LITERATURA. OCIO Y CULTURA

Muere el irreverente poeta Charles Simic, candidato al Nobel y Premio Pulitzer de 1990

El escritor, nacido en Belgrado, alternó en sus poemarios el ver y la prosa y mostró siempre el asombro frente a las anomalías de la existencia

Una de las fotos más conocidas de Charles Simic.
Una de las fotos más conocidas de Charles Simic.
Beowulf Sheehan.

«¿Tiene Charles Simic miedo a la muerte? / Sí, Charles Simic teme a la muerte. / ¿Reza al Señor de allá arriba? / No, retoza con su mujer.» Así charlaba Simic consigo mismo en el poema ‘Concurso nocturno’ (Acércate y escucha, Vaso Roto, 2020). Una comicidad, punzante y a menudo autoparódica, que se convirtió en su seña de identidad y le hizo destacar entre sus coetáneos. En Vaso Roto publicó en castellano la mayor parte de sus libros.

Charles Simic, que fallecía la madrugada del domingo al lunes a los 84 años, nació en Belgrado en 1938. Con 16 años emigró a Estados Unidos tras un largo periplo familiar marcado por el conflicto yugoslavo: su padre, exiliado político, huyó a Italia en 1944 y fue encarcelado antes de lograr poner rumbo a Estados Unidos; Simic, su madre y su hermano fueron detenidos por las autoridades comunistas de Yugoslavia, llegaron a París en 1953 y, un año más tarde, a Nueva York.

Sus recuerdos de infancia durante la guerra, su experiencia con el exilio y su segunda vida como migrante marcaron toda su obra, tanto poética como en prosa, pero siempre con ese inconfundible humor negro que vertebra el que ahora es legado. Redactó sus memorias en ‘Una mosca en la sopa’, que apareció en España en 2013. Y también recogió los textos de sus cuadernos, poemas, meditaciones, crónicas y aforismos, en ‘El monstruo ama su laberinto’ (Vaso Roto, 2015). “Su herencia, más allá de lo literario, es una lección de vida. Modesta y aparentemente informal, la poesía de Charles Simic siempre estuvo dotada de un toque de perplejidad ante las anomalías de la vida. Una forma singular de aproximarse al ser humano con la que revolucionó la poesía contemporánea”, decían sus fieles editores de Vaso Roto.

Candidato permanente al Premio Nobel de Literatura, Jordi Doce en el prólogo a ‘Garabateando en la oscuridad’: «se diría que todos los poemas de Simic son el mismo, la celebración de un mundo nocturno que sobrevive en equilibrio inestable, una fantasmagoría llena de claves pictóricas y cinematográficas sobre la que revuela el pájaro del humor negro, esa ironía zumbona que permite contar los asuntos más extravagantes como si tal cosa».

"He escrito poemas en sobres de facturas, en menús de restaurantes, en trozos de papel y en cuadernillos baratos", le decía Simic a Nuria Azancot de 'El Cultural'

Recibió Premio Pulitzer de Poesía en 1990 por ‘El mundo no termina: poemas en prosa’; fue Premio Griffin de la Poesía (2005); Premio Wallace Stevens (2007) y Poeta laureado de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (2008) firmó alrededor de una treintena de poemarios, solía alternar como se ve la prosa y el verso, ensayos, traducciones, y libros de memorias, como el citado ‘Una mosca en la sopa’.

Irreverente e irónico, aficionado a los andenes desiertos, el porche de una casa campo y los hoteles a medianoche, en 2020 le decía a Nuria Azancot para ‘El Cultural’: “Escribo casi todos los días, y generalmente en la cama. Aparte de eso, no me complico la vida. He escrito poemas en sobres de facturas, en menús de restaurantes, en trozos de papel y en cuadernillos baratos. Pero dame un escritorio con vistas al Mediterráneo, una estilográfica Mont Blanc y carísimo material de papelería, y no moveré un dedo”.

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