patrimonio

Grafitis sobre una portada gótica

Los restos de la iglesia de San Miguel de Tiermas han sido vandalizados con pinturas, algo que el Tribunal Supremo considera un delito.

La portada de la iglesia, con el grafiti, en cuya esquina inferior derecha tiene rotulado este año, '2022'.
La portada de la iglesia, con el grafiti, en cuya esquina inferior derecha tiene rotulado este año, '2022'.
José Luis Ona

No ha tenido suerte Tiermas, despoblado zaragozano que pertenece al municipio de Sigüés, en la Jacetania. De lo que era el pueblo, en parte inundado por el embalse de Yesa, solo queda la parte alta. Y cuando el nivel de las aguas desciende, en otoño, emergen los vestigios del antiguo barrio de los Baños, con restos del hotel, las fondas, la iglesia del Pilar y el puente, presidido por el manantial de aguas calientes que ya conocieron los romanos. Tiermas aparece mencionada en el 'Códice Calixtino' porque a mediados del siglo XII era una etapa esencial del Camino de Santiago aragonés, donde los peregrinos podían descansar y asearse.

Pero la parte alta, que tiene la categoría (y la consiguiente protección legal) de Bien de Interés Cultural) está abandonada a su suerte. Desde hace años los grafiteros campan allí a sus anchas. La agresión más reciente a su patrimonio se ha producido este mismo año. La iglesia de San Miguel fue construida en el siglo XIV en estilo gótico, y de esa época conserva una bellísima portada que acaba de ser vandalizada con un grafiti. La pintada, en la que su autor tuvo que invertir horas de trabajo, es reciente porque está fechada en este 2022.

Otra de las pintadas en el interior de la iglesia
Otra de las pintadas en el interior de la iglesia
José Luis Ona

Es uno de los escasos vestigios góticos que guarda la edificación, hoy en ruinas, porque en el siglo XVIII se transformó y actualizó casi por completo. Antes de la despoblación, era una iglesia barroca con planta de cruz latina y una sola nave, dividida en tres tramos, con coro a los pies. Los tramos de la nave, así como los brazos del transepto, se cubrían con bóvedas de medio cañón con lunetos, mientras que el crucero presentaba cúpula sobre pechinas. En el interior se aprecian aún, tenuemente, restos de frescos, los más notables en el presbiterio. 

La iglesia entró en la Lista Roja de Hispania Nostra en enero de 2015 (donde aún sigue) y apenas unos meses después se derrumbó la cúpula central. Nadie ha hecho nada por ella desde entonces, más que llenarla de pintadas. 

Se da la circunstancia de que los grafitis en el patrimonio artístico son delito, según una sentencia del Tribunal Supremo de marzo pasado. La Sala de lo Penal del citado tribunal condenó a cinco meses de prisión al autor de unas pintadas sobre una escultura de Eduardo Chillida que se encuentra en Plaza del Rey (Madrid). Las pintadas, realizadas con rotulador blanco, tenían 24 por 71 y 25 por 42 centímetros. Con su sentencia, de la que fue ponente la magistrada Carmen Lamela, el Tribunal Supremo estableció que los daños ocasionados en los bienes del patrimonio histórico-artístico son delito cualquiera que sea su valor, siempre que los desperfectos ocasionados tengan cierta entidad y no sean "un mero deslustre fácilmente reparable". 

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