Un espectacular Civi-Civiac se evadió del fuego por el atónito cielo de Miralbueno

El artista cerró el Festival Zirco con una función de fakir y con un número de escapismo al modo de Copperfield.

Civi-Civiac, con las manos anudadas y con grilletes, intenta zafarse antes de que el  fuego amenazante llegue a sus pies.
Civi-Civiac, con las manos anudadas y con grilletes, intenta zafarse antes de que el fuego amenazante llegue a sus pies.
Daniel Marzo

De casta le viene al galgo. Ismael Civiac es Civi-Civiac (1977) y es hijo de Eduardo Civiac, un hombre curioso que no quiso dedicarse a la tierra; se interesó por la física y la química, la electrónica y el magnetismo, y dio el paso a la magia. Trabajó en muchas funciones con Paco Paricio y los Titiriteros de Binéfar. Ahora Eduardo hace mil cosas: magia, colabora con su hijo, le graba sus espectáculos, le hace las fotos y lo asesora cuando lo necesita. "Ahí lo tienes. Mi padre es eso que se llama ‘un máquina’", dice Civi-Civiac.

Él no lo es menos: se trata de un tipo carismático y simpático, laborioso como pocos, incansable y con un talento increíble. Se multiplica por doquier: en Tamarite, en Jaca, en Zaragoza o en Bilbao; ayer por la mañana deslumbraba en la capital vizcaína y, por la tarde, en la plaza Lagos Azules de Miralbueno, ante un millar de personas, más o menos, cerró el Festival Zirco. Lo hizo a lo grande con un doble espectáculo: ‘El fakir insólito’ y ‘Evasión suicida’.

"Mi hijo tiene un talento especial. Siente esta profesión. Le gusta innovar, investigar, buscar nuevos montajes, aprender. Y yo me siento feliz siguiendo su camino, que también es el nuestro: el mío, el de su hermano David, el de la familia", decía Eduardo.

Civi-Civiac explicaba, tras los ensayos de unos 20 minutos en la grúa, que lleva realizando ‘Evasión suicida’ desde hace 18 años. Confesó que su modelo no es Houdini sino David Copperfield. Recordó su formación, su trayectoria (que lo abarca todo: la magia, el circo de calle, la animación, el escapismo, el fakirismo, la performance...) sus viajes, y dice: "Somos artesanos de lo imposible, generamos ilusión para conquistar a la mayor cantidad de público". Dicho y hecho.

Civi-Civiac posee sentido teatral y interactúa con la gente. La llama. Fue presentado y animado por el locutor Óscar Vegas. En la primera parte, la de ‘El fakir insólito’, comió fuego de varias antorchas, probó la cama de clavos y subió las escaleras hacia el más allá sobre peldaños que eran el filo de las espadas. Impresionó. Y luego, en el más difícil todavía, desarrolló una complicada prueba circense: llevaba camisa de fuerza, o de lona, las manos anudadas en la espalda y grilletes en los pies. La amenaza del fuego descendía por la soga. Resolvió el peligro con vértigo, oficio y una sonrisa permanente en los labios.

A los niños, adultos y ancianos, desde la plaza o los balcones, se les veía felices y asombrados. Hubo emoción y pavor. Y además apareció un invitado inesperado: el diablo enfurecido del viento.

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