La Zaragoza onírica de Ramón Gurruchaga

El arquitecto y pintor donostiarra, que vive en la ciudad desde 2013, la ha convertido en materia de inspiración de sus lienzos.

A Ramón Gurruchaga le atraen los cielos de Zaragoza, el paisaje y la arquitectura:_'Rosales del Canal'.
A Ramón Gurruchaga le atraen los cielos de Zaragoza, el paisaje y la arquitectura:_'Rosales del Canal'.
R. G.

De Ramón Gurruchaga (San Sebastián, 1958) podría decirse que vive en Zaragoza por amor y que por amor a la luz pinta la ciudad: sus rincones, sus monumentos y algunas atmósferas. Obtuvo el título de arquitecto en Madrid en 1990, pero apenas ha llegado a ejercer. Ha desarrollado diversos quehaceres, "más bien técnicos", vinculados con la construcción y ha vivido en varias ciudades: Andorra, Madrid y Barcelona.

"Siempre me ha interesado la pintura y el dibujo: recuerdo cuántas tentativas he hecho sobre papel de estraza. Durante mis años en Madrid era un asiduo del Museo del Prado". Le costó darse cuenta de que no se podía ver todo de golpe, sino que había que trazar rutas, seleccionar pintores, movimientos o cuadros específicos.

En Madrid también frecuentaba la Fundación March. "Monta exposiciones cuidadísimas. Yo ya entonces quería ver el secreto no solo del color, sino de la pincelada. Me pasó con Rothko, claro, pero especialmente con Vincent van Gogh: me acerqué tanto a uno de sus cuadros en una exposición que pensaron que era un loco que lo quería destruir. Todo lo contrario: se trataba de ver cuántas capas había, de ver la obsesión, la tenacidad", dice. Más tarde se fue a trabajar a Barcelona y allí, casi desde los primeros días, empezó a frecuentar la academia de Alejandro De Cinti Oyarzun. "Allí aprendí el arte de la luz, el encuadre, la distribución del cuadro, mucha técnica. Y luego en todos estos años he tenido mi pinacoteca particular con Google. ¡Cuánto, cuánto se puede ver y aprender ahí a lo largo de los días!". Con ese bagaje y un golpe del destino, se enamoró de la aragonesa Lucía Álvarez, y ambos se trasladaron a Zaragoza. Acaban de ser padres. Ramón sintió que debía empezar de cero, convertido ya en pintor.

"Siempre me han interesado los edificios, la arquitectura, los secretos de la ciudad. Y uno, en el fondo, acaba siendo de la ciudad donde vive y donde ama. Así que decidí pintar San Sebastián, claro, pero también Zaragoza. Conocí un día a Pepe Cerdá y le pregunté por aquello de la fama de la luz de Madrid. Y él me dijo algo que yo ya sospechaba. “Para cielos, los de Zaragoza”. Pienso igual. Para cielos, los de Zaragoza. Son preciosos, intensos, de una luz arrolladora", señala.

"Vivo en Arco Sur y salgo a pasear todos los días por esos espacios. Los celajes son todos para mí, las perspectivas de la ciudad. Veo cómo la gente se para a ver los atardeceres o los amaneceres, porque son extraordinarios. De verdad. Y ahí también percibes, de manera muy especial, el color de Zaragoza", dice.

La paleta del paseante

Con un estilo poético, pleno de sutileza, que huye del hiperrealismo para elaborar un realismo matizado y sugerente, impresionista y a la vez expresionista, Ramón Gurruchaga se entregó a Zaragoza. Ha hecho ya muchos cuadros: el palacio de Larrinaga, la calle Sepulcro, "la he pintado hasta cuatro veces intentando contar su arquitectura, el Renacimiento, el barroco, el mudéjar, y a esos estilos (un palacio, el Pilar, La Seo), se llega por una alfombra roja". También ha pintado el Ebro, el Casino Mercantil, el Mercado Central, Rosales del Canal.

Son cuadros, de diverso formato, impregnados de paciencia, de capas y capas. "El pintor es un ser inseguro y perfeccionista. Se siente responsable y no siempre sabe si da una pincelada de más o de menos". Admira a "maestros acuarelistas" no muy conocidos: Joseph Zbukvic, Bato Dugarzhapov y Edward Seago.

Ramón Gurruchaga tiene un elemento auxiliar importante: su cámara Canon. "Compongo y encuadro con ella. Pinto en la cámara. En Zaragoza, con el viento que hay, no se puede pintar del natural. Trabajo de forma parecida con los retratos, otra de mis pasiones, pero tengo que conocer al retratado, y entonces sí puedo trabajar a partir de mis fotos".

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