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Diez joyas de la Biblioteca del ilustrado Roda en San Carlos de Zaragoza

Un recorrido por ese espacio fantástico del seminario donde se conversan maravillas de la edición aragonesa, española y europea

Una panorámica de la exuberante y valiosa biblioteca.
Una panorámica de la exuberante y valiosa biblioteca.
José Miguel Marco.

El caballero Manuel de Roda, ministro de justicia de Carlos III, legó en 1782 a su ciudad natal, Zaragoza, una de las mejores bibliotecas europeas del siglo XVIII. En su admirable ‘Manuscritos e incunables de la Biblioteca Real de San Carlos’, 1943, el bibliotecario Luis Latre señala -página 93- la existencia de un ‘Catálogo’ de la biblioteca Roda, por índice alfabético, manuscrito del siglo XIX. De los 16.000 volúmenes me he atrevido a seleccionar diez de sus más codiciadas piezas. Más valen quintaesencias que fárragos, nos advirtió Gracián. El laberinto de la Roda puede perplejizar al lector más templado. Fino emblema de la ciudad de Zaragoza, la Augusta Vetusta de Cajal y Clarín.

La bibliofilia tiene un lado fetichista o esnob que raya con lo enfermizo o lo cómico. Tipografía primorosa, buen o mal entintado, encuadernación en rústica o en piel de época, papel de Génova o papel rudo, con o sin manchas de humedad, y gran rareza, ejemplar intonso. El ‘Quijote’ se imprimió en papel del molino cartujo del Paular. Quién no recuerda el papel pajizo de las ediciones de Austral en los años 40. El papel blanco de Sancha o de Ibarra era digno de Amberes o Génova. 

La mera adquisición de valiosos libros no significa que su dueño posea sobradas luces para extraer alguna lección o provecho intelectual. Roda tuvo la generosidad de compartir ese tesoro. ¿ De qué vale la lectura sin el poso fecundo de la reflexión? Así y todo, no puede negarse que los buenos libros tienen la endiablada virtud de poner a cada lector en su sitio. En ese sentido pueden llegar a quitar el sueño. El mejor libro español trata de un lector que perdió el ‘oremus’ o la chaveta con los libros de caballerías. Kant cifró toda la Ilustración o cultura autocrítica en “despertar del sueño dogmático”. “Sin valor toda sabiduría es estéril”, advirtió Gracián. Hombre sin libros, mundo a oscuras. En San Carlos impartieron clases de filosofía, Gracián y Asín Palacios, dos de los talentos más sutiles y sagaces de Zaragoza. La Roda es el oasis de las mil y una lecturas fantásticas. Allí están las Cartas del Obispo Palafox, virrey de México, la ‘Historia de los Quietistas’ o las ‘Enmiendas de Zurita a Julio César’, bocado de cardenal para latinistas de gusto ciceroniano, como el profesor Guillermo Fatás. Veamos con calma las diez joyas de la Biblioteca Roda.

En San Carlos impartieron clases de filosofía, Gracián y Asín Palacios, dos de los talentos más sutiles y sagaces de Zaragoza. La Roda es el oasis de las mil y una lecturas fantásticas

1.- 1499. ‘Polifilo’ o Batalla de los Sueños. Aldo Manuzio de Venezia, príncipe de los editores. Libro famoso por sus grabados libertinos, el más explícito o priápico recuerda a Pietro Aretino, hijo de cortesana, sangre de rey, retratado por su gran amigo Tiziano, el Dux de los pintores. Curioso que la Biblioteca Roda acoja también un Leonardo Aretino o Bruni, con un ejemplar de la ‘Historia de Florencia’, 1492. 

2.- 1514. ‘Libro de Horas’ del obispo Fonseca. Brujas, ilustraciones al temple o iluminaciones, posible taller de Menling o Gerard David. Luce el escudo del cardenal Odescalchi, 1650, luego Inocencio XI. Latre se pregunta, ¿Cómo fue ello? en su catálogo parcial de 1943, que llega hasta el siglo XVI. El obispo Fonseca muere en Burgos en 1524. Su precioso libro acabó en Italia. Es muy posible que Roda comprase el libro en un anticuario de Roma, cuando fue secretario del embajador aragonés José Nicolás de Azara en el Vaticano. Por cierto, Luis Latre acompañaba como asistente al cardenal Soldevila cuando fue batido a balazo limpio en 1923, en Zaragoza, por los anarquistas Ascaso y Escartín. Curioso que Latre tras esa recia aventura, veinte años después nos regalase su precioso libro sobre la Biblioteca Roda de San Carlos.

Retrato de la madre del autor del artículo, fallecida hace poco, que fue determinante en su pasión por los libros.
Retrato de la madre del autor del artículo, fallecida hace poco, que fue determinante en su pasión por los libros: Mercedes Gracia, que conserva un poema de Villarroel.
Archivo familiar Pérez Gracia.

3.-1550, ‘Ulixea’, por Gonzalo Pérez, secretario de Carlos V y  Felipe II. Traducción de Homero en versos dignos de Garcilaso. Aquiles responde así a Ulises : “Que yo querría ser más, teniendo vida / un rudo labrador... que mandar a los muertos”. Consultado por Latassa, que lo cita en su Biblioteca, 1796-1802. “No me traigas a la memoria, Ulises valeroso...”. Pellicer cita esta traducción en su ‘Biblioteca de traductores españoles’, Sancha, Madrid 1778, uno de los últimos libros que debió de comprar Roda en Madrid. Pellicer nació en Encinacorba, Zaragoza, como el botánico Lagasca. Baroja elogió la biografía de Cervantes por Pellicer. Los pagos de Cariñena y su comarca son ricos en vinos y en talentos ilustrados, el más reciente y notorio, María Moliner. La estirpe bibliófila de José Luis Melero Rivas procede de Aguarón, que pudo ver esta ‘Ulixea’ en la Roda, gracias al bibliotecario don Carlos Tartaj, natural de Bañón, Teruel. 

4.-1562-80, ‘Anales Corona de Aragón’, Zurita. Zaragoza, impresor Bernuz. Gran amigo del humanista Antonio Agustín, cuyos códices y manuscritos conserva la Roda. Zurita vivía en la calle del Pilar, y fue enterrado en Santa Engracia. Su biblioteca legada a la Cartuja de Aula-Dei fue saqueada por Olivares. 

5.- 1587, ‘Diálogo de medallas’, Antonio Agustín. Tarragona. Hijo del  canciller Agustín. El gra humanista de Zaragoza fue alumno de Alciato en Bolonia. Agustín nació en el palacio Agustín-Fuenclara y reposa en suntuoso panteón renacentista de la catedral de Tarragona. Latre registra cartas y manuscritos bajo el título de Papeles varios XXIV. Un conde de Fuenclara fue virrey de México en el siglo XVIII. Los Agustín y los Fuenclara son la misma familia. La pasión numismática por las monedas romanas hizo estragos en el Coso. Bastaba mover una cuba mohosa en la bodega o botiga y brotaban denarios a mansalva. Agustín inoculó la chifladura numismática al conde de Guimerá, y éste a Lastanosa.

6. 1645, ‘Museo de medallas’, Lastanosa. Huesca, Nogués. El abate dieciochesco Andrés pudo ver un ejemplar de esta rareza oscense en Italia. El Siglo de Oro en Zaragoza se nutrió de la Biblioteca del conde de Guimerá en la Casa Coloma del Coso. Guimerá poseyó la copia del Beato de Fanlo ( Morgan, NY) y la "Conquista de Ultramar", canciller Heredia, Biblioteca Nacional. En realidad, el Museo numismático de Guimerá precedió al Jardín-museo de Lastanosa en Huesca, citado por Gracián. Guimerá murió en 1638. Tuvo jardín culterano en una Torre de Juslibol, similar a la de Argensola en Monzalbarba, o la Alfranca de los Ayerbe en Pastriz. Carlos Coloma, conde de Elda, bisnieto de Juan Coloma, fue traductor de los 'Anales' de Tácito, 1626, Douai. Pellicer de Ossau, que tiene calle a un paso de la librería 'Luces de Bohemia', publicó en 1630, 'Lecciones solemnes de Góngora'. Lastanosa padeció ínfulas nobiliarias absurdas, jaleadas a tocateja por Pellicer de Ossau.

Los Azara compran la Casa Coloma hacia 1800 y allí vivieron hasta 1914, para trasladarse al barrio de la Seo, frente al palacio de Don Lope. Los Coloma eran de Borja, y al convertirse en condes de Elda, arraigan en Alicante.

La Casa Coloma -el Casino Mercantil de sillares masónicos del arquitecto Albiñana- fue el solar del palacio renacentista de Juan Coloma, secretario del rey Fernando - hasta que el conde de Guimerá adquiere ese palacio donde vivió hasta su muerte en 1638. Pese a que existe un proyecto dieciochesco como solar del duque de Híjar, conviene sabe que el palacio del conde de Belchite (duque de Híjar) estuvo durante siglos en la calle Cuchillería o de San Gil, frente a la iglesia románica de Santiago. Los Azara compran la Casa Coloma hacia 1800 y allí vivieron hasta 1914, para trasladarse al barrio de la Seo, frente al palacio de Don Lope. Los Coloma eran de Borja, y al convertirse en condes de Elda, arraigan en Alicante. Sin embargo, los Borja de Gandía, no tienen vínculos genealógicos conocidos con la ciudad de Borja. No obsta, sin embargo, para que la 'santa duquesa' de Pedrola, una Borja-Villahermosa, hermana del sucesor de Loyola en Roma, promoviese la creación de San Carlos en 1547, en el solar de la antigua sinagoga del Coso Bajo, acaso la sinagoga medieval del poeta hebreo Gabirol y del cabalista Abulafia. 

El bibliotecario Carlos Tartaj, responsable del espacio, con una edición primorosa.
El bibliotecario Carlos Tartaj, responsable del espacio, con una edición primorosa.
José Miguel Marco.

La Casa Coloma del Coso

El secretario del rey Fernando, Juan Coloma (Borja, 1440) cuyo ‘Diario’ granadino se conserva en la Hemeroteca de Zaragoza, tuvo el mejor palacio renacentista del Coso. A su muerte, 1517, fue enterrado en el monasterio de Jerusalén, a dos pasos de Santa Engracia, ambos recintos volados en los Sitios. Un nieto del secretario Coloma, Juan Coloma Cardona, fue poeta y primer conde de Elda, 1577, virrey de Cerdeña. Su ‘Cancionero’ se publicó en Zaragoza, 1554, impresor Nájera, donde aparece como traductor de Petrarca. “¿A dónde están sus estados, riquezas, cetros, coronas ?”. 

Cervantes elogió a Coloma, "haces del Turia más que el Po famoso". Un hijo del poeta Coloma, Carlos Coloma, fue traductor de Tácito, ‘Anales’, 1629, Douai, versión clásica con numerosas ediciones hasta el siglo XX. Carlos Coloma se batió en Breda junto al mariscal genovés Espínola, que protagoniza las 'Lanzas' de Velázquez. Coloma fue retratado por Van Dyck, el pintor más elegante de su siglo. Sin duda es el linaje del Coso en el que las armas y las letras brillaron a mayor altura. Los Azara que habitaron el mismo palacio en el siglo XIX, sobre todo, el naturalista Félix de Azara, retratado por Goya, quizá fue la única familia en dar la talla y estar a la altura de los Coloma. El resto, me temo, ha sido decadencia. 

7.-1698, ‘Criticón’, Gracián. Cattaneo, Venezia. Lástima que Roda no poseyera las ediciones príncipe de Gracián. Julio Cejador consiguió su ‘Criticón’ princeps hacia 1900, legado a la biblioteca Valdecilla de Madrid, en San Bernardo. Existe una edición del ‘Criticón’ de Venezia, Pezzana, 1745, en la biblioteca de Mercedes Gracia. Además de este Gracián veneciano, se guarda allí el ‘Criticón’ de Amberes, Verdussen, 1669, la más antigua edición de Gracián que existe en Zaragoza. Benito Spinoza poseía esta misma edición en su biblioteca de La Haya.

8.- 1737, ‘Poética’, Luzán. Zaragoza, Revilla. Luzán fue el  gran ilustrado de Zaragoza, donde no cuenta -rudo oprobio- ni siquiera con una calle de mala muerte. En la biblioteca de Santa Engracia se encontró un ‘Elogio de Luzán’, obra de Fernando Magallón, leído en 1754 a la muerte de Luzán ( Royo García, bibliotecario de la Roda, sucesor de Carlos Tartaj). Magallón nacido en Tarazona, 1724, donde su padre fue regidor, fue secretario de embajada en París, académico de la Española, como el propio Luzán. Eugenio Izquierdo tuvo a Magallón como cicerone parisino a su llegada a París como estudiante de química. Izquierdo fue agente doble de Godoy y Bonaparte, y su mayor legado fueron las 135 estampas de Rembrandt y ocho dibujos en la Biblioteca Nacional ( "Izquierdo, el Rembrandt maño", CPG, Heraldo 22-10-2010).

9.-1744. ‘Diccionario histórico crítico’, Pierre Bayle. Amsterdam. Precursor de la Enciclopedia de Diderot, cuya veintena de tomos forman el bastión jacobino de la Roda. Locke y Hume, la Ilustración britana, constan en volúmenes traducidos al francés. Bayle dedica una de sus entradas a la condesa de Aranda, Luisa Padilla, prosista barroca. Desde Algazel a Almanzor, desde Avempace a Maimónides, allí pudo nutrir su infinita erudición don Miguel Asín Palacios, cuyo 'Algazel', Zaragoza, 1901, imprenta Comas hermanos, calle del Pilar, es un hito de la bibliofilia zaragozana. Bayle es un mago de la erudición a pie de página, un precursor del disparate enciclopédico, que Borges culminará en sus caprichos paródicos. Borges y Octavio Paz, citan con veneración al gran medievalista Asín Palacios.

10.- 1744, ‘Scienzia Nuova’, Vico. Nápoles. Luzán fue alumno de Vico en Nápoles, donde su hermano fue gobernador del castillo de San Telmo. Carlos III accedió al trono de Nápoles, gracias a la victoria en Bitonto, 1734, del mariscal conde de Montemar, regidor de Zaragoza con Felipe V, época en la que remozó el castillo de la Aljafería. Gracias al conde de Aranda, disfruta de un suntuoso mausoleo masónico en el Pilar, bajo la cúpula de los Mártires del Sordo Lucientes. Existe un poema de Villarroel, ‘Conquista de Nápoles’, Madrid, 1735, en la biblioteca de Mercedes Gracia, Zaragoza.

Portada de la 'Poética' de Luzán.
Portada de la 'Poética' de Luzán.
Archivo Gracia.

Los Oráculos de Cuchilleros o San Gil

El ‘Oráculo’ de Jorge Furt fue comprado en Dolphin Books, Oxford, cuyo dueño, Gili Serra, lo obtuvo de la subasta de la biblioteca del hispanista galo Foulché-Delbosch, nacido en Toulouse, 1869 y muerto en París, 1929. Si Cejador no reveló el origen exacto de su ‘Criticón’ -una biblioteca de Aragón, dijo, sin mayor precisión - tampoco Foulché soltó prenda del origen de su ‘Oráculo’. Los grandes libros viajan más que Ulises. 

En cualquier caso, invita a leve melancolía, que los dos ejemplares del Oráculo del Siglo de Oro, impresos en Zaragoza, por Juan Nogués, 1647, calle de Cuchilleros o San Gil, se encuentren en Buenos Aires o en la biblioteca real de Copenhague. El día menos pensado aparece una carta feliz que aclare esa aventura de los libros de Gracián. Uno de los magos de la bibliofilia barroca zaragozana, Francisco Asín, o su hijo Ignacio, puede que guarden esa epístola o as en la manga. Cosas más raras se han visto en las cavas misteriosas de la bibliofilia.

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