verano. leyendas y personajes

El corredor de pollos que conquistó París

Historia de Dionisio Carreras, primero olímpico aragonés que quedó noveno en la maratón en las Olimpiadas de 1924

Dionisio Carreras, en una competición.
Dionisio Carreras, en una competición.
Archivo HA.

Dionisio Carreras Salvador (Codo, Zaragoza, 1890-1949) fue un corredor prodigioso y a la vez caótico: un superdotado al que le faltó método y algo de rigor. Consumía una cajetilla de cigarrillos al día y dos caliqueños, bebía alcohol, «llevaba malos arreglos con la comida» (así se lo dijo su hijo Bernardo al periodista y atleta Ricardo Martí). Era un fenómeno físico. En sus inicios corría descalzo en el entorno de la comarca de Belchite, según sus biógrafos, los escritores y exatletas Celedonio García y José Antonio Adell.

Nació en el seno de una humilde familia de campesinos en Codo, el pueblo del escritor Benjamín Jarnés (1888-1949). Dionisio trabajaba con el esparto y regaba los campos. Sus victorias en pruebas más bien menores le otorgaron prestigio. En un mismo día ganó dos: por la mañana compitió, y venció, en La Puebla de Albortón; estando allí, tomando un café en un bar, se enteró de que también había carrera por la tarde en Azuara, a unos quince kilómetros. Llegó poco antes de que empezase la prueba; tomó la salida, ganó los tres pollos y regresó a Codo e hizo una fiesta para los amigos. Otra muestra de su fortaleza y de su romanticismo es que iba corriendo a Zaragoza, que está a 50 kilómetros, para besar y cortejar a su novia.

El Zaragoza Foot-Ball Club se interesó por él y decidió ficharlo para su equipo de atletismo. Le ofreció en la capital un empleo y espacio para sus entrenamientos: Dionisio Carreras, apodado ‘el Campana’, trabajó en el cubrimiento del río Huerva y asumió el mantenimiento del campo Bruil. Su gran momento, el que le daría un lugar en la leyenda, se produjo en la Olimpiada de París de 1924. El año anterior se había fundado la Federación Aragonesa de Atletismo. Carreras fue el primer olímpico aragonés. Tomó la salida con 56 atletas más y se dice que se confundió varias veces en el curso de la carrera; recorrió los más de 42 kilómetros en 2 horas y 50 minutos y acabó, en el estadio de Colombes, en la novena posición. Todo un mérito.

Hasta los Juegos Olímpicos de Ámsterdam de 1928, Carreras ganó la media maratón de Behovia-San Sebastián de 1926, obtuvo dos campeonatos de Aragón y conquistó al menos en cuatro ocasiones la Vuelta Pedestre a Zaragoza. Logró el título nacional en 1928, y ese mismo año el FC Barcelona le concedió la Medalla de Oro del club. Una incómoda lesión truncó su presencia en Holanda. No renunció a sus hábitos: «Muchas noches tenía que ir a buscarlo a casa de El Chato, un bar que había en el Coso Bajo de Zaragoza», diría uno de sus hijos. Se retiró en 1930, a los 40 años. Murió el 16 de julio de 1949 de un cáncer de duodeno. Sus paisanos inventaron una expresión que lo definía: «No corras tanto que se te reventará la hiel como al Campana».

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