Yasmina Praderas, una oscense a por su primer Premio Goya

A la segunda puede ser la definitiva para Yasmina Praderas (Huesca, 1981). Tras optar a su primer Goya en 2019 al mejor sonido por su participación en ‘A quien hierro mata’, la oscense repite nominación este año en la misma categoría por ‘As bestas’.

Pese a que el trabajo se le acumula, no puede evadirse ante la inminencia de la gala de Sevilla. "A pesar de que esta última semana está siendo rutinaria, ya que estoy mezclando una película, el entusiasmo y los nervios conviven con ella. Al final, el hecho de estar nominada y pensar que puedes salir a recoger el premio siempre impresiona", reconoce. Ni siquiera el ‘entrenamiento’ de su primera candidatura evita esa ‘inquietud’: "Lo viví con muchísima emoción, todos sabíamos que el resultado estaba muy reñido y que podía pasar cualquier cosa. En realidad, como ocurre este año".

Proclama su felicidad por haber colocado su granito de arena en un filme tan monumental y exitoso como ‘As bestas’, de Rodrigo Sorogoyen. "Me siento afortunada y sobre todo agradecida por la confianza depositada en mi trabajo por parte de los productores, de Rodrigo y de mis compañeros de profesión", señala.

Un encargo que fue una bendición. "Ya había trabajado en otras producciones, tanto con los productores como con la responsable del diseño de sonido del proyecto (Fabiola Ordoyo). Con Rodrigo Sorogoyen trabajamos juntos durante todo el proceso de mezclas y fue fantástico", rememora.

Praderas verbaliza cuál es su cometido: "Mi trabajo consiste en mezclar todos los elementos sonoros que componen la película (diálogos, ambientes, efectos y músicas) y tratarlos de tal manera que generen el realismo y las dinámicas que el proyecto necesite para que el espectador conviva con la película y pueda recibir emociones".

Aficionada desde niña a la tecnología, descubre la fórmula para hollar la élite de esta especialidad: "Es importante tener una base tanto técnica como del lenguaje cinematográfico, pero yo creo que lo importante está en trabajar duro y no rendirse. Considero que es un oficio vocacional y que en ocasiones es complicado de gestionar".