HISTORIA

Pierre Serna: "Europa es el país de mis sueños, nuestra única esperanza"

El historiador, experto en la Revolución Francesa, ha visitado Zaragoza para analizar el impacto de las guerras y confiesa su pasión por el kitsch

Pierre Serna, en su visita a Zaragoza, ha estado en Belchite, 'la Pequeña Rusia' y en las tiendas pintorescas de la ciudad.
Pierre Serna, en su visita a Zaragoza, ha estado en Belchite, 'la Pequeña Rusia' y en las tiendas pintorescas de la ciudad.
Oliver Duch.

Pierre Serna (1963) es catedrático de Historia de la Revolución Francesa en la Universidad París / Panthéon-Sorbonne y es miembro del Institut d’histoire de la Révolution française. Ha publicado y editado numerosos libros sobre la Revolución, y es un apasionado del arte bruto y del universo kitsch. Acaba de estar en Zaragoza, con el historiador italiano Antonino di Francesco, y conversó en la Universidad de Zaragoza con Pedro Rújula, traductor de su libro ‘Como animales’ (PUZ, 2019) y con Javier Ramón.

¿Qué le dice a un historiador de la Revolución Francesa un espacio como Belchite, al que fue a visitar con Pedro Rújula y Antonino di Francesco?

Violencia. Violencia en estado puro. Raymond Queneau decía que no existe la historia solo, la historia es siempre "la historia de la desgracia". Ser historiador es ser capaz de enfrentarse al dolor, al horror y dar cuenta de ello, dar cuenta y analizar. También es una tipología de la violencia. Para el historiador de la Revolución Francesa, Belchite es el peor tipo de violencia, el de la guerra civil. Se trata siempre de violencias concretas. La guerra civil es la peor porque se opone a "los mismos". Una guerra exterior crea inmediatamente al extranjero como categoría enemiga. Hace falta un trabajo "intelectual" para reducir al otro que es uno mismo a una alteridad que la mayor parte de las veces lo deshumaniza, lo animaliza y, por tanto, permite su supresión. Es un esfuerzo terriblemente traumático que desemboca en una violencia extrema, como relata Belchite.

¿Qué es lo que más te impresionó de su historia? ¿Las ruinas, la huella de la Guerra Civil o toda la leyenda que la envuelve y que cuenta, en tono neutro, la guía?

Lo que me impresionó, en primer lugar, fue la cantidad de gente en una tarde soleada de domingo y la presencia de varias generaciones. Hay una demanda social de historia y memoria en España y esto es un elemento muy positivo. El segundo aspecto muy reconfortante es la forma en que este espacio, que fue diseñado para ser "franquista", se ha neutralizado y se ha convertido en un espacio para todos, un espacio de memoria de la violencia de la guerra civil. La neutralización política es muy acertada.

La neutralización política tiene mucho éxito, sin duda porque la persona que hace la visita cuenta una historia "a ras de suelo", la historia vivida por personas atrapadas en el conflicto, no necesariamente comprometidas ideológicamente con uno u otro bando, pero que luchan por su supervivencia. Esta narración, lo más cercana posible a los habitantes de Belchite. Es un éxito y permite comprender de forma concreta los acontecimientos de las sucesivas batallas.

También visitó ‘La Pequeña Rusia’. ¿Qué significa para usted? ¿Cuál ha sido su interpretación simbólica del lugar?

Fuimos allí voluntariamente, después de la visita. Comprendo los imperativos elegidos para contar la historia de Belchite pero idealmente como historiador hubiera propuesto empezar por allí para torcer la cronología que después de todo es siempre una invención de los hombres. En efecto, ¿cuándo comienza la historia de Belchite? ¿En 1937? ¿En 1939? o ¿cuando se decidió aparcar en un campamento a los republicanos que iban a reconstruir el nuevo Belchite? o en 1964 cuando los últimos habitantes abandonaron el poblado, prueba de que había sido habitado hasta muy tarde.Es impresionante la voluntad de seguir castigando a los republicanos después de la guerra, lo que demuestra que la historia no es lineal. La historia es una sedimentación en capas. Los periodos se superponen y constituyen una memoria confusa que el historiador debe reordenar para darle sentido. Empezar la visita a Belchite por la “Pequeña Rusia”, por ejemplo, podría cambiar toda la visión de la visita sin quitarle su fuerza.

Ha venido a Zaragoza, donde publicó y presentó su libro ‘Como animales’. ¿Le dice algo especial una ciudad como la nuestra donde está tan vivo la huella francesa, los ecos de la invasión napoleónica de 1808 a 1814?

Sí, este libro ‘Como animales’, traducido al castellano gracias a la extraordinaria editorial Prensas de la Universidad de Zaragoza y a su director Pedro Rújula, fue construido y pensado para trabajar en la frontera entre el hombre y el animal y para entender cómo los hombres, en su hiperviolencia, necesitan el pretexto animal, mientras que los animales nunca llegan a los niveles de violencia de los hombres. En este sentido, los horrores de la guerra, y el reguero de sangre dejado por el ejército francés en España, son un problema de gran magnitud para el historiador porque van más allá de la razón y denuncian una humanidad deshumanizada que, sin tener nada que ver con la animalidad, hace recaer la responsabilidad de su violencia en el mundo animal, justificando, a cambio, la animalización de los seres humanos para tratarlos como "animales", ya sean extranjeros, diferentes, esclavos, por ejemplo...

"La historia es una sedimentación en capas. Los periodos se superponen y constituyen una memoria confusa que el historiador debe reordenar para darle sentido"

¿Por qué nos sigue interesando tanto la Revolución Francesa? ¿Cuál es su mejor lección para nuestro contemporáneo en constante crisis?

Lo podemos ver hoy en día. La Revolución, toda verdadera revolución, es una sucesión de violencias, no hay que negarlo, pero la paradoja de la Revolución Francesa es que inventa un horizonte idealista. Es decir que a pesar de las resistencias de un viejo mundo que no quiere renunciar a sus privilegios y de la fuerza de un nuevo mundo que inventa una dictadura de la libertad, lo que cuenta es el futuro hecho de universalismo que abre la Revolución al proclamar la libertad con igualdad y así inventar, por fin, la democracia social… que todavía es un futuro por conquistar. En este sentido la Revolución no está acabada y constituye una matriz que debe ser perfeccionada, y no sólo la Revolución Francesa, sino también la Revolución Americana y la tantas veces olvidada revolución de Santo Domingo que inventará la nación haitiana

Pierre Serna se siente muy atraído por Zaragoza y, en particular, por sus objetos y su arte bruto o kitsch.
Pierre Serna se siente muy atraído por Zaragoza y, en particular, por sus objetos y su arte bruto o kitsch.
Oliver Duch.

¿De dónde nace su pasión por lo kitsch, por esos pequeños objetos que son como la historia oculta de la vida?

Me gusta el arte 'pobre', el arte popular, el arte que no interesa a nadie, o al menos a las personas que pretenden saber lo que es el buen y el mal gusto, que no es sino una pura construcción social. Hay una dimensión de provocación en el arte kitsch que aprecio y sobre todo una forma de modestia que parte del principio de que todo puede ser arte si se sabe mirar bien. Por último, y sobre todo, es la dimensión del ensamblaje de objetos heterogéneos lo que me interesa, como en la historia, donde la complejidad proviene del hecho de que todo se mezcla al mismo tiempo para hacer la vida burbujeante y apasionante.

"Creo mucho en la construcción de una comunidad internacional y cosmopolita de investigadores en humanidades. Es un objetivo para mí porque es un lugar posible de resistencia a una globalización deshumanizadora"

¿Qué va buscando en sus viajes?

Experiencias humanas y colegas apasionados por la historia de las revoluciones. Sobre todo, me fascina el punto de vista 'extranjero', un francés estudiando España, un español estudiando Francia, siempre aportará algo nuevo, algo diferente, y es este punto de vista diferente lo que busco. Y luego creo mucho en la construcción de una comunidad internacional y cosmopolita de investigadores en humanidades. Es un objetivo para mí porque es un lugar posible de resistencia a una globalización deshumanizadora. 

¿Podría ser el primer Almodóvar, tan kitsch, objeto de su interés?

Sí, es obvio que Almodóvar, por quien siento verdadera pasión, representa una forma de kitsch que aprecio. Fíjese en la delicadeza y la complejidad de los guiones de Almodóvar en entornos sencillos y, sobre todo, en personas reales y concretas que experimentan esas dificultades y las afrontan de forma tan valiente. Para mí, ésta es la expresión de un arte popular en su máxima expresión. Atreverse a contar las historias más sutiles en los escenarios más cotidianos.

¿Cómo conserva y almacena todas sus joyas, sus objetos encontrados?

Tener la oportunidad de vivir en provincias y haber tomado la decisión de no vivir en París, solo trabajar allí, me permite tener una casa grande. Luego todo se vuelve a meter en "cajas" que yo llamo jaulas, porque a menudo son jaulas de pájaros que compro en mercadillos y que me permiten componer mi museo imaginario…

En España, cuando hablamos de Francia, solemos elogiar su apasionada defensa de la cultura y de los creadores. ¿Es así, hay un cuidado especial o eso pertenece a la leyenda del pasado?

 No. Creo que todavía existe una oferta y demanda cultural fuerte, pero creo y deseo que esto ocurre cada vez más en el resto del mundo. Es mas bien la ilusionada creencia, que pienso que sigue viva, de un vínculo entre la perfectibilidad del arte y el ideal republicano, que estoy convencido que sigue existiendo, aunque sea frágil. Las cosas se mueven y aparecen nuevas expresiones artísticas, como el arte callejero o la vuelta al folklore en las regiones que supone otro descubrimiento de lo local y de su saber perdido.

Goya se murió en Burdeos en 1828. No practicó el ‘arte bruto’, pero sí fue un cronista de su tiempo y de su alma atormentada con una sinceridad brutal ¿Está vivo nuestro artista en Francia, se reconoce su magisterio?

Por supuesto, Goya no es un artista de 'arte bruto', pero es brutal en sí mismo, su pintura al menos. Su pregunta es muy interesante. En este mismo momento en Orleans hay una exposición de un artista secundario, Bardin, que conoció a Goya en Roma, se relacionaron y trabajaron juntos. Siete cuadros de Bardin, que estuvo en Zaragoza, han sido prestados al museo de Orleans y reavivan de nuevo la memoria de Goya. En Francia, para todos los amantes de la pintura del siglo XVIII, o del arte poderoso, Goya es ineludible. Goya es un gigante que da a conocer la historia, sus desgracias, sus callejones sin salida y su continua persecución.

La Francia de hoy está muy agitada. ¿Cómo ve la situación, en qué está fracasando Macron?

Escribí un libro titulado ‘L'extême centre ou le poison française 1789-2020’, en el que describo las formas engañosas de un gobierno que se pretende moderado pero abusa del poder ejecutivo que la V República otorga al presidente. He inventado el neologismo “extremo centro” para mostrar un ángulo muerto de la política francesa que bloquea y divide a la sociedad. Creo que hay una deriva que prepara el ascenso de otro extremo, la extrema derecha... como si de forma desesperante la historia se repitiera, de forma diferente pero repitiéndose al fin y al cabo.

En Europa, desde hace algún tiempo, vivimos un retroceso de libertades. Quizá sea la corriente alterna de la historia. ¿Qué piensa un historiador del avance de las derechas y de la aparición de formaciones escasamente democráticas, poco solidarias, por no decir xenófobas?

Este avance global de los populismos es un fenómeno complejo. El hundimiento del sistema socialista, que había llegado a un callejón sin salida en las décadas de 1990 y 2000, sólo dejó un capitalismo salvaje que ha profundizado las desigualdades sociales sin que la izquierda supiera hacer otra cosa que intentar adoptar la postura de la democracia liberal, abandonando prácticamente la cuestión social y dejando así, sin referente, a toda la clase trabajadora. Se perdió una cultura política, y durante este tiempo también se desmantelaron los sistemas públicos de educación en favor de la escuela privada. Estamos pagando caro este abandono de la esperanza de las Luces, de la Ilustración, la fe en un Estado que puede ayudar a todos sus miembros a ascender gracias a su protección y a los medios puestos para una educación de calidad que nos proteja de razonamientos simples, incluso simplistas. Mientras los Estados se dobleguen ante las finanzas y la lógica capitalista internacional, no puede ser de otra manera.

"He inventado el neologismo “extremo centro” para mostrar un ángulo muerto de la política francesa que bloquea y divide a la sociedad. Creo que hay una deriva que prepara el ascenso de otro extremo, la extrema derecha... como si de forma desesperante la historia se repitiera, de forma diferente pero repitiéndose al fin y al cabo"

En su estancia en España ha reflexionado sobre los vínculos entre Francia, España e Italia, tres países que le interesan mucho. ¿A qué conclusiones ha llegado? ¿Nos parecemos, nos queremos, somos antagónicos?

Sin ser eurocéntrico, tengo la debilidad de pensar que el Mediterráneo y todas sus orillas, incluyendo por supuesto el Norte de África, sigue siendo una inspiración para sí mismo y para el mundo, gracias a que es una encrucijada de civilizaciones, culturas, lenguas e historia mezcladas que constituyen una riqueza como experiencia colectiva y patrimonio político (la república, la democracia, el constitucionalismo), un tesoro que la historia nos ha legado. Sí, los países mediterráneos deben tomar conciencia de su historia y de su posibilidad de actuar... por el bien de nuestra juventud.

Pierre Serna, en el hotel Reino de Aragón.
Pierre Serna, en el hotel Reino de Aragón.
A. C. /Heraldo.

¿Sigue teniendo sentido la idea de Europa?

Si. Es nuestra única esperanza. Mi gran decepción es que no exista un verdadero líder europeo que sea capaz de insuflar un nuevo impulso.

Para ello, habría que empezar por construir el país de mis sueños, Europa, que reuniera realmente a España, Portugal, Italia, Grecia, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania con un parlamento único, un presidente único, con la posibilidad de que otros países se federaran. Pero ante todo proponer a nuestra juventud el sueño de una nueva nación europea. De lo contrario nuestra generación no habrá estado a la altura de los fundadores de Europa. La esperanza está ahí, debemos construirla.

*En la traducción de la conversación han colaborado activamente Pedro Rújula y Peña Verón. 

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