El último festival Pirineos Sur

El festival Pirineos Sur ha presentado en Huesca su reaparición
El festival Pirineos Sur ha presentado en Huesca su reaparición
Álvaro Calvo

Construir una marca como Pirineos Sur, apreciada a ambos lados de la frontera por tantos aficionados a la música, no es nada sencillo.

Treinta años de pulir ideas, de guiarlas con una intención hasta materializarlas, luego de programar con tino y ambición, de complicidad entre la Administración pública y los agentes privados... Pero dilapidar toda la fuerza de ese nombre puede ir muy rápido. Tanto que desde ayer sabemos que en 2022 renacerá el festival tras el parón de la covid, pero, también, visto el cartel presentado, que su continuidad en próximas ediciones está en el aire.

Pirineos Sur nació en 1992 adscrito a la denominada ‘world music’, a las músicas del mundo resistentes al imperio cultural anglosajón y apegadas a sus raíces, si bien perfectamente contemporáneas. Fue una apuesta pionera en España, que le dio una ventaja sobre los festivales musicales generalistas, y que atendía a una escena internacional en la que estaban sucediendo cosas interesantes en distintos países periféricos. Esta ha cambiado en todos estos años, claro, a la par que el festival hacía lo propio y abría la mano a otros sonidos que podían caber en una etiqueta más amplia, la de las músicas urbanas del mundo, con expresiones singulares, según el lugar de procedencia, de corrientes compartidas en todo el planeta y apoyadas en la electrónica. Cantera más que suficiente, más ahora que viven un momento boyante, también en España, para llenar la programación de este y otros cuantos festivales con un cartel de altura.

Lo que ayer se presentó ya no va por esta senda. Es un festival musical para todos los públicos, como tantos otros del verano, con el horizonte desdibujado, con algunos nombres todavía valiosos que garantizarán el placer cultural y la fiesta en ese auditorio natural de Lanuza, tan mágico, pero que ya no abre ventanas a la sorpresa y el descubrimiento, y del que se desconoce si mantendrá su otro escenario, el de Sallent.

Pinta mal el futuro de Pirineos Sur, un festival que había hecho fortuna como uno de los primerísimos atractivos culturales del valle de Tena y, por extensión, de todo Aragón. Y este territorio no va sobrado de citas culturales que lo distingan.

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