cultura

Berna y su cuerpo baile: de Yebra de Basa y la tradición a la danza contemporánea

El bailarín presenta estos días en el Teatro Principal su último espectáculo, coreografiado por Alejandro Álvarez Longines.

Imágenes de los ensayos de 'Oturia', el montaje de Longines y Berna.
Imágenes de los ensayos de 'Oturia', el montaje de Longines y Berna.
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A estas alturas, tras 30 años en la danza y en el universo de la jota más abierta y mestiza, Miguel Ángel Berna (Zaragoza, 1969) ya no tiene que demostrar nada. Y, sin embargo, se empeña a hacerlo de distintos modos: ante todo, trabajando con diversos colectivos de la música, de la literatura, de la jota, del ballet. Ahora, en un nuevo giro en su carrera, o más bien en una nueva búsqueda, da un salto hacia la danza contemporánea, y lo hace en ‘Oturia. Intima Peregrinatio’, que es una función donde esa espiral hacia la experimentación y la búsqueda parte de la tradición, de la música popular, del dance. En este caso, del dance de Yebra de Basa, tan melódico, tan recurrente en sonidos envolventes, rítmicos y graves, conviene decir, y de la romería de Santa Orosia, objeto de monografías y cortometrajes, que atraviesa por ocho capillas hasta llegar a su destino.

Berna encarna al danzante, ese personaje que cruza el tiempo, que se instala en la memoria y que realiza su propia travesía por los montes y los senderos: danza, oye los cantos campesinos o de siega, percibe los temas religiosos o trascendentes, los diversos cultos primitivos, todo ello grabado en aragonés por Viki Lafuente, esa voz que llega a todo. Y con él viajan siete bailarines, un cuerpo de baile variado, de calidad, que funciona bien, con hermosura y plasticidad, con simbolismo y con energía, en una función diferente, más osada, que quiere un paso adelante o un desvío. Berna realiza una exploración más en una carrera que no se duerme ni en los laureles ni en el conformismo.

La pieza musical, sostenida y equilibrada, con momentos de emoción y armonías cíclicas, casi como una banda sonora, es de Guillermo Mata, Alberto Artigas y Miguel Ángel Fraile, que trabajan con diversos instrumentos: clásicos, gaitas, ese chicotén que se alza al principio de la función casi como un tótem, percusiones y aires eléctricos; y las coreografías son de Alejandro Longines. El esfuerzo coral es titánico, en una hora y 15 minutos, no hay descanso, no cesan los bailarines de moverse, de soñar, de rebelarse, de entrar y salir en el enigma. Berna y Manuela Adamo están estudiando en dance aragonés y lo incorporan; Mata y Longines le dan un sello moderno.

El jueves fue el estreno y se habrán de ajustar cosas, se podrán enriquecer algunas coreografías, dejar que la pieza descanse un poco más en los elementos simbólicos –la mujer, ‘las espirituadas’, las brujas, los caminantes-, que no sea tan exigente con Berna (que no para ni desaparece de escena en ningún instante apenas), pero el resultado final es un nuevo ejercicio de riesgo, de entrega, de fuerza, de búsqueda y de distintos niveles de belleza y emoción. Y un canto interdisciplinar al secreto de las montañas.

El “non deixez morir a mia voz”, de Ánchel Conte, que recorre el espectáculo y resuena como un cántico de la tribu, también parece recordar que ‘Oturia’ es una defensa del Aragón profundo y telúrico, tradicional y cósmico.

Oturia. Intima Peregrinatio
BailarinesMiguel Ángel Berna, Iván Errante, Pablo Pérez, María Sordo, Laura López, Sofía Berna, Ramón Valls, Patricija Crnkovic e Irene Alcoceba.
Ficha técnica:Vestuario, Pepa Durán. Iluminación, Nicolas Fischtel. Dirección musical, Guillermo Mata. Grabación musical, Vicky Lafuente. Dirección Artística, Alejandro Longines. Dirección: Miguel Ángel Berna.
 
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