Mercedes Sampietro: "Era testaruda como una mula"

Barcelona, 1947. Los veranos de su infancia los pasó en Radiquero (Huesca), el pueblo de su padre. Actriz eminente, es la única que cuenta con dos Conchas de Plata del Festival de San Sebastián. Premio Goya y Premio Nacional de Cinematografía. Fue presidenta de la Academia de Cine.

La actriz Mercedes Sampietro, con 13 años
La actriz Mercedes Sampietro, con 13 años
M.S.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

Me hubiera gustado recordarla algo más alegre. Me divertía mucho hacer paraguas. Para conseguir un sobresueldo, en casa hacíamos paraguas. También me encantaba ver varear una vez al año los colchones en nuestra azotea. Era muy tímida y solitaria. Mis mejores recuerdos son de los veranos que pasaba en el pueblo de mi padre, Radiquero.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

En mi caso probablemente sería con alguna aventura de Carpanta, Doña Urraca, Mortadelo y Filemón… Me encantaba leer cuentos y tebeos.

¿Qué le hizo llorar?

Mi amiga del alma, Ina, de pronto dejó de hablar conmigo. Nunca supe por qué. Lloré mucho. Tenia nueve años.

¿Qué era en el patio del colegio?

La solitaria. Mi timidez me impedía mostrar mis emociones.

¿Se sentía rara, especial, diferente?

Siempre me he sentido un poco inadaptada.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Mi padre me dio un único bofetón en toda su vida. Aunque me lo merecía porque era testaruda como una mula.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Me disfrazaba. Representaba historias delante del espejo. Y llevaba la casa. Mis padres trabajaban y muy pronto tuve que encargarme de mi hermana menor, hacer la comida… pero no era ningún drama, ¡me gustaba!

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Nunca estuve de acuerdo con mi cuerpo. También hablaba muy deprisa. Pero eso se solucionó cuando fui al Instituto del Teatro: ¡nos hacían hablar con piedras en la boca!

¿Qué le evoca Radiquero?

La libertad. El olor de la era. Comer con mi tío Mariano unos tomates cogidos directamente de la rama. El olor de la lavanda cuando sacaban su esencia. El calor sofocante en el huerto, el río….

¿Tenía mucha conciencia política?

Ninguna, en absoluto. En mi casa no había libros y la cultura y la política estaban ausentes en nuestras conversaciones.

¿Qué imagen tenía de Francisco Franco?

En mi casa mis padres susurraban que de eso no se hablaba. Que era peligroso. Mi padre era policía nacional. ¡Hija de un policía y sintiéndome de izquierdas! ¡Menuda esquizofrenia! Cosas de la época y la pobreza.

¿Era religiosa?

Apenas tuve contacto con la iglesia. En el cole pasábamos de puntillas por la religión. El rosario los viernes por la tarde y a casa. Me costaba mucho decir las letanías.

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado, la sensación de mala conciencia?

En aquel ambiente asfixiante, claro que llegué a creerme cosas y sufrir por ellas. Además, en misa me mareaba. El incienso y el ayuno, para comulgar, me hacían imaginar que era un personaje romántico. Tenían que sacarme de la iglesia y abanicarme. ¡Me encantaba!

¿Qué obsesión, fobia o filia forjó claramente en esos años?

No recuerdo ninguna.

¿Vivió algún episodio que retrate el clima moral de la época?

Mi madre tuvo que confesarse obligatoriamente para mi primera comunión. El cura tenía mucha curiosidad por saber detalles de su vida matrimonial, íntima y privada. Mi madre lo insultó y salió corriendo. Aquello fue el final de su escasa relación con la iglesia. Esa iglesia cruel, malsana, cínica e hipócrita, que tanta culpa ha tenido de nuestra incapacidad para afrontar la vida y conocernos a nosotros mismos. Una influencia nefasta en nuestra historia.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del “qué dirán”?

Sin duda, influía. Pero por suerte entré en contacto con el teatro de aficionados. Tenía 13 años. ¡Fue mi salvación, mi terapia!

¿Cómo ganó su primer dinero?

En la fábrica donde trabajaba mi madre.

¿Hizo alguna locura o disparate que le guste recordar?

No. ¡Era asquerosamente sensata!. Las locuras y aventuras las dejaba en mi imaginación.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

James Dean. A los trece años vi ‘Al este del Edén’. Me enamoré perdidamente de aquel chico atormentado. Descubrí el erotismo, la fascinación física….

¿Y la primera persona que, en la vida real, le provocó una emoción inolvidable?

Un chico mucho mayor que yo que conocí en el teatro del barrio. Tocaba el piano y yo me escondía para oírle tocar. Tenía 14 años. Al poco tiempo descubrí que a él le gustaba una chica muy guapa mayor que yo.  Mi primer desengaño amoroso.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

Una que me cantaba mi madre: ‘El noi de la mare’.

¿Qué libros o películas le deslumbraron?

Me apunté al Círculo de Lectores y mi gran pasión era recibir cada mes los nuevos ejemplares. Empecé a leer buena literatura desde muy joven. Muchos libros me impresionaron. Recuerdo especialmente ‘El guardián entre el centeno’. El cine fue mi auténtica educación. Recuerdo (y sigo viendo) ‘Lo que el viento se llevó’.

¿Había alguna persona que conociera – que no fuera de su familia- a la que admirara de un modo especial?

Una mujer, Leonor, a la que yo ayudaba en su trabajo de cajera.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Nunca pensé en dedicarme profesionalmente a la interpretación. Llegó poco a poco y por casualidad. Cómo casi todo lo importante de mi vida.

¿Por qué estudió lo que estudió?

No estudié. Pasé muy poco tiempo en el colegio y ni siquiera en el Instituto del Teatro estuve el tiempo necesario. Puedo decir que, para bien o para mal, soy absolutamente autodidacta.

¿Cuál fue su gran alegría? ¿Y la gran tristeza?

Mis mayores alegrías, las del día de Reyes. Mi mayor tristeza, la muerte de mi madre. Una noche de Reyes.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a un día de sus veranos en Radiquero, ¿a qué día volvería?

El día en que monté por primera vez en mi burra Manuela. Yo era muy pequeña y lloré de emoción.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión