La riñonera se lleva (y se lleva así)

Fue objeto de deseo en las últimas décadas del pasado siglo y ahora ha vuelto con fuerza, más versátil, ecológica, cómoda y a la moda que nunca.

Riñoneras de varias marcas a la venta en Shuave Shop, con Ángel Elipe al frente.
Riñoneras de varias marcas a la venta en Shuave Shop, con Ángel Elipe al frente.
Ruben Losada/FotografiArte

Muchos recordarán esos pequeños bolsos de colores fluorescentes amarrados a la cintura. Las riñoneras fueron una pieza de moda a finales de los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo y llegaron a ser tremendamente populares; tanto, que tuvieron un ‘efecto rebote’ que las llevó al olvido y a ser incluso objeto de burla, asociadas sobre todo a estereotipos como el turista con sandalias y calcetines o el nuevo rico hortera.

Pero hace unos años volvieron. Lo hicieron con fuerza y se las puede ver, rediseñadas, versátiles y funcionales, en diferentes contextos, con vestimentas urbanas y formales, atadas a la cintura o cruzadas sobre el pecho.

Y es que, más allá de su estética deportiva, este complemento con correa y cierre de clic o hebilla, que hace que olvidemos llevar el bolso colgado del hombro o agarrado con la mano, resulta sumamente práctico en esta época del año, cuando lo último que apetece es ir cargados de trastos.

"Siempre ha sido un artículo vinculado al verano y a los jóvenes, que lo usan para irse de festivales y les resulta cómodo para tener todas las cosas a mano", explica Ángel Elipe, de la zaragozana Shuave Shop. De esta tendencia, cuenta, se hicieron eco grandes casas de alta costura, que las subieron a las pasarelas y las lanzaron al estrellato en el mundo de la moda, y también otras marcas más alternativas. ¿El resultado? Ahora la bandolera la puede llevar cualquiera, con logos de relumbrón, con perfiles más técnicos y deportivos, con tejidos ecológicos o reciclados...

"Incluso elevadas al ‘outfit’ de noche, más elegantes, bordadas, femeninas, metalizadas", añade Julia Ponce, propietaria de Sommes Demode, quien destaca que hay modelos de piel que se pueden llevar como bolsos de mano simplemente quitándoles la correa. Y a diferencia de otros complementos de capacidades XL, las riñoneras obligan a borrar de la mente los ‘porsiacasos’. Llevamos lo justo y necesario. Sí, es hora de admitir que no necesitamos esa chaquetilla que, a base de empujones, metemos en el bolso para no salir de él en toda la noche.

Materiales reciclados

No son pocas las marcas que venden bandoleras en España. Una de ellas incluso está radicada en Zaragoza: Lätt. Sus riñoneras son de mediano tamaño y están hechas en piel de curtido vegetal y tejidos sostenibles. Porque la sostenibilidad y la ecología son una seña de identidad de muchas de estas firmas. Así, Casa Peseta, Loqi, Lefrik o Daniel Chong elaboran sus complementos con botellas de plástico recicladas.

En cuanto a los estampados, el cielo es el límite. Desde las más sencillas, de un solo color (eso sí, de cualquier color), hasta las decoradas incluso con cuadros famosos, como las que vende Loqi: gracias a sus bandoleras, se pueden llevar cruzados al pecho o amarrados a la cadera ‘Los girasoles’ de Van Gogh o ‘La gran ola de Kanagawa’, de Katsushika Hokusai.

La madrileña Casa Peseta, que fue de las primeras marcas en abrirse al mercado alternativo, las presenta con tejidos alegres y de esencias festivaleras. Y Baggu, desde Nueva York, es especialista en diseños limpios, minimalistas y urbanos, ideales para el día a día.

Y pasado el verano y caído el telón de los festivales, las riñoneras también tienen un hueco en el armario. Como muestra, las que propone la marca barcelonesa Wouf, que las fabrica de suave peluche, de colores lisos o ‘animal print’, para tener todo a mano... también en invierno.

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