Pero en el nomadismo había también personas que no lo eran. Fue gitano quien los testigos dijeron que lo era.

La persecución a los gitanos en España empezó antes de ese 1749...

Durante el reinado de los Reyes Católicos, en el que la historiografía nacionalista ha querido ver el nacimiento de España, se produjo un fenómeno curioso, y es que se buscó la homogeneidad a partir del asalto a los diferentes. Sin tener en cuenta que España es también gitana. En la Primera Pragmática, de 1499, se les instaba a hacerse sedentarios y adoptar un oficio conocido, bajo pena de destierro, de que les cortaran las dos orejas y de esclavizarles. A partir de ese momento llegaron hasta 200 leyes que buscaban lo mismo. Con Felipe IV se quiso hasta prohibir la palabra ‘gitano’.

Aragón tuvo un especial protagonismo en la Gran Redada.

En Zaragoza, a los gitanos los llevaron a la Aljafería: Luego se decidió enviar a muchas de las mujeres y los niños a la Casa de la Misericordia de Zaragoza (hoy el edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón). Que yo sepa, no hay en ese edificio una placa que recuerde ese hecho histórico, y sería importante que lo tuviera. Cuando hablamos de memoria histórica hay que tener en cuenta también a los gitanos.

A Zaragoza vinieron mujeres y niños de Málaga y Granada, principalmente. Desembarcaron en Tortosa y remontaron el Ebro. ¿Qué vida llevaron?

Las obligaron a levantarse temprano, ir a misa y trabajar. No podían salir a la calle. Hubo torturas, motines, intentos de prender fuego al edificio... Algunas mujeres estuvieron allí 12 años. Uno de los capítulos del libro está dedicado por completo a la Casa de Misericordia. Zaragoza fue símbolo de la rebelión de las gitanas.

Su libro novela también cómo se construye el olvido.

Soy profesor de historia y en ninguno de los manuales que estudian el siglo XVIII se menciona este suceso, si acaso con una nota a pie de página o una alusión de pasada. No sé si este episodio histórico debería avergonzarnos a los españoles, pero en cualquier caso no debería caer en el olvido. Porque algunos no recibieron el indulto hasta 16 años después de la Gran Redada. Y eso no ha ocurrido en un país lejano, sino en el nuestro.Si somos algo, somos, también gitanos.

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