ARTE. OCIO Y CULTURA

Antonio Saura y su pasión goyesca por el drama retornan a los 25 años de su muerte

En septiembre se presentará en Bancaja en Valencia una exposición totalizadora de su trayectoria

'Retrato imaginario de Goya', realizado por el pintor en 1969.
'Retrato imaginario de Goya', realizado por el pintor en 1969.
Museo Reina Sofía.

El 14 de septiembre de 2023, en las salas de la Fundación Bancaja de Valencia se inaugurará la muestra ‘Antonio Saura esencial’, comisariada por el madrileño Fernando Castro Flórez y la zaragozana Dolores Durán, que se hará con fondos del Museo Reina Sofía. Es una colección amplia, conformada por lienzos de todas las épocas, y por dibujos y numerosa obra en papel. Este año, el próximo 22 de julio, se cumplen 25 años del fallecimiento de un pintor fundamental del siglo XX en España, que expiraba en Cuenca en 1998.

Antonio Saura nació en 1930 en Huesca, donde vivió algunos años, y luego se trasladó con su familia a varias ciudades: Madrid, Valencia y Barcelona. Su padre, Antonio, era funcionario de Hacienda, y su madre, Fermina Atarés, era pianista y ama de casa, y recibiría en los años 50 y 60, en su casa de Madrid, a la pianista zaragozana Pilar Bayona (1897-1979). Tanto Antonio como su hermano Carlos (1932-2023), cineasta, escritor y fotógrafo, solían recordar que habían visto morir a un joven en la contienda a consecuencia de un bombardeo. Quizá ya fue en la niñez cuando nació una complicidad especial que los llevaría a colaborar en distintos proyectos, de arte, fotografía, cine y literatura. 

“Al hacer esa selección, la intención fue que el conjunto abarcase toda la trayectoria de este artista, desde sus primeras obras, las ’Constelaciones’ del año 1947, y que se expusieron en su primera muestra individual en la Sala Libros de Zaragoza en 1950, hasta piezas de los años 90”, dice Lola Durán

A los 13 años, Antonio Saura sufrió tuberculosis y fue objeto de varias operaciones: se pasó casi un lustro postrado y a partir de 1947 empezó a pintar y a escribir. Antonio Saura fue un pintor fundamental del arte español, pasó del surrealismo al expresionismo con ecos claros de Rembrandt, Velázquez y Goya, y muchos pintores contemporáneos, pero también fue un gran teórico, promotor de exposiciones, miembro del grupo El Paso, biógrafo en breve de diversos artistas, maestro del grabado y del dibujo y un formidable y entusiasta ilustrador de libros tan distintos como ‘Don Quijote’, ‘La familia de Pascual Duarte’, ‘El Criticón’ o ‘Pinocho’.

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El pintor oscense Antonio Saura, que formó parte de El Paso, en una de sus exposiciones.
Efe

Nace un artista

Curiosamente, su primera exposición tuvo lugar en Zaragoza, en la sala Libros de Víctor Bailo: allí presentó cuadros de dos series como ‘Constelaciones’ y ‘Rayogramas’, que mezclaban el universo surrealista con la fantasía. En París viviría en dos períodos y conectó con el grupo surrealista; más tarde, se integró en El Paso con los aragoneses Pablo Serrano y Manuel Viola, entre otros, del que será su líder hasta que abandona el grupo en 1960. 

Poco a poco, dialogando siempre con la historia del arte -los citados Velázquez, Rembrandt, Goya, Picasso, Dalí, etc.- empezará a crear sus series, al principio centradas en blanco y negro: ‘Damas’ y ‘Autorretratos’, ‘Retratos imaginarios’, que años después concretará más en los ‘Retratos imaginarios de Goya’, que nunca dejará de hacer, y a los que sumarán nuevos proyectos como ‘Desnudos’ (“Estos desnudos son como paisajes destrozados en el escenario de una cama inmensa que es el mundo entero”, decía), ‘Crucifixiones’ o ‘Multitudes’.

Y por supuesto su gran homenaje al maestro de Fuendetodos: ‘El perro de Goya', delque solía decir que era “el propio Goya intentando salir de las tinieblas”. Hiperactivo e insaciable en el torrente de ideas, de manifiestos y de exposiciones (acudió a la Bienal de Venecia con Chillida y Tàpies en 1959; recibió el Premio Guggenheim al año siguiente, se presentó en la Documenta de Kassel de 19764, etc.), durante casi una década, de 1969 a 1979, abandonó el óleo y se centró en su rica y variada obra en papel, en la línea de Goya y Picasso. “Me gusta lo dramático, que no lo triste, porque es bellísimo desde el punto de vista plástico”, decía el artista que se definió “un espectador de la vida”, confesaba.

“Me siento lleno de curiosidad por las cosas, por la vida, repleto de ideas y de proyectos”
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Uno de los cuadros de la primera época, surrealista y fantástica,
Archivo Reino Sofía.

Su presencia en Aragón fue constante. Realizó pintura mural en diversos espacios: en 1992 ejecutó la obra ‘Elegía’, de 20 x 10 metros, cuyo proceso retrató Jean Bescós, que condensa su gusto por la mancha, el arrebato informal, la poesía del color y la tensión de elementos abstractos. Experiencia que repetiría años después en Grancasa. En 1991, presentó en Zaragoza y en Huesca su muestra ‘Decenario’; en 1994 el Museo de Teruel recuperó sus cuadros de la primera época (una parte se expondrá en Valencia, como se ha visto) el mismo año en que recibió el Premio Aragón de las Artes. Dos años después fue el comisario de la muestra ‘Después de Goya. Una mirada subjetiva’ en la Lonja. Falleció en 1998 en Cuenca, su retiro, donde dejó su Fundación, acuciada siempre por distintos problemas. El 29 de abril de 2022 se hacía público que el ayuntamiento de Cuenca no prorrogaba más la cesión de la Casa Zavala, donde estaba instalada su formidable colección.

No se sabe qué pensaría un hombre que se retrató así: “Me siento lleno de curiosidad por las cosas, por la vida, repleto de ideas y de proyectos”. Se veía a sí mismo en los últimos años “viejo, calvo, feo, pero con sentido del humor”. Y como un enamorado absoluto de su oficio, chispeante, ingenioso y erudito. Formaba parte de los “cinco perros de Aragón”, como los bautizó Víctor Mira con Gracián, Goya, Buñuel y el propio Mira.

La muestra en Valencia

“Quizá lo que haya que destacar de la exposición es que se trata de las obras que su familia seleccionó para hacer la dación en pago de impuestos de sucesión y que forman parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía”, dice la comisaria Lola Durán. “Al hacer esa selección, la intención fue que el conjunto abarcase toda la trayectoria de este artista, desde sus primeras obras, las ’Constelaciones’ del año 1947, y que se expusieron en su primera muestra individual en la Sala Libros de Zaragoza en 1950, hasta piezas de los años 90”.

Son cuadros que Saura había conservado durante toda su vida, recuerda la comisaria aragonesa, “guardados y apartados del resto, por considerarlos importantes referentes en la historia de su pintura, por lo que, entre ellos, hay piezas que se pueden considerar obras maestras”, valora la comisaria zaragozana.

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