El títere Pelegrín cumple 40 años en olor de multitudes y con aroma a chocolate

El Parque del Agua se llenó este domingo por la mañana de público familiar, para celebrar las cuatro décadas de la popular marioneta con teatro al aire libre, charanga y cabezudos

El Parque del Agua se llenó de asistentes al cumpleaños de Pelegrín.
El Parque del Agua se llenó de asistentes al cumpleaños de Pelegrín.
Toni Galan

El títere señero del Teatro Arbolé se llama Pelegrín. Todos los demás son hijos, sobrinos o incluso nietos suyos, aunque solo tenga 40 ‘tacos’. Arbolé celebró ayer la onomástica de la pequeña gran marioneta que tantas alegrías ha traído y repartido en las cuatro últimas décadas con una fiesta popular en sus instalaciones, que se extendió a los terrenos cercanos del Parque del Agua, muy cerca del aparcamiento norte y el mercadillo.

No hubo colisión junto al Ebro entre ambos fenómenos dominicales, sino trasvase de personas, y no precisamente hídrico, sino chocolatero, gracias a los perolos del restaurante Bocados, vecino de Arbolé, y el dulce espeso que acompaña a las cosas claras. A falta de Paquito (aunque alguno habría entre el público) estaba Pelegrín, omnipresente, con su embudo rojo en la cabeza que a veces es azul, aunque el azul es como el uniforme de respeto avispa del Real Zaragoza. El equivalente al blanquillo futbolero es el rojo, y rojo lucía en las cabezas del personal de Arbolé; pronto protegió del sol a muchos niños y sus mayores, como por arte de magia.

Alrededor y dentro de la fiesta

Las razones de vida de Pelegrín son el teatro y las travesuras. Es un títere de cachiporra, amoral, un poco pendenciero. Ayer se desdobló simultáneamente en tres escenarios para brindar un poco de felicidad y entretenimiento a quienes se habían acercado por su cumpleaños, y habían hecho además un rato de fila para conseguir su vaso de chocolate.

“Hemos encargado 3.000 churros y chocolate para más de 2.000 personas; se va a acabar, eso seguro, pero serán pocos los que se vayan sin probarlo”, decía Sandro, responsable de Bocados, que llenaba vasitos cartoneros de chocolate junto a Erika, trabajadora del local. Mientras tanto, la charanga Los Guacamayos de la Almozara acompañaba el paseo de un Pelegrín gigante y de los originales cabezudos hechos por los alumnos de la Escuela de Artes, seguidos de un gentío importante; los pequeños eran los más bailones en un festejo muy concurrido que se beneficiaba de la amplitud de espacios para no masificarse.

Al lado de un ‘photocall’ infantil con hueco para la cabeza de los locos bajitos presentes (metáfora robada a Serrat) estaba la tienda. La responsable, Isabela, animaba a llevarse un recuerdo. “Podéis llevaros camisetas, gorras, embudos rojos, ceras de cara muy típicas del teatro, juegos de paciencia, tizas en forma de huevo, libros, cuadernos... y ahí al lado, ¡algodón de azúcar!”.

Azucena Roda, que integra el equipo de Arbolé, ha llevado muchas veces a Pelegrín en los últimos 21 años. “Huy, y a Magdalena, y a muchos otros personajes. Hoy me toca atender en el pasillo de nuestra sede, donde tenemos la exposición de Pelegrín, que seguirá aquí bastante tiempo, además de invitaros a que veáis un pequeño vídeo sobre el protagonista del día en la sala. También me gustaría que volváis a visitar a Pelegrín, porque tiene pensado seguir viniendo”.

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