Pujantes y ambiciosos, arrancaron con decisión. La amplia sección de clarinetes atacaba con carácter la obertura de ‘Candide’, de L. Bernstein. La Unidad de Música de la Guardia Civil lanzaba así su concierto, sacando el máximo rendimiento de la acústica privilegiada de la sala sinfónica del Auditorio de Zaragoza. Al frente de la misma, el teniente coronel músico Jaime Ismael Eguídanos daba los primeros destellos de lo que iba a ser un concierto inolvidable.

Eguídanos, con quien uno había tenido el honor de compartir tareas de jurado en el I Concurso Nacional de Composición de Marchas de Viator, traía un programa en cuya primera parte predominaba el repertorio sinfónico y en la segunda, piezas de marcado carácter aragonés.

Así, en la selección de ‘Cuadros de una exposición’, de M. Mussorgski, la agrupación produjo sonido ajustado y expresivo, extraído por un director que obtuvo un crisol de matices de esta gran banda de la Guardia Civil, que dirige desde agosto de 2021. Escuchamos sonidos enigmáticos, cargados de misterio y melancolía procedentes a veces de los fagotes, otras del bombardino y otras de la trompeta con sordina. La partitura del ruso culminó con ‘La Gran Puerta de Kiev’, que el conjunto del Benemérito Instituto interpretó afrontando un enorme compromiso artístico y exhibiendo unas hechuras orquestales ambiciosas, de notable precisión y calidad.

Humor bien expresado y entendido por el público en la ‘Sinfonía de los adioses’, de Haydn, con los músicos, ‘desertando’ y abandonando paulatinamente al director.

Y rasmia y orgullo en el repertorio aragonés al que dio vivacidad el Ballet Baluarte y las voces de Sonia Martín, Susana Gil, Alberto Remiro y, sobre todo, el caudal de voz hermoso y bien modulado de Ángela Aured, rubricaron este concierto a beneficio de Atades.