LITERATURA

Un libro aborda la faceta política de Santiago Ramón y Cajal

El expresidente de las Cortes de Aragón José María Mur estudia la faceta como senador del Premio Nobel de 1906.

Clase de Disección de Santiago Ramón y Cajal en 1915.
Clase de Disección de Santiago Ramón y Cajal en 1915.
Alfonso Sánchez

Emilia Pardo Bazán definió a Santiago Ramón y Cajal como "el primer gran sabio popular en España", aunque él dijese: «No soy un sabio, soy español», y Joaquín Costa lo vio "opulentamente dotado de fe, de tenacidad y de una maestría insuperable para sorprender los secretos de la naturaleza en los procesos de lo infinitamente pequeño". El Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 1906, que nació en Petilla de Aragón (Navarra) en 1852 y murió en Madrid en 1934, ha atraído la atención del exsenador y expresidente de las Cortes de Aragón José María Mur, que le dedica una biografía de síntesis, centrada en su condición de senador: ‘Santiago Ramón y Cajal. Senador del reino’ (Doce Robles).

Este proyecto de biografía comenzó cuando Mur llevó a la cámara Alta como senador en 2003. Entonces descubrió que Cajal había sido un político atípico durante 15 años: desde 1908, cuando fue nombrado senador por la Universidad de Madrid, y dos años después sería designado senador vitalicio; no cobraba, era independiente, se sentía liberal y ejercía, como dice el político aragonés, la crítica, la influencia, defendió la unidad y alertó de "la génesis del separatismo disfrazado del regionalismo". Dejó el puesto en 1923 con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera.

El libro de José María Mur es una mirada impresionista a la rica personalidad de Cajal, un defensor del entusiasmo, "un ávido y prolífico explorador de la vida", como dice la ministra Diana Morant; el volumen lleva dos prólogos más de ministros: unas notas de Pilar Alegría y otras de Manuel Castells. A Mur le interesa todo: sus orígenes, su relación difícil con su padre, la pasión por el dibujo y la pintura, y sus estancias en Valpalmas, Larrés, Ayerbe, Luna, Jaca, Huesca, Almudévar o Gurrea de Gállego, donde fue aprendiz de zapatero.

Tan brillante como displicente, era objeto constante de castigo, y enviado al cuarto oscuro, donde intuyó la fotografía como Leonardo da Vinci. Mur, además, se fija en sus tres manías: la literaria, quería hacer poemas, novelas y cuentos; la gimnástica, llegaría a practicar boxeo, y la filosófica, siempre quiso pensar mejor.

A Mur le interesan todas las facetas: su condición de viajero que estuvo en Berlín, París, Italia, Londres y Nueva York. El viajero habitual también era un fotógrafo e hizo reportajes de todos sus viajes. Estudia su relación con las mujeres, y concluye que poseía el machismo habitual del momento, aunque tenía una gran amistad con Margarita Nelken, "odiada por la derecha", desde 1924, y había contado con la colaboración de mujeres científicas: María Luis Ruiz-Capillas y María Luisa Herreros. Su secretaria Encarna Levy dijo: "Su romántico sueño de crear ciencia española para que nuestro país ocupara un puesto de honor en las naciones próceres de Europa, superó efectivamente todos sus cálculos".

Cajal, que vivió la guerra de Cuba, escribió muchas cartas, más de 12.000, y han sido editadas 3.500. Posee correspondencia con Albert Einstein, Costa, Alfonso XIII, Margarita Nelken, Ortega y Gasset, el médico Ricardo Horno Alcorta o el profesor y científico Rafael Lorente de Nó, entre muchos otros. Mur recoge su legado científico y pedagógico, pero también su actividad política y sus intervenciones en el senado, donde quiso "influir y generar opinión".

Mur formula un deseo: "La creación del Museo Cajal de Zaragoza, liderado por la Universidad de Zaragoza, en donde se podría implantar una escuela de estudios cajalianos, sería otra de las actuaciones urgentes. De esta forma, Zaragoza devolvería a su gran genio todo lo que él dio por Aragón y por los aragoneses", dice.

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