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Celia Carrasco Gil: “En la literatura ajena busco algo que me diga y que me atraviese”

La poeta, que reside entre Zaragoza y Salamanca, publica 'Rupestre', con prólogo de Alfredo Saldaña, y repasa la huella de su padre y de otros poetas.

Celia Carrasco Gil, el pasado sábado en la Feria del Libro de Zaragoza.
Celia Carrasco Gil, el pasado sábado en la Feria del Libro de Zaragoza.
A. C. /Heraldo.

Celia Carrasco Gil es una de las nuevas voces de la lírica aragonesa. Nació en Tudela en 2000, reside entre Zaragoza y Salamanca, donde estudia Filología Hispánica. Ha publicado ‘Entre temporal y frente’ (Olifante, 2020), ‘Selvación’ (Torremozas, 2021), XXII Premio de Poesía Joven Gloria Fuertes, y ahora sale ‘Rupestre’ (Olifante, 2023), con prólogo del poeta y catedrático Alfredo Saldaña. Colabora en el suplemento ‘Artes&Letras’ y la sección de opinión de HERALDO. Es una de las más prometedoras voces de la lírica de hoy con Loreto Sesma, Aitana Monzón y Omar Fonollosa, entre otros.

¿Qué le dicen las ferias del libro?

Para mí son, ante todo, un lugar de encuentro, además de una celebración de la palabra. Creo que tiene mucho encanto ya solo el mero hecho de que de la noche a la mañana nazca un nuevo poblado dentro de la ciudad que tan bien creíamos conocer, y que esté habitado nada menos que por libros.

¿Cómo vive la Feria del Libro de Zaragoza, donde firma estos días? ¿Qué le agrada y qué le desagrada?

Con mucha ilusión. Hay libros, amigos, familia, autores, lectores y editoriales en un mismo entorno. ¿Qué otra cosa puede pedirse? Además, me parece muy importante que no solo se vaya a dedicar espacio y tiempo a las firmas, sino también a actividades orientadas hacia los más pequeños, cuentacuentos, talleres, encuentros, lecturas, conciertos, que permiten disfrutar a todas las edades de las artes, las letras y, en definitiva, la cultura.

"La literatura me da posibilidades inéditas de existencia y me permite renombrar mi incertidumbre. Me gustaría hacer hueco al silencio para que en su interior cantaran las ausencias"

¿Le convence el Parque José Antonio Labordeta?

Sí. Allí viví mi primera feria como autora y el parque es un lugar de historias al que le tengo muchísimo cariño. La palabra revolotea entre los árboles, que la amparan como sabios pergaminos, con sus ramas extendidas, como brazos, en esa posición de escucha y receptividad extrema con la que José Ángel Valente identifica dicho símbolo.

Aunque sea tan joven, poco más de 20 años, ¿hay una Feria del Libro inolvidable para usted como lectora o como autora?

Quiero recordar la feria que vendrá, como diría Maurice Blanchot, porque lo inolvidable aquí no es solo el instante del (re)encuentro (que también: qué felices somos todos junto a amigos y amantes de los libros), sino precisamente la promesa de compañía que concede siempre el feliz descubrimiento de otras voces y textos que antes desconocíamos.

¿Qué va a firmar? Explíquenos los motivos del libro y para quién está pensado.

Voy a firmar ‘Entre temporal y frente’ (Olifante, 2020) y ‘Rupestre’ (Olifante, 2023), que acaba de publicarse hace unas semanas. Es un libro de poesía que en gran medida trabaja con el espacio ritual de resonancia que posibilitan los poemas. Fluctúa entre una primera parte que trabaja con diferentes cromatismos del color rojo, como si fueran petroglifos en las paredes de la cueva del lenguaje, y distintas imágenes de la luz, como si nos encontráramos ante el fuego de las historias compartidas. Son estas dos secciones de 21 poemas en verso blanco cada una. Pero también hay metro clásico. De hecho, el libro termina con un soneto, y en el eje de ‘Rupestre’, como columna vertebral entre el color rojo y la luz, hay un ‘Cántico Es(pi)Ritual’, unas Canciones entre el Alma y el Verbo que recuperan el poema de san Juan de la Cruz y permiten que en un mismo texto crepiten las imágenes más relevantes del libro. Está pensado para cualquier lector que quiera acercarse.

¿Desde cuándo le importan los libros?

Desde que tengo uso de razón. Quizás porque, en gran medida, es algo que los libros nos conceden. El libro siempre ha sido para mí lugar de encuentro. De hecho, mis primeros recuerdos de los libros también lo son de mi familia. Puedo evocar como si fuera hoy cuando mi madre nos contaba a mi hermana y a mí (y nos cantaba, porque al final del libro venía un poema que ella convirtió en canción) ‘El cuarto del bebé’, de Gloria Fuertes. Y también cuando mi padre nos leía ‘Las aventuras de Tom Sawyer’, que le habían acompañado a él cuando era niño. Me acuerdo de sus gestos, de sus voces, de cómo revivía aquellas historias y hacía que su infancia y la nuestra se (con)fundieran en una misma. Ambos eran momentos preciosos, de esos que no se olvidan. Luego aprendimos a leer, pero creo que en la palabra siempre seguirá palpitando el fuego de aquellos primeros encuentros compartidos.

Alfredo Saldaña próloga 'Rupestre' (Olifante), el nuevo poemario de Celia Carrasco Gil.
El poeta y catedrático Alfredo Saldaña próloga 'Rupestre' (Olifante), el nuevo poemario de Celia Carrasco Gil.
A. C./Heraldo.

¿Cómo se convirtió en escritora? ¿Qué le da la literatura y qué quiere darle?

La literatura me da posibilidades inéditas de existencia y me permite renombrar mi incertidumbre. Me gustaría hacer hueco al silencio para que en su interior cantaran las ausencias.

¿Cuáles son esos autores que siempre tienes cerca? ¿Qué busca en una página, en un verso, en una cita?

José Ángel Valente, María Zambrano, Edmond Jabès, Paul Celan, Ángel Guinda, Alfredo Saldaña, Olvido García Valdés, Chantal Maillard y Ada Salas. Creo que todos ellos comparten un compromiso radical con el lenguaje y también con el silencio, con los huecos o pliegues del decir que hacen de las ruinas palabra y convierten cada grieta del camino en un verdadero hallazgo y una nueva oquedad que canta.

¿Cómo ve el fenómeno de las letras aragonesas en el siglo XXI, del que ya forma parte? ¿Qué le ha conmovido o interesado?

Creo que las letras aragonesas van por muy buen camino y, lo más interesante, que hay personas de todas las edades implicadas. No estoy pensando solo en autores de renombre nacional e internacional, sino también a más pequeña escala. Yo ahora mismo vivo en Salamanca, pero, por lo que sé, en Aragón los jóvenes están creando muchos espacios de encuentro en torno a la literatura (tanto propia como ajena) y la celebración de la palabra. Y cuando se da ese interés, cada gesto, por minúsculo que parezca, al compartirse siempre se engrandece.

Los Premios de las Letras Aragonesas pasaban bastante inadvertidos. Se dice el nombre del premiado y se convoca un acto, y ahí acaba todo. ¿Qué propondrías usted, qué podríamos hacer?

"En el fondo me parece que mi espacio de escritura tiene algo que ver con eso: con una palabra que juega entre la capacidad de elevación de la mirada y el entorno de mis propias travesuras"

Tal vez unas jornadas de estudio sobre la obra de la persona galardonada. Pienso en el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en el que, precisamente, después del fallo, se organizan unas jornadas de estudio en la Universidad de Salamanca, a las que acude también la persona premiada, que las cierra con una lectura de su obra. Este año, tuve la oportunidad de asistir allí a las jornadas de estudio de la poesía de Olvido García Valdés, con la poeta presente, y fue algo maravilloso que siempre recordaré. Creo que resultaría muy enriquecedor plantear algo similar con los Premios de las Letras Aragonesas.

No sé si es mitómana. ¿Quiénes son los personajes de ficción que más te han marcado? ¿Qué busca en la literatura ajena?

De pequeña creo que me marcaron por igual los personajes de Matilda y Celia, de Roald Dahl y Elena Fortún, y en el fondo me parece que mi espacio de escritura tiene algo que ver con eso: con una palabra que juega entre la capacidad de elevación de la mirada y el entorno de mis propias travesuras. En la literatura ajena busco algo que me diga y al mismo tiempo me atraviese.

Celia Carrasco se ha trasladado a vivir y estudiar a Salamanca.
Celia Carrasco se ha trasladado a vivir y estudiar a Salamanca.
A. C./Heraldo.

Recomiéndenos de tres a cinco libros más o menos recientes para la Feria.

‘Aparición y otras desapariciones’, de Ángel Guinda; ‘Leer contra la nada’, de Antonio Basanta; ‘La acción es el frío’, de Alfredo Saldaña; ‘Arqueologías’, de Ada Salas; y la antología ‘Doce líricas para un nuevo mundo’, ese libro de la Fundación Santander que reúne poemas y estéticas de Antonio Colinas, Antonio Lucas, Aurora Luque, Carlos Pardo, Chantal Maillard, Clara Janés, Fermín Herrero, Jorge Riechmann, Luisa Castro, Raquel Lanseros, Vanesa Pérez-Sauquillo y Vicente Gallego, con un epílogo de José María Parreño. 

Mañana: Miguel Mena.

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