cultura

La segunda Noche en Blanco de la pandemia anima los museos zaragozanos

Un año más, no hubo actividades callejeras y las restricciones sanitarias limitaron los aforos y los horarios. Las exposiciones se complementaron con música, circo o proyecciones.

El francés Lapin (con atril), en acción en el Museo Pablo Gargallo junto a otros cuadernistas.
El francés Lapin (con atril), en acción en el Museo Pablo Gargallo junto a otros cuadernistas.
Oliver Duch

La Noche en Blanco se celebró este sábado en Zaragoza con las limitaciones que sigue imponiendo la pandemia de la covid y con otras derivadas de una oferta que, con o sin coronavirus, ha ido menguando en los últimos años. Y aún así, atraíjo a cientos de personas deseosas de disfrutar de experiencias y equipamientos culturales fuera de los horarios habituales, en una velada veraniega.

Este año la actividad se limitó a varios de los museos de la ciudad y al Paraninfo de la Universidad y consistió fundamentalmente en el acceso libre a las exposiciones que todos ellos ahora tienen en cartel. Pero no solo. Entre los museos, fueron frecuentes las filas de espera a las puertas de todos los que conforman la ruta romana. En el del Teatro de Caesaraugusta, al aire libre, ya a las 19.00 actuaba el grupo Gospel Voice para un limitado aforo de unas 50 personas sentadas. Fueron muchas más las que siguieron el concierto desde el exterior. Los chaparrones vespertinos respetaron el espectáculo.

En otro museo municipal, el que conserva el legado del escultor Pablo Gargallo, varios integrantes de la asociación de dibujantes De Vuelta con el Cuaderno  trabajaron en el patio junto a un colega francés, Lapin, que ha publicado cerca de 30 libros. El último de ellos es el ‘Cuaderno de Zaragoza’, con ilustraciones de los rincones más monumentales de la ciudad y también de algunos comercios, ha sido editado por el Ayuntamiento de Zaragoza y se presenta este próximo lunes. Mientras estaba en acción en el Pablo Gargallo, varias de estas obras que contiene la publicación fueron proyectadas en una pared.

Estuvo asimismo lleno de vida el Museo Goya Colección Ibercaja, con muchos zaragozanos visitando su colección permanente y, especialmente, la recién inaugurada exposición ‘La estela de Corrado Giaquinto en España: de González Velázquez y Bayeu a Goya’, que va a ser una de las más importantes del año y que, entre otras cosas, descubre tres nuevas pinturas del artista de Fuendetodos.

En el Alma Mater Museum se agotaron todos los turnos de visita, tanto guiada como libre, que se habían abierto a las reservas. E igualmente, había acción en horas a las que suele estar echada la persiana en la Lonja, el Centro de Historias o el Museo del Fuego, el cual programó un espectáculo de circo. O en el palacio de Sástago, que ofrecía recorridos no para apreciar una exposición sino para descubrir el propio edificio renacentista.

Fuera del Casco Histórico, en el Caixaforum estaba anunciado el grupo zaragozano Lux Naturans. También alargó el horario el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad. Y la oferta de exposiciones del Paraninfo se complementó con proyecciones de cine.

El Museo de Zaragoza, un ‘clásico’ de esta jornada anual de puertas abiertas, no compareció en esta ocasión.

Al ser todas las actividades celebradas en edificios, se efectuaron sin problemas los controles de acceso que se corresponden con las restricciones sanitarias en vigor. Estas impidieron, además, que la Noche en Blanco se extendiera hacia la madrugada, como ya sucedió el año pasando, cuando, en la entrada hacia la ‘nueva normalidad’, fue una de las primeras experiencias de reactivación de los museos tras el confinamiento.

La Noche en Blanco es una iniciativa internacional que, tras haberse asentado en ciudades de varios países, llegó a Zaragoza en 2011. Pronto tomó cuerpo aquí y, además de implicar a las principales instituciones, contó en sus inicios con la complicidad de gentes de la cultura, profesionales o no, que aprovechaban para presentar creaciones concebidas en ocasiones ex profeso. Muchas tenían carácter vanguardista y se escenificaban o plasmaban en rincones singulares de la ciudad, casi siempre al aire libre, tejiendo un recorrido urbano rico en sorpresas.

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